Dos nombres, los de Donald Trump y Gustavo Petro, compiten en las noticias con los huracanes iracundos que arrasan zonas del Caribe. De todos ellos se ocupa Beatriz Ordóñez en sus décimas de hoy.
Cuando se vive una guerra
la vida se vuelve plomo;
hay que pensar con aplomo,
pues la infamia nos aterra.
Nuestra esperanza se aferra
a una vida enamorada
de un cielo que en la mirada
de un mar rebelde se entienda
con un futuro que aprenda
a ser nuestra fiel morada.
¿Debo hablar de mi país?
No quisiera esa tarea;
la situación está fea
y a nadie importa ni un tris.
Veo gente muy infeliz:
los pobres sufren estragos
pero hay quien los llama vagos,
mientras la calle protesta
por mandato y sin respuesta...
como en los tiempos aciagos.
Hay varios Petros mandando:
está el Petro ambientalista
y el descocado anarquista
que desvaría gobernando.
Está el que deja esperando
a reyes y mandatarios.
El de absurdos comentarios
imprecisos y falaces.
Se le aplauden, por audaces,
sus compromisos agrarios.
Si Trump gana estamos fritos;
seremos almas en pena,
aceptando la condena
de padecer los delitos
de un loco y sus soldaditos.
Esta situación compleja
a un huracán se asemeja.
Los daños de su porfía
serán pan de cada día.
Que Kamala nos proteja.
Sé que yo impuse el desorden:
mezclar décimas con todo,
decimeto a mi acomodo
y sonetos a la orden.
Que los versos se desborden
y al maestro seamos fieles
de darle al lector las mieles
de rimas contestatarias
y proclamas libertarias
cuando busquen Los Danieles.
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