Daniel Samper Ospina
18 Septiembre 2021

Daniel Samper Ospina

Políticos en Máster Chef

— Yo mandé a hacer 42 millones de pesos en galardones de oro, todos con mi firma, para colgármelos a mí mismo en caso de que pierda —cuenta Iván Duque en aquellos fragmentos testimoniales en que los participantes se confiesan ante la cámara.

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La espléndida Claudia Bahamón aparece en pantalla y da la bienvenida al programa Master Chef Politicians, en inglés, la versión de este reality que ahora se realizará con políticos invitados: ¿creían que las únicas jugaditas que disparaban la audiencia eran las de la exmodelo Catalina Maya? De ninguna manera: acá estarán los expertos en juego sucio que harán con el rating lo que con el pueblo cuando obtengan la presidencia: reventarlo. 

En la emisión de hoy, los finalistas se presentarán ante un jurado compuesto por los chefs Jorge Rausch, Nicolás De Zubiría y un maestro chileno que decidirán quién obtiene el galardón de oro.

— Yo mandé a hacer 42 millones de pesos en galardones de oro, todos con mi firma, para colgármelos a mí mismo en caso de que pierda —cuenta Iván Duque en aquellos fragmentos testimoniales en que los participantes se confiesan ante la cámara.

La bella Claudia pide que rinda cuentas ante el jurado el primer concursante: el cocinero humano que tiene el plato servido. Para esta elección. 

Se pone de pie y camina hasta llegar al estrado.

—¿Y cómo se llama ese plato, Gustavo? —pregunta Jorge Rausch.
—Se llama “El plato histórico”, y es la mezcla de dos platos: moros y cristianos…
—¿Cristianos? ¿Y de dónde sacaste a los cristianos? —dice el chileno.
— De Barranquilla: es un señor Saade…

Un silencio bochornoso se toma el ambiente. 

El propio chef humano lo rompe:

—También hice tacos al pastor. Es con el mismo pastor.
—Puedes acompañarlo con un “egg roy” y te queda más eclético… —sugiere el juez chileno.

El jurado costeño, entonces, le da un bocado. 

—Sabe un poco a viejo, Gustavo. ¿Y con qué lo acompañas?
—Con papas en casco… Los cascos me los donó Gustavo Bolívar.
—Bueno: métele un poquito de carne de diablo, por si le quieres vender el alma. Y algo bueno de postre —dice Rausch.
—El postre es raspao de playa de dos millones de pesos elaborado por Benedetti…
—¿Rosita?
—No, Armando.

Acto seguido, el juez Nicolás de Zubiría ordena la presencia del siguiente concursante: Alejandro Gaviria.

—¿Y tú qué hiciste, compatriota? –dícele el chileno.
—Una tortilla…
—¿Solo eso? 
—Sí… Con huevos de 1800 que me pasó Alberto Carrasquilla…
—¿Carrasquilla?
—Él es probablemente la persona que más sabe de huevos de 1800 en el país… 
—Pero esto te quedó completamente aguado, Alejandro —dice el costeño tras el primer bocado.
—Qué pena, hermano, es que he dormido muy mal –se defiende el nuevo chef.
—¿Ni siquiera hiciste postre?
—Pensaba servirlo con un liberal, pero César Gaviria me dijo que él se encargaba; luego se puso a hablar de parlamentarios, cocinados y mordidas… 
—¿Y tú qué le dijiste?
—Analicé unos fragmentos de Desayuno en Tifanny`s, la novela de Capote…

El jurado Rausch llama entonces a Oscar Iván Zuluaga, que trae un plato suculento.

—¿Por qué esa cara? ¿Te sentó mal el plato?
—No, no, chef: yo soy así…
—Bueno: lo tuyo se ve delicioso, Oscar Iván: ¿cómo se llama?
—Bistec a caballo a los tres huevitos…
—Qué rico, ¿y qué trae?
—Es carne 100% vacuna, lograda con ayuda de Fedegán y de todo tipo de vacunas: la hice con la chef Cabal; trae lengua en salsa azul, idea de Marta Lucía; carnitas y huesitos; tres huevitos de codorniz …
—Suena pesado…
—Pesado si viene con periodo de repetición… La idea es cambiar la coca por la marihuana y que el plato pueda satisfacer el monchis…

Un desconcertante silencio invade el set.

