Como dijera alguien de un país no vitícola, “de todo hay en la villa del Señor”. Sí, en esa villa hay gente incauta, gente inteligente, gente estúpida y gente malvada. Así clasifica a la humanidad el historiador italiano Carlo Maria Cipolla, cuyo centenario de nacimiento se celebra este año. Sobre la tabla cipollesca o cipollana versea hoy el profe Pompilio Iriarte.

El escritor italiano
don Carlo Maria Cipolla
(en castellano, Cebolla),
divide el género humano
en cuatro grupos. Cercano
a ensayistas ponderados,
nos deja clasificados
en estas clases de gentes:
incautos, inteligentes,
estúpidos y malvados.
El incauto se hace daño,
pero ganan los demás.
Ingenuo como el que más,
es uno más del rebaño.
Fácil presa del engaño
de políticos buscones
y leguleyos cabrones.
Burlado hasta por idiotas,
el más tonto lo derrota
y lo embaucan los bribones.
El malvado se aprovecha
de estúpidos y de bobos.
Estafas, trampas y robos
es lo que el malo cosecha.
Muy cerrada va la brecha
entre asesino y tirano,
autócrata y soberano,
sicópata y homicida,
dictador y genocida,
lo peor del ser humano.
Inteligentes y cuerdos
actúan en favor de todos.
Ganamos de todos modos,
pues lideran los acuerdos
y dejan bellos recuerdos.
Mire bien, astuta gente
que busca pactos y miente
y no quiere concertar:
¿nos podrían contestar:
eso es ser inteligente?
El imbécil, por igual
se hace daño y daña a otros.
No sabe lo que es Nosotros
y es su ego un tumor tal,
egosarcoma letal
que hace metástasis pronto.
Estúpido y necio orondo,
no hay quien lo eduque y corrija.
¡Ay de aquel pueblo que elija
para mandatario a un tonto!
Los incautos —con frecuencia—,
locos, malvados, prudentes,
y más los inteligentes
aceptan sus deficiencias,
reconocen sus falencias,
pero el imbécil de raza
cree que a todos sobrepasa:
mientras menos tiene ingenio,
más se siente como el genio,
como el gallo de la plaza.
Pompilio Iriarte
