Ana Bejarano Ricaurte
13 Abril 2025 03:04 am

Ana Bejarano Ricaurte

TV PETRO

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El petrismo expresó su indignación en coro ante la decisión del Consejo de Estado de ordenarle al presidente Gustavo Petro que se abstenga de seguir emitiendo sus consejos de ministros en la televisión privada. Gritan censura y se lamentan de los medios hegemónicos: los moquetes con los que defienden todo lo que antes repudiaban. 

El viernes se conoció la decisión y se fundamenta en el derecho a la pluralidad informativa de la ciudadanía. Garantía vulnerada por el abuso de imponer un programa para satisfacer los impulsos personalistas de Petro en el horario prime de la televisión privada.

El derecho del presidente de dirigirse al país y a su electorado no es una potestad omnímoda, ni puede servir para coartar la ya limitada oferta que tienen las personas que no tienen acceso a cable, señala la sentencia. 

Además, ahora que vienen unos días de descanso, pueden sentarse a ver las horas que nos ha regalado el gabinete al aire, y resulta claro que los consejos televisados no ahondan ningún principio informativo: sirven para que Petro se derrita en discursos incoherentes sobre todas las cosas; para que se defienda sin datos ni hechos concretos; para que bautice de nazi a quien se le dé la gana. Esas emisiones funcionan para todo menos para informar. En el mejor de los casos, cuando el presidente no se toma la palabra por horas de soliloquios sinsentido, se trata de información oficial sin contraste o verificación alguna. 

Es cierto que la pluralidad también se refiere a diferentes voces que puedan opinar en el debate público, no solo a quienes pretenden investigar e informar (los cuales por desgracia son cada vez menos). Por eso sería importante que se diagnosticara seriamente quiénes son las voces y micrófonos que construyen opinión en Colombia y si ellas realmente son todas o en su mayoría de oposición. Porque lo cierto es que en la plaza pública digital se sienten con fuerza los aplaudidores del presidente y quien se atreva a contrariarlos pasa días acusado de delitos, absurdos y descalificaciones variopintas. (En los comentarios a esta columna encontrarán una muestra amplia de los insultos o acusaciones con los que evaden la argumentación). 

En todo caso, si fuese cierto que no hay nadie en los medios de comunicación o en la plaza pública defendiendo al presidente, es importante preguntarnos si eso es algo que debe remediar el mandatario directamente y además con nuestros recursos. Porque, como lo advierte la decisión del Consejo de Estado, el espectro electromagnético es un bien público, como lo son las playas y los parques naturales. 

Esto quiere decir que los beneficios que deriven de su uso y explotación son para la comunidad entera. Por eso es que los canales privados deben pagar al Estado por usarlos. Si el presidente o su fuerza política siente que el uso y reparto actual de ese recurso público no favorece la pluralidad informativa de la comunidad existen otras maneras de plantear el debate sin tener que imponer la parrilla de Petro TV en los canales privados. Ojalá en la segunda instancia que ya anunció el ministro Armando Benedetti el Consejo de Estado dimensione qué implica el uso arbitrario e impositivo de este bien que es nuestro. 

La pluralidad informativa no se consigue mediante el impulso de propaganda oficial financiada con el erario. Tampoco se logra mediante la conversión del sistema de medios públicos en un magazín personalista. Menos mediante la contratación de opinadores con recursos públicos para que aplaudan al gobierno en redes sociales. Y gran parte de la opinión que ahora participa en estas prácticas antes las repudiaba cuando las implementó sin vergüenza Iván Duque. 

Una de las grandes lesiones que padece Colombia tras el gobierno petrista es que perdió a una masa analítica que aportaba a una discusión pública vigorosa y diversa en Colombia. Esa ciudadanía crítica se diluyó en torno al ejercicio del poder. Las conversaciones importantes sobre la influencia de conglomerados económicos en la prensa, prácticas periodísticas reprochables e incluso corrupción en el gremio se silenció para dar paso “al otro lado”. Y lo triste es que no quieren remediar lo que acusan como mal periodismo con mejor periodismo sino otro ejercicio igual de ladeado, pero para otro lado.  

El presidente busca desesperado causas que eleven su pregón de mártir-aureliano y esta le sirve de mariposa amarilla. Necesita vender la idea de que la ineficacia, desorden y desidia de la Colombia Humana se deben a que no lo dejaron gobernar; a que no lo dejan hablar. ¿Y quién le cuenta que hablar es a lo que se ha dedicado?

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