Calentamiento natural y antropogénico
- Noticia relacionada:
- Cambio Climático
- Tendencias
El meteorólogo Max Henríquez habla sobre las razones y diferentes teorías detrás del cambio climático.
Por: Max Henriquez Daza
Nosotros los humanos sí que causamos impacto creciente en la naturaleza, pero pequeño desde el punto de vista de la física, asociada al calentamiento del clima. Sabemos poco de los cambios naturales y si ellos son causados por nosotros.
Los resultados de los modelos climáticos no concuerdan entre sí, como lo afirma el doctor Steven Koonin, miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los EE.UU., exsubsecretario de ciencia en la presidencia de Barack Obama, profesor de la Universidad de Nueva York y quien tiene más de doscientos trabajos sobre temas de astrofísica y física.
Afirma que el estado actual del desarrollo científico no es suficiente para decir cómo va a cambiar el clima en el futuro y sobre nuestro impacto en él. Es fuerte el saber que no hay verdad en las proyecciones de los apocalípticos y han servido de manipuladores de la opinión pública, sin mucho fundamento. No hay nada incuestionable en este mundo y las dudas que surgen son el motor para que la ciencia avance, por lo tanto, debemos apelar a nuestra inteligencia para responder todas las preguntas que a diario nos hacemos aplicando el conocimiento que hayamos acumulado y un poco de fantasía climática, que nos permita nuestra imaginación. Esta opción es válida en medio de tanta incertidumbre.
Nuestra época no es el primer período de la historia en que se ha obsesionado con la verdad y la ausencia de esta, según Tom Phillips, autor del libro “Verdad-una breve historia de la charlatanería”. Es preocupante ver en que ha degenerado el debate sobre el cambio del clima y las cuestiones de la energía. Hay pánico climático, emergencia climática, crisis climática, apocalipsis climático y lo que hace 20 0 30 años estaba aún en el terreno de la ecología, hoy se ha convertido en una bandera de lucha ideológica y son prioridad para hacer política. Desde el 395 d.C. san Agustín había identificado ocho tipos de mentiras, entre ellas están las que “perjudican a otros y no ayudan a nadie”; o las que “perjudican a otros y ayudan a alguien”; o aquellas que se cuentan por placer de mentir. Es así la divulgación de la ciencia del clima que busca persuadir, no informar, o se informa sin contexto, dejando de lado “lo que no concuerda”, como lo expresaba Richard Feynman, del Instituto de Tecnología de California, uno de los físicos más importantes del siglo XX, ya fallecido.
Como el cambio de clima afecta la calidad de la existencia humana, hay personas de todas las calidades, opinando apasionadamente y creyendo que tienen la verdad revelada. Cuando un investigador dice su verdad, significa que debe adjuntar las dudas e incertidumbres y no solo presentar escenarios aterradores para conseguir cobertura mediática. Ese conflicto ético anida en la ciencia del cambio climático. Lo dijo certeramente Timothy Wirth, presidente de la Fundación de las Naciones Unidas: “hay que seguir apostando por el problema del calentamiento global, aunque fuera erróneo, porque es lo que debe hacerse en aras de la política económica y medioambiental”.
No soy ni escéptico, ni apocalíptico, sino todo lo contrario. Estoy de acuerdo en que la temperatura de la Tierra se ve alterada por la actividad humana y por factores naturales. Eso hay que saberlo y creerlo, y definir con la mayor exactitud hasta donde se pueda, como son esas interacciones y como han ido cambiando a lo largo del tiempo. Nadie sabe exactamente qué es lo que mueve el péndulo del clima, afirma Bryan Fagan, arqueólogo y antropólogo inglés, profesor en las Universidades de Illinois y de California en Santa Bárbara. Afirma Fagan que lo más probable es que los pequeños cambios en el eje y la oblicuidad de la Eclíptica de la Tierra, los ciclos de la actividad de las manchas solares (como la escasez de ellas en el siglo XVII que causó la “pequeña edad de hielo”), la actividad volcánica y la compleja interacción entre la atmósfera y los océanos del mundo, desempeñan un papel fundamental en el cambio climático y en su impacto en las sociedades humanas. El que desestime esta “verdad”, deja ver su ignorancia de los factores principales que lo determinan.
Hay quienes afirman que los efectos orbitales en el clima de la Tierra no pueden intervenir en los cambios actuales del clima, porque ellos se dan en ciclos de miles de años. Es cierto lo de miles de años. La época actual interglaciar lleva 12.500 años. ¿Cuántos años más serán necesarios para experimentar sus efectos? En los interglaciares hay aumento de las temperaturas de la Tierra. Es la época caliente del planeta y puede durar entre 30 y 50.000 años. Es una época donde los calentamientos no son lineales. Tiene ciclos de diferente duración, que se alternan entre calentamientos y enfriamientos relativos, siempre con tendencia a aumentar las temperaturas. Duran aproximadamente 450 a 500 años cada uno.
El climatólogo y meteorólogo británico Hubert Lamb, fundador de la afamada Unidad de Investigaciones Climáticas en la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad de East Anglia, fue uno de los primeros en proponer que el clima podía cambiar, no solo en períodos de milenios, sino también en ciclos varios, como los que el mismo propuso, yendo en contra de la visión ortodoxa y miope de aquellos que pensaban entonces, y que hoy también, de que el clima debía ser tratado como constante, sin fluctuaciones naturales. Lamb desarrolló las primeras teorías sobre el Período Cálido Medieval y la Pequeña Edad de Hielo.
El libro de Lamb de 1977 Historia climática y el futuro describió estudios de polen fósil que mostraban un cambio abrupto de una era glacial de pinos a una interglacial de robles, señalando la "gran rapidez del cambio", como está sucediendo hoy. Discutió la investigación sobre los efectos complejos de la contaminación causada por el hombre y sugirió que "en general, los efectos del aumento del dióxido de carbono en el clima están casi con certeza en la dirección del calentamiento, pero probablemente son mucho menores que las estimaciones que se han aceptado comúnmente". En el prefacio a su edición de 1984 del libro, Lamb señaló los estudios sobre el "problema del dióxido de carbono" y pidió más investigación sobre el clima pasado, en particular "la evidencia de que algunos cambios climáticos importantes ocurrieron sorprendentemente rápido". Esbozó investigaciones recientes que sugieren que la próxima glaciación comenzaría dentro de 3.000 a 7.000 años.
Fue el primero que definió el período cálido medieval de casi 5 siglos, entre el año 800 y el 1.300 de nuestra era, con veranos tan largos y calurosos que redujeron la capa de hielo en el polo norte, permitiendo a los Vikingos navegar desde Noruega hasta Islandia y Groenlandia (Greenland en inglés, llamada así porque estaba cubierta de vegetación muy verde) y descubrieran Norteamérica, 500 años antes de Colón. Dice en su estudio, que las temperaturas de esa época cálida medieval subieron unos 1,5ºC (en promedio), pero que hubo unos 80 años en los cuales subió hasta 3ºC más que la de la actualidad.
En el libro El Gran Calentamiento de Bryan Fagan se afirma que “varias generaciones de científicos, que trabajaban con datos inadecuados, evocaron imágenes de más diez milenios con un clima que era esencialmente como el contemporáneo y registraba pocos cambios desde el calentamiento posterior a la última glaciación”. Pero esta visión obtusa que aún persiste en ciertos investigadores, cambió a causa de la revolución que se produjo en la paleoclimatología, no hace mucho tiempo. El clima del Holoceno (la era geológica actual, que comenzó hace unos 12.500 años) ha tenido un clima muy cambiante con ciclos de 500 años entre el frío y el calor. Y eso ha acompañado la evolución del ser humano a través de sus civilizaciones.
Esta “nueva climatología” ha sido fundamental para confirmar que la máquina del clima se acelera y desacelera abruptamente algunas veces, o permanece estable durante largos períodos de tiempo. Hoy nadie puede tener la verdad de la fluctuación de ese balancín del clima actual, pero la teoría más probable, aceptada por la mayoría de los científicos, está asociada principalmente con las fluctuaciones de la oblicuidad de la eclíptica, que es la variación del ángulo de inclinación que presenta el eje de rotación de la Tierra con respecto al plano de su órbita alrededor del sol, responsable de las estaciones del año.
No es constante como tozudamente quieren ignorarlo algunos científicos desinformados, sino que cambia a lo largo del tiempo con un ciclo corto de 18,6 años llamado movimiento de nutación (un movimiento de giro ligero irregular en el eje de rotación, como el de un trompo) y otro mucho más extenso (de aproximadamente 40 000 años) que lo hace oscilar entre los 21,8° y los 24,4°. Ha estado en 23,5, pero aumentando, teóricamente. Eso explica muchos de los fenómenos que han estado sucediendo en la Tierra últimamente, como consecuencia del calentamiento del planeta.