Weildler Guerra
5 Enero 2023

Weildler Guerra

Bandidos

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La historia ocurrió hace más de cincuenta años. En una pequeña ciudad del Caribe colombiano existía un ladrón legendario. Este era conocido por sus pasos sigilosos y su extraordinaria destreza que le permitían realizar sus fechorías sin apelar jamás a la violencia. Encontrándose a altas horas de la noche en el centro de la ciudad sin haber logrado hallar un lugar para robar, ingresó al almacén de un comerciante de zapatos que le era conocido, pero el cansancio, derivado de una larga e infructuosa búsqueda, lo hizo quedarse profundamente dormido en el interior del local. En la mañana siguiente el propietario del almacén encontró al ladrón dormido y dio aviso a la policía que capturó al aún somnoliento ladrón. Ya esposado el bandido le dijo al comerciante que solo había entrado a su negocio a dormir, pero no a hurtar sus propiedades como era evidente. Luego le prometió que algún día tendría noticias suyas.

Una mañana, pasado un largo tiempo, el comerciante de calzado fue a abrir su local encontrando que allí se había cometido un hurto singular. En cada una de las decenas de cajas se encontraba el zapato que correspondía al pie izquierdo de cada par. Era notorio que quien había ingresado a su negocio no buscaba obtener provecho ni para sí ni para un tercero. Varios días después los zapatos faltantes fueron encontrados, ya inservibles y llenos de lodo, sumidos en un pantano maloliente. El comerciante se acordó de la promesa del bandido. Pensó entonces que quizás era cierto que aquel no se había introducido en su negocio con el ánimo de robar.

Cabe peguntarse ¿cómo surge en la humanidad la figura del bandido?, ¿cómo alguien se convierte en bandido? En estos frescos días de enero es agradable consultar las obras del historiador Eric Hobsbawm sobre esta figura social. Sus libros, Bandits y Primitive Rebels, son ya clásicos sobre el tema. El bandido social, afirma este autor, es principalmente rural no urbano. Figuras como Robin Hood constituyen el arquetipo del bandido y esta idealización se ha convertido en parte de la tradición popular. Esto se plasma en manifestaciones orales como cuentos y canciones y en la literatura en célebres novelas.

El bandido suele expresar formas primarias de protesta social contra los abusos de los gobernantes o la rebeldía ante un régimen manifiesto de injusticia. Son, en consecuencia, figuras cuyos actos anteceden a la acción política organizada, Aunque para el Estado los bandidos son simples criminales, para algunas sociedades campesinas son sus héroes y campeones que luchan contra los poderosos.

Quizás debido a nuestro prolongado conflicto, y a una extendida depravación en las actuaciones de los grupos armados de todas las ideologías, hemos otorgado poca atención al estudio del bandidaje social en Colombia. Sin embargo, perviven en muchos relatos. Para dar un ejemplo, durante décadas la música popular de acordeón idealizó la figura del contrabandista aventurero y valiente que, con sus exóticas mercancías, eludía los controles aduaneros oficiales que clausuraban el mar. Estos controles fueron percibidos como opresores e ilegítimos.

Al final, Hobsbawm traza una enriquecedora imagen poética cuando resalta el perfil del bandido, cuyos trazos deben ser simples y dignos de ser recortados. Una silueta proyectada sobre el horizonte de la memoria y de la historia como la de Don Quijote en su lucha contra los molinos. Como la de los jinetes del Lejano Oeste cabalgando solitarios en las calles vacías de un pueblo bajo la clara luz del mediodía.

wilderguerra@gmaiil.com

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