
El pesimómetro de Caminando por la décima últimamente anda alborotado: disminuyen las esperanzas y aumentan los temores de nuestros decimeros. Para la muestra, un botón de Beatriz Ordóñez.
Aquí
Quiero creer que el presente
tiene un posible futuro,
pero el camino es oscuro
y el precipicio está enfrente.
La debacle se presiente,
la corrupción dale y dale,
y esto es un todo-se-vale;
cada cual es egoísta
y embadurna bien la pista
para que el otro resbale.
Y en este nuestro país
con cómics en circulares,
Papás Pitufos y zares
del camuflaje infeliz,
aducen que fue un desliz,
que fue sin querer queriendo,
que yo no nací sabiendo,
y al cabo que ni quería.
Despliegan su artillería
y así vivimos muriendo.
La paz muere por la boca,
la salud por la chequera,
la verdad por la ceguera,
la justicia por lo poca;
la palabra se equivoca
y levanta tempestades,
y a las crudas realidades
hay que verlas como un reto
sin interés ni respeto,
y al diablo con las verdades.
Allá
Trump en rastrera emboscada
atacó de forma intensa
a un Zelensky sin defensa.
Ante esa sucia jugada,
mandatarios en bandada
apoyaron al de Ucrania;
castigaron la vesania
de un Donald que torpemente
ultrajó a otro presidente
como maltrata a Melania.
Diálogo en el manicomio
—¿Del señor Trump qué me cuenta?
—Pasa por un buen momento:
critica sin argumento,
tiene una actitud violenta
pero es que no se da cuenta.
—¿Qué lo trajo a este lugar?
Que aquí lo pueden cuidar.
Es furioso y no está cuerdo,
si me ladra yo lo muerdo.
Chau, nos llevan a almorzar.
