Juan Fernando Cristo
5 Octubre 2022

Juan Fernando Cristo

Cambio de tercio

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Al concluir el encuentro con sus ministros el viernes pasado en Hatogrande, el presidente Petro señaló que el principal legado de su gobierno sería el cambio. Ninguna sorpresa. Su propuesta central de campaña fue esa y son múltiples las ideas de reformas, algunas de las cuales aún no aterrizan. Salud, pensiones, rural, territorial, defensa, política, educación, aparecen en la agenda pública. ¿Hasta dónde llegarán? ¿De qué manera se concretarán? ¿Logrará el gobierno torcer el brazo a las fuerzas reactivas al cambio que dominan el Congreso? Son interrogantes que falta despejar, pero sin duda habrá reformas en la búsqueda de un país más incluyente, solidario, equitativo y pacífico.

Mientras los focos se concentran en los cambios en salud, pensiones, ruralidad y política, de manera silenciosa, solo con decisiones de gobierno y en apenas dos meses hay un vuelco total en relaciones exteriores. Comenzamos a recuperar la presencia adquirida por Colombia en los escenarios internacionales con su diplomacia para la paz, que se había perdido los últimos cuatro años.

Los hechos son contundentes. La relación con nuestro principal aliado, Estados Unidos, vive una nueva era de mayor cercanía y equilibrio, menos subordinación, más diversificación y franqueza en la conversación entre ambos países. Nos gastamos cuatro años en renarcotizar las relaciones bilaterales y buscar la reanudación de las aspersiones aéreas con glifosato que nunca tuvieron chance alguno, en una relación ideologizada con el presidente Trump. Ahora, se percibe una constante comunicación de las dos administraciones, discusión franca y abierta de los temas sobre los que no hay coincidencias y una visión compartida en problemas cruciales para la humanidad como la lucha contra el cambio climático. En materia de drogas es muy significativa la visita del influyente secretario de Estado, Blinken, y su respaldo al nuevo enfoque integral en la lucha contra el narcotráfico que defiende el presidente Petro. Quedan temas difíciles en la agenda como el sometimiento a la justicia de bandas criminales, la extradición, Cuba y otros, en los que con seguridad se encontrarán caminos de trabajo conjunto en medio de las diferencias.

En el caso de Venezuela el contraste no puede ser mayor. En solo dos meses se abrieron las fronteras, se restableció la relación bilateral, surgen posibilidades para nuestra economía en momentos en que se prevé una fuerte desaceleración para 2023 y se reanuda la cooperación entre las Fuerzas Armadas de ambas naciones para combatir las mafias criminales en sus fronteras. Es apenas el comienzo de un largo y complejo proceso en el que surgirán diferencias de fondo entre los dos gobiernos, especialmente en materia de derechos humanos, pero siempre será mejor tramitarlas conversando directamente y no a través de declaraciones e insultos mediáticos que no buscaban solución a ningún problema, sino protagonismo político.

El posicionamiento inicial de Petro en el escenario internacional y latinoamericano sirve a los intereses de Colombia, que al final debe ser el objetivo de cualquier política exterior. Su protagonismo en la defensa del medio ambiente y la búsqueda de mayor equilibrio e integralidad en la lucha contra el narcotráfico, serán muy útiles para los resultados internos en ambos frentes. Ese nuevo liderazgo presidencial, la profundización y diversificación de una relación con Estados Unidos más pragmática y cercana y el restablecimiento de la comunicación con Venezuela, constituyen entonces la cuota inicial de un cambio de tercio vital para los intereses colombianos en el mundo. Esta nueva política, más realista y menos ideologizada, nos permitirá jugar un papel importante en la necesaria e inevitable transición democrática y pacífica en Venezuela. Si Lula finalmente gana la segunda vuelta en Brasil, el mapa de Latinoamérica completará un cambio que nadie imaginaba hace apenas tres años. Los seis países más grandes y poblados del continente estarán gobernados por dirigentes de la izquierda democrática con sus diversos matices. Brasil, México, Colombia, Argentina, Chile y Perú. Se abre así la posibilidad de concertar agendas comunes en lo ambiental, la lucha contra el narcotráfico, la inclusión social, la democracia en Venezuela y otros temas. En ese nuevo escenario regional Colombia tendrá un papel importante para jugar… y ganar.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas