Daniel Samper Ospina
21 Agosto 2022

Daniel Samper Ospina

COSAS QUE HARÁ SANTOS EN UCRANIA

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Pensaba escribir sobre el refrescante tema científico que alumbró las noticias de la semana: el hallazgo del Perijasaurus lapaz, el fósil de una bestia monumental y herbívora que se pavoneaba hace 175 millones de años por la serranía de Perijá. Se trata del primer dinosaurio costeño, o del segundo, si se tiene en cuenta al difunto Roberto Gerlein; un saurópodo de la prehistoria al que los científicos visualizan con la cabeza pequeña y el cuello y la cola largos, que dormitaba por la zona hace siglos. Al igual que el Perijasaurus lapaz.

El profesor Aldo Rincón, de la Universidad del Norte, fue uno de los que descubrió la historia de este robusto antepasado que resultó ser único en su especie; ahora lo protege con su equipo de científicos de los coqueteos del Partido Conservador, que lo busca como reemplazo generacional del doctor Omar Yepes Alzate, y de la casa Char, donde lo quieren como apuesta de renovación para el año 2026. Si fuera samperista sería un mamut.

Pensaba desenterrar —nunca mejor dicho— los detalles del descubrimiento y animar a los paleontólogos a que avancen en nuevos hallazgos, pero cuando adelantaba el primer párrafo me empelló un titular importante de la semana: la visita de Juan Manuel Santos a Ucrania, exótico destino elegido por el exmandatario para pasar el puente de la Asunción de la Virgen en lugar de su acostumbrada finca de Anapoima: porque, de todos modos, con los trancones de la vía a la Mesa, el viaje a Kiev dura exactamente lo mismo. 

Decidió entonces el expresidente Santos bajarse pegarse la rodada hasta Ucrania que, pese de todo, no resulta mal destino, incluso en estos momentos. Al menos allá no piensan gravar la morcilla, el chorizo, el Chocorramo: todo lo que es rico.  Y al presidente Zelenski no se le caen los nombramientos como si fueran edificios en un bombardeo; ni cancela por motivos digestivos los encuentros con sus generales, ni reaparece al día siguiente para poner a prueba ese mismo estómago ante la tropa con un platado de arroz.

De modo que Santos observó los noticieros, se paró frente al espejo y se dijo a sí mismo en voz alta (para que oyera Tutina): “haré valer mi premio Nobel y arranco para Ucrania, a conocer: hasta la vista”. Y aterrizó acompañado por Ban Ki-moon con la idea de cuadrar nuevas reuniones a lo largo de todo el mes para que el santismo en pleno eche una mano por allá: regresará dentro de poco con Aída Furmanski, para que se hace cargo de las artesanías ucranianas; con Aurelio Iragorri y Juan Fernando Cristo, a mirar qué hay para ellos; con María Ángela Holguín y Sergio Fajardo, su pareja, que consignará sus impresiones en el libro Ni Putin ni Zelenski: se puede. Y quizás con Jorge Enrique Robledo para que, como parte de la estrategia contra Rusia, ofrezca documentos que certifiquen que Putin no nació en San Petersburgo.

La presencia de Santos como asesor de paz en Ucrania dejó en alto el nombre de Colombia en el exterior, más allá de que se haya hecho tomar una foto en calzoncillos, sentado en una bacinilla, sobre una casa en escombros, mientras sostenía en sus manos un ejemplar del Daily Kiev News

El reto ahora es manejar las tensiones políticas colombianas que se trasladarán a la zona de Dombás. Internacionalistas expertos anticipan la reacción de Iván Duque, que sacará con millas pasajes para él y su hermano Andrés, se calará el gorro ruso que utilizaba para saludar soldados en el páramo y presentará ante Putin su plan de paz con legalidad para la región. Incluye cerco diplomático y concierto de Lucas Arnau en la frontera. Ya tiene el micrófono de diadema y la presentación en Power Point preparada. Está esperando confirmación de agenda del Kremlin mientras sufre en silencio cuando imagina que María Fernanda Cabal se comunica con Putin para prevenirlo: 

—Es un gordofski marifska —le diría si encontrara en el directorio el indicativo para marcar a la Unión Soviética. 

¿Qué retos trae a la región la presencia de Santos en Crimea? ¿Se trasladará la problemática colombiana a la zona? ¿A quién, entonces, nombrará el gobierno de Petro en la embajada de Moscú (y en cuanto tiempo se caerá el nombramiento por falta de requisitos)?  ¿Enviará directamente a su ministra de Energía para que compre gas ruso? ¿Se conocerán audios de Gustavo Bolívar donde tranquiliza a Harold Trompetero porque la producción de películas colombo-rusas no se acabará? ¿Existen las películas colombo-rusas? ¿Existen las películas de Harold Trompetero? ¿El hermano de Petro es mamón?

Lo cierto es que el mundo busca la receta santista para remediar el principal conflicto bélico del globo y es el momento de ofrecerla con generosidad. Programar un próximo encuentro al que asista Roy Barreras (que en ocho días logrará dejar nombrado un sobrino en el Parlamento ucraniano) con el general Naranjo para que inicien negociaciones con el antiguo “ejército rojo”. Ofrecer al servicio secreto de Kiev a Juan Carlos Pinzón como agente doble. Añadir a modo de detalle al Olinguito Villegas. Proponer un plebiscito por la paz en que gane el NO porque los hackers rusos contratan a Juan Carlos Vélez para que propague noticias falsas. Y si es el caso extender el manto de la paz total de Petro hasta la zona, misión que su propio hermano podría conseguir cuando organice una visita clandestina a la famosa prisión rusa El delfín negro: 


—Este no es mi uniforme de negociador: es que me picó un alacrán en Crimea —explicará a medio vestir con bata médica, mientras se le destapa una tetilla. 

Si la fórmula falla, queda la alternativa de enviar a Kiev, con un pote de mermelada, al recién elegido contralor: el puro y bueno Carlos Hernán Rodríguez. Si logró unir en torno suyo a Petro con Uribe, en un fin de semana hará lo propio con Putin y Zelenski. Es cuestión de que el pastel alcance para todos.

Solo faltaría encontrar quien lo reemplace en la Contraloría. Podría ser el Perijasaurus lapaz.


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