—¿Y de postre?
—Cabello de (Guillo) Ángel. Y de tomar se sirve con un jugo del general Mora o de pepitas de fresa con banano: cada quien escoge.

Los chefs se lanzan unos a otros caras de admiración hasta que prueban el plato. No dicen nada. Solo piden la presencia del siguiente participante: Sergio Fajardo.

—Tus platos están tan vacíos que se parecen a las raciones que servimos en mi restaurante: ¿eso fue a propósito, Sergio? —indaga Jorge Rausch.
—Es que en realidad es una metáfora.
—¿Pero no le pusiste siquiera una proteína, un pescado? —pregunta el chileno.
—Pensé en filetes de ballena pero no se consiguen…
—¿Y estos chorreones de acá?
—Era para hacer una ensalada a la Hidroituango, con una reducción de aspiraciones venenosas a la Barbosita… Pero no alcancé.

El juez chileno lo prueba.

—Pero este plato no está ni tibio, Sergio —se queja.
—¡Caliéntalo! ¡Échale Romero! —le dice el jurado De Zubiría—: ¡y sírvelo con un jugo de partido verde!

La hermosa Claudia llama entonces a que comparezca otro miembro más de la farándula en desuso que invitan a este tipo de espectáculos: el excantante y expresentador Iván Duque, que se acerca jovial, con la llamativa bandeja de un mamífero dorado de cuerpo entero, que tiene una manzana en la boca.

—¡Qué maravilla, Iván! ¿Qué es eso tan bueno?
—Es ministro al horno… En este caso, ministra: no conseguimos el ejemplar machito y nos gusta la paridad.

El chileno le mete muela.

—No tiene la piel dura, está como chicluda —asevera.
—Y además se te quemó por completo —complementa Jorge Rausch. 
—En efecto, —señala De Zubiría, severo—: la dejaste quemar: ¡no sirve para alcaldesa ad hoc de Sincelejo!

Rausch se lanza al rescate: 

—¿Con qué lo acompañaste?

Iván, entonces, responde con  propiedad:

—Viene bañada en oro y con unas lonjas en salsa Char que me costaron 70 mil millones de pesos … 
—Es un plato caro, como para servir en mi restaurante —comenta Rausch.
—El lío es que huele mal —advierte el chileno.
—Sí, sí: elegiste una ministra que de golpe estaba pasada de términos…

Pero Iván continúa impasible ante las críticas:

—La servimos con una espesa mermelada que repartimos por todos lados y unas tajaditas de la torta presupuestal: no de maduro, porque está a punto de caer…

 Los chefs analizan el plato.

—La presentación es perfecta: la manzana en la boca me encanta —dice el chileno.

El chef de Zubiría, sin embargo, detecta un grave error:

—Mira este descuido —se queja—: ¡hay un pelo!
—En realidad es un cabello, chef: Margarita Cabello: ella ya abrió investigación pero para que luego quede sellada y la ministra se dore bien.

Jorge Rausch interviene:

—¿Y el postre, Iván? ¿Qué has pensado de postre?
—Arequipe con breva a la Diego Cadena, servido con leche de (cargadito de) tigre, para que se llorosee esa breva —responde el participante con orgullo.

Los jurados se retiran a deliberar sobre los platos finalistas. Arriba, en el balcón de eliminados, Rodolfo Hernández amenaza con darles bala.

Regresan para anunciar que han decidido declarar desierto el premio por primera vez. Entonces Iván Duque se autoproclama ganador; Gustavo Petro golpea las cacerolas de la cocina e invita al público a sabotear el programa; a Sergio Fajardo se le caen los platos; Alejandro Gaviria cita a Piketty y logra dormirse (porque ha dormido mal). Entra el Esmad. Se dispara el dólar. Se agita el público. Duque critica a Santos. Llegan al estudio cuatro mil afganos. Y, en medio de ese caos, reaparece la exmodelo Catalina Maya, que rescata a los miembros del jurado, mientras la bella Claudia Bahamón despide el programa.

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