Nuestra decimera existencialista, Beatriz Ordóñez, reflexiona en esta ocasión sobre el año que ya se nos vino encima, la nueva oleada de virus y lo que le ocurre a un ciudadano colombiano cuando se toma unos vinos tranquilos frente al televisor.

Con nadadito de perro
Este año habrá que cruzarlo
llenándonos de valor;
que no nos gane el temor
y podamos enfrentarlo,
con la intención de librarlo
de tanta mano indolente,
sucia, vil, cruel y demente.
Pidámosle al veintidós
que nos ayude, por dios,
a elegir buen presidente.
Esto es en serio
La pandemia desbocada
está haciendo de las suyas;
no es fácil que la rehúyas
pues anda desaforada;
contagia como si nada
a quien pase descuidado
sin mascarilla, a su lado.
Por favor ten muy presente
que el ómicron, inclemente,
quiere dejarte noqueado.
Vacúnate sin demora;
vete y alista tu brazo,
derrota ya de un zarpazo,
si no lo has hecho hasta ahora,
a esta pandemia traidora.
A mis vacunas me atengo
y sin dudar lo sostengo:
me siento bien protegida
y espero salir con vida,
si al Covid no lo contengo.
Instinto de conservación
Para mi salud mental
pensé no ver noticieros;
pero seamos sinceros:
es del todo elemental
saber lo fundamental
de este mundo en que vivimos;
así pues, tomé unos vinos,
encendí el televisor,
y aguanté con gran valor
los desastres que sufrimos.
Cambié el canal un momento
y vi una encuesta impactante:
en este mundo inquietante,
vive mucho más contento,
aunque no tenga sustento,
un colombiano corriente
que alguien que sea residente
de un país desarrollado.
O el vino duro me ha dado
o Colombia es sorprendente.
Beatriz Ordoñez
