Daniel Samper Ospina
28 Junio 2020

Daniel Samper Ospina

En mi diario de cuarentena

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Día 12.
Después de haber atendido tres reuniones de trabajo eternas por Zoom y de celebrar un cumpleaños por Webinar, capté que hoy era domingo. La nota optimista del día: aprendí que Webinar no es un verbo ni insulto ni una enfermedad urológica, como suponía. Tampoco el nombre de un futbolista de Santa Fe: Webinar Velásquez. Marcador de punta.

Día 16.
Mi prima caleña llamó a contarme que bailó salsa en la discoteca de bioseguridad inaugurada por el alcalde Ospina: Juanchito. (Juanchito se llama la discoteca, no el alcalde Ospina. El alcalde Ospina se llama Jorgito, y es muy ruidoso y se cree muy iluminado: como una discoteca). Pidieron un combo para parejas: traía media de ron, picada, visera de cirujano y un galón de desinfectante. Luego bailaron la canción Señora muerte.

Día 28.
Estaba tan aburrido, que chismoseé una telesesión del congreso justo en el momento en que la cámara (la del Zoom, no la de representantes) ponchaba al representante Juan Pablo Celis en calzoncillos, con la porquería en la mano: ¡en semejante órgano tan importante! (Hablo del Congreso). Lo peor es que con esa misma mano aprueba leyes claves como la de declarar el carriel patrimonio cultural, u otorgar –dios mediante suceda– la cruz de Boyacá a la changua, que es tibia, es bogotana y tiene huevo. Como yo, según el petrismo.

Día 31.
Contraté un abogado para que me ayudara a descifrar si: a) el día que quería salir había pico y género; b) mi barrio quedaba en cerco epidemiológico; c) debía llenar alguna aplicación para evitar multas; d) mi oficio se encontraba en las excepciones de Duque, pero no en las de Claudia López; e) mi oficio se encontraba en las excepciones de Claudia López, pero no en las de Duque; f) había toque de queda. Al final el abogado no me supo decir pero me pasó una cuenta de cobro que no tengo ni idea de cómo voy a pagar, porque en la empresa redujeron el salario.

Día 37.
Entregué mis datos a una aplicación del distrito, y después supe que no era necesario. Espero que sean responsables con la información y no ventilen lo que dije de mis ingresos ni de mis hemorroides. Me tensioné mucho mientras descargaba la aplicación, y eso es malo para todo, en especial para las hemorroides. Definitivamente soy muy malo para manipularlas. Hablo de las aplicaciones. Hasta hace poco pensaba que Coronapp servía para que uno eligiera qué tipo de coronas quería para sus muelas o su funeral. Maldita enfermedad. Lo peor es que se habla de un rebrote. Hablo del coronavirus. (Y de las hemorroides).

Día 40.
En Caracol informan sobre abejas asesinas, volcanes en erupción y lluvia de meteoritos y, por si faltaran noticias apocalípticas, nombraron a Paloma Valencia en el comité de la paz. ¿Qué sigue? ¿Que Uribe acuse a Petro de paramilitar?

Día 48.
Llevé al parque a mi papá porque tenía su media hora de salida semanal, pero se trató de volar otra vez: atravesó la calle sin mirar si venían zorros o nutrias con sus crías. Perdió mi confianza. No lo vuelvo a sacar. Alcanzamos a regresar antes de las seis para ver el programa del presidente, que está buenísimo: corrió el pico para agosto. Descontando los de La venganza de Analía, es el pico más largo de la televisión colombiana.

Día 57.
Duque amplió la cuarentena pero clasifiqué en 42 de las nuevas 43 excepciones planteadas por el decreto, entonces pude salir a la calle. La ciudad estaba repleta. Un vendedor ambulante me vendió un tapabocas de segunda, y, a pesar de su insitencia, no me lo probé. Me queda gigante, pero se ajusta bien a la barbilla (donde nos lo ponemos en la oficina para poder hablar).

Día 65.
La policía mató a golpes al muchacho afro Anderson Arboleda. Pensé que en la Casa de Nariño tendrían que apagar la luz y meter a Iván Duque al búnker de Palacio o al menos al garaje por donde antes ingresaba alias Job; que rebautizarían la universidad Sergio Arboleda para no rendir homenaje a esclavistas: a lo mejor permitiendo el Sergio, para evitarle líos a los sergistas, pero con el apellido de otro personaje destacable: como el cantante de merengue Sergio Vargas. Pero no sucedió absolutamente nada.

Día 69.
El gobierno lanzó el programa de la hipoteca inversa y estoy intentando que mi papá no se entere: sería fatal para mis pretensiones hereditarias, e injusto que lo único que termine heredándole sean las hemorroides.

Día 72.
Duque organizó un día sin IVA. La gente atiborró las grandes superficies para comprar televisores cuyas pantallas, a diferencia de la curva de contagio, son planas. Fui a Alkosto y me endeudé para comprar uno en que cabría de pie Pachito Santos. Ahora veo el programa de Duque con una tecnología que tiene lo que al gobierno le falta: alta definición. En el capítulo de ayer promovió el distanciamiento social con tarjeticas verdes y rojas.

Día 84.
Tarjetica roja a María Fernanda Cabal por ponerse a priori del lado de siete soldados que violaron en manada a una niña embera de doce años. Ella siempre del lado del débil. El fiscal dice que no fue violación sino abuso. Le faltó asegurar que era una acción de guerra. Pero no de Ciro Guerra, a quien ocho mujeres salpicaron con testimonios de abuso. Qué país. Todas las noticias son de ese talante. Solo falta que Santa Fe anuncie la contratación de su nuevo marcador de punta: Webinar Velásquez.

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