María Cristina Lamus ensarta en su pluma de satírica objetora la actualidad social, económica y política de Colombia. Se vale para ello de cuatro temas: el frío, el lenguaje contrahecho, la carestía de la comida y las intervenciones de la ministra de Minas.
El innombrable
Este frío ya no lo aguantan
personas de carne y hueso:
es que uno se queda tieso
aunque esté bajo una manta,
hundido hasta la garganta.
De vuelta de vacaciones
hallo friolentas razones
para emigrar a la costa.
De Bogotá ya denostan
cóndores y frailejones.
Niños, niñas y niñx
Algunos grupos feministas proponen unificar gramaticalmente a niños y niñas con una sola palabra absurda salida de la nada: niñx.
¿Quién se ha inventado esta rima?
Algún comité la manda;
la gente no la demanda,
ni el sentido común prima.
Poco importa si se estima
que con “niña” y “niño” basta.
Falta hace un iconoclasta,
que derribe la falsía
del “niñx”. ¡Qué ñoñería!
¡Qué estolidez nos aplasta!
Menú de degustación
Son exorbitantes los precios de la comida en algunos restaurantes.
Culonas en la ensalada,
palmitos del Putumayo;
de las redes del trasmallo
saboreamos la anunciada
pesca de la temporada.
Después de siete potajes
y copas de maridaje,
la cuenta hasta el cielo sube,
para guardarla en la nube
de un memorable pillaje.
Equívocos de billones
La ministra de Minas, Irene Vélez, se ha adentrado en los retorcidos laberintos de la economía... sin mucho éxito.
“¿El déficit es de cuánto?”
Ella piensa y carraspea,
pero no hizo la tarea
que debía, como adelanto
para evitar un quebranto.
Habrá que decirle a Irene
que por favor se serene
y estudie mejor sus cifras.
Ella quizás no descifra
el grave papel que tiene.
