Daniel Coronell
27 Noviembre 2022 03:11 am

Daniel Coronell

EXTRADICIÓN TORTUGA

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La justicia de Estados Unidos lleva casi dos años esperando la llegada de un miembro de la élite bogotana pedido en extradición. Aunque el tiempo promedio entre la captura del extraditable y la aprobación final del trámite es de diez meses, esta petición está parqueada hace casi dos años en la Corte Suprema de Justicia. El caso es el del médico Carlos Elías Mahecha Díaz, antiguo accionista de la Clínica del Country, pedido por la Fiscalía del Distrito Sur de la Florida, acusado de estafar a más de 160 personas en una operación que suma 40 millones de dólares. Antes de contarles su historia quisiera hacerles una comparación para que ustedes puedan ver la inexplicable diferencia con el trámite de otras extradiciones.

Álvaro Córdoba, el hermano de la senadora Piedad Córdoba, fue capturado el 4 de febrero de este año y su extradición fue aprobada por el presidente de la república esta semana, el 23 de noviembre. Es decir, entre su captura y la firma de aprobación final transcurrieron nueve meses y 29 días. 

En contraste, el doctor Mahecha fue capturado el 20 de febrero de 2021 y este domingo se cumplen un año, nueve meses y siete días, sin que su proceso salga siquiera de la Corte Suprema de Justicia. 

De acuerdo con las normas, lo único que el Alto Tribunal debe hacer es verificar la identidad de la persona pedida en extradición y establecer si la conducta por la que es solicitada también es delito en Colombia. Si se cumplen los dos requisitos debe aprobar la extradición y enviarla para la firma presidencial.

En este caso, los dos requisitos están satisfechos pero el proceso se ha movido con pasmosa lentitud en el despacho del magistrado José Francisco Acuña Vizcaya. 

De acuerdo con el registro del proceso, el último trámite se efectuó el 5 de septiembre de este año, hace ya dos meses y medio, pero nada que sale la aprobación. Una fuente de la Corte Suprema de Justicia me indicó que quizás el próximo miércoles, en la última sesión del año de la Sala Penal, se produzca el demorado visto bueno para la extradición de Mahecha.

Carlos Elías Mahecha era un prestigioso médico anestesiólogo e inversionista, miembro de un prominente círculo social de la capital y cuya fortuna le permitió ser accionista de dos centros asistenciales entre los que está la Clínica del Country, vendida a una multinacional en 2019.

Tuvo todo lo que podía desear en la vida pero quería un poco más. El que esperaba fuera el negocio más grande de su existencia terminó siendo su perdición. 

Él y su socio Juan Arcila conocieron unas propiedades en la exclusiva zona de Bal Harbour en el norte de Miami. Parecían estar a buen precio y creían que cualquier proyecto en el área estaba destinado al éxito. Pensaron en un conjunto de lujosos apartamentos y después en un complejo hotelero. Las propiedades costaban 22 millones de dólares y para comprarlas decidieron apalancarse en inversionistas, muchos de ellos miembros de su círculo social.

La promoción del proyecto la hacía en buena parte el doctor Mahecha en su lujosa oficina equipada con la última tecnología y amoblada exquisitamente. Quienes estuvieron en esas reuniones aseguran que todo irradiaba solidez y poder. La presentación del proyecto Bal Harbour Quarzo y los videos que mostraban las propiedades de Mahecha en Colombia.

A los inversionistas les prometieron retornos que estaban entre el 18 y el 22 por ciento y la devolución de su inversión a más tardar en año y medio. De acuerdo con la petición de extradición, revelada en su momento por El Espectador, Mahecha y su socio se dieron cuenta pronto de que el proyecto era inviable pero siguieron recibiendo inversionistas. Les dilataban indefinidamente los pagos o les daban cantidades mínimas para tranquilizarlos.

Ya no eran solamente miembros de la élite bogotana sino familias de clase media que les entregaron sus ahorros confiados en el adagio según el cual “hay que invertir donde invierten los ricos”. Con la plata nueva tapaban huecos viejos, pero Mahecha seguía viviendo como un magnate. Incluso en comunicaciones internas de la compañía hay expresiones despectivas para los últimos inversionistas a quienes consideraban idiotas. 

Cuando empezaron las demandas, Juan Arcila compareció voluntariamente a la justicia de Estados Unidos donde fue juzgado y condenado a 51 meses de prisión.

Mahecha, por su parte, consideró que su lío era puramente civil y que podría dilatar indefinidamente su respuesta simplemente no yendo a Estados Unidos. Nunca esperó que lo acusaran de conspiración y estafa cometida en ese país.

Quizás para él sea la hora de admitir que ese viaje no puede seguir aplazándose.

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