Indignada por el pésimo arbitraje del partido entre nuestra selección de fútbol y la brasileña, la sección de “Caminando por la décima” contrataca con alineación de 3-4: tres decimeros protestan en cuatro estrofas por el atropello contra los colores nacionales.

Pitanazo
Brasil-Colombia fue un hito
que dejará algunas huellas.
No es soplar y hacer botellas
el arbitral requisito,
sino soplar bien el pito.
A la escuadra colombiana
—¿la ley para los de ruana?—
aplicó Néstor la ley.
Testarudo como el buey,
no supo pitar Pitana.
Pompilio Iriarte
Como siempre y como nunca
Al “jugamos como nunca”
y al “perdimos como siempre”
no es fácil, como fue siempre,
rimarlo ayer, hoy o nunca.
Salvo si la rima es “trunca”
el verso es cojo perdido.
Pero estoy furioso, herido.
Por eso no me deprime
decirlo, rime o no rime:
¡nos robaron el partido!
La jugada era muy clara:
el balón desvío su rumbo
y al rodar de tumbo en tumbo
hubo gol de forma rara.
El juez no puso la cara
y en vez de decir “lo anulo”
lo aceptó con disimulo.
La norma ya está cantada:
hay que anular la jugada
si el referí mete el culo.
Los Danieles
Pitana, ¿de qué se ufana?
Esa ilusión del partido
de derrotar al Brasil,
comenzó en grito febril
con desenlace aburrido.
Un árbitro presumido
al balón se atravesó;
la interrupción no pitó
y, entonces, valga la queja:
por el mal sabor que deja
que sea Pitana con ó.
Gerardo Martínez
