Luis Alberto Arango
3 Junio 2022

Luis Alberto Arango

Campañas presidenciales: gastar por gastar ya no sirve

Es hora de modernizar la ley que regula la financiación de la campaña presidencial y que fue escrita hace 17 años.

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Por Luis Alberto Arango E.

Hoy son 27.400 millones de pesos los que el Estado colombiano está dispuesto a reembolsar como gastos de cada campaña presidencial en primera vuelta, siempre y cuando cumpla un umbral mínimo de votos. Una cifra enorme por donde se vea y que comienza a parecerse a paisaje, cuando la mencionan.

Revisando cifras de gastos de candidatos presidenciales en primera vuelta de las recientes elecciones de mayo de 2022 y las de 2018, se encuentran interesantes números que obligan a reflexionar sobre si el tope de 27.400 millones de pesos debe reducirse y si de paso la Ley 996 de 2005, que reglamenta la elección de presidente de la república debe ser modernizada.

“La primera vuelta presidencial… trajo sorpresas, no solo porque Rodolfo Hernández quedó de segundo sino porque hizo una campaña presidencial austera comparada con los usuales gastos de una campaña presidencial”.

Sin que haya habido mayor debate o sustento, la Ley 996 de 2005 decidió que el tope de gastos de una campaña presidencial en primera vuelta sería de diez mil millones de pesos ($10.000.000.000) para la primera vuelta y de seis mil millones de pesos ($6.000.000.000) para la segunda vuelta presidencial, si la hubiere.

Estos valores se han indexado año tras año por el IPC (índice de precios al consumidor) hasta llegar a la cifra actual –año 2022– de veintisiete mil cuatrocientos cincuenta y tres millones noventa y cuatro mil quinientos cincuenta y siete pesos moneda corriente ($ 27.453.094.557).

“La suma de gastos de todos los candidatos de este año 2022 no supera el 40 por ciento de los gastos de la campaña presidencial de 2018…”.

La primera vuelta presidencial que se llevó a cabo el pasado 29 de mayo trajo sorpresas, no solo porque Rodolfo Hernández quedó de segundo sino porque hizo una campaña austera comparada con los usuales gastos de una campaña presidencial. Gastó 3.200 millones de pesos mientras que el gran perdedor de la jornada electoral, Federico Gutiérrez, gastó 17.000 millones y no logró pasar a la segunda vuelta. Lo anterior demuestra que no necesariamente el que más gasta es el que gana.
 
Gustavo Petro, por su parte, gastó 8.000 millones de pesos y fue el ganador de la primera vuelta.  No olviden esa cifra porque será importante para que la comparen con la que gastó en su campaña presidencial del año 2018.

Visto de otra forma, ninguno de los candidatos presidenciales de este año gastó los 27.000 millones de pesos que eran el tope máximo de campaña permitido por la ley. Paradójicamente la suma de los gastos de quienes ganaron la primera vuelta, Petro y Hernández, ni siquiera da el 65 por ciento de todo lo que se gastó Federico Gutiérrez. 

“..gastar por gastar a manos llenas, como se demostró en la campaña de Federico Gutiérrez, no es garantía de triunfo”.

Adicionalmente, hay algo muy interesante que se observa al analizar los gastos de las campañas de la primera vuelta de 2022 contra las de 2018. La suma de gastos de todos los candidatos de este año 2022 no supera el 40 por ciento de los gastos de la campaña presidencial de 2018 para la primera vuelta. Mientras en 2018 la suma de gastos de las campañas fue de 95.000 millones de pesos, en 2022 fue de 36.000 millones de pesos. ¿Qué pasó? Difícil saberlo a ciencia cierta.

Por ejemplo, Gustavo Petro, en 2018, gastó 23.900 millones de pesos y en el año 2022, 8.000 millones de pesos. Es decir, menos de la mitad. ¿Eficiencia? ¿Menor costo de la pauta electoral? o ¿que, dadas las encuestas sabían que no tenían que esforzarse mucho? Podrían haber gastado los mismos 23.000 millones del año 2018 o más, pues era evidente que, con su liderazgo en las encuestas, le repondrían sus gastos de campaña, ya que con holgura iba a obtener los votos suficientes para cubrir incluso hasta los 27.000 millones autorizados por el Estado colombiano.

Para dar cuenta de los cuantiosos gastos de una campaña electoral, en 2018, la campaña de Iván Duque se gastó 24.000 millones de pesos, casi el tope de lo autorizado para ese año. A Petro ya lo mencionamos. Germán Vargas 21.000 millones y Humberto de la Calle y Sergio Fajardo 10.000 millones de pesos cada uno.

“Es momento de actualizar la Ley 996 y urgente bajar el excesivo tope de gasto de la campaña presidencial”.

Así como no sirvió para nada el altísimo gasto de Federico Gutiérrez para estas elecciones de 2022 y da pesar que nuestros impuestos financien la ineficiencia de su campaña, la de Rodolfo fue una verdadera sorpresa: con menos del 20 por ciento de lo que se gastó Gutiérrez, lo superó en votos y logró pasar a la segunda vuelta. Lo que sucedió en el año 2018, comparado con 2022, fue el festival del gasto. 

A la mayoría de los candidatos les tuvimos que reponer aproximadamente 65.000 millones de pesos por cuenta de nuestros impuestos, en cambio, en 2022, se repondrán gastos por menos de la mitad, aproximadamente 30.000 millones de pesos, después de descontar los aportes y donaciones que hacen los privados.

A pesar de esa gran diferencia de gastos de una y otra contienda electoral, no creo que se pueda decir que en la campaña del año 2022 no se conocieron las ideas y propuestas de los candidatos por falta de cubrimiento, viajes, conocimiento, propaganda, etcétera.

Los gastos de las campañas presidenciales y sobre todo la de Rodolfo Hernández –que fue la que en términos del costo por voto obtenido fue la más baja de todas– demuestra que no se requieren gastos de cerca de 30.000 millones de pesos, por candidato, para hacer una campaña presidencial. Y que gastar por gastar a manos llenas, como se demostró en la campaña de Federico Gutiérrez, no es garantía de triunfo. 

Sin perjuicio de la importancia de que los candidatos hagan visitas a ciudades y se presenten en discursos en plaza pública, las nuevas formas de pautar en redes sociales y llegarle al elector a través de plataformas como TikTok, Instagram, Twitter, Facebook y WhatsApp, cambiaron e hicieron más eficiente la forma de hacer política. Estas formas de comunicación no eran relevantes en el año en el que se expidió la norma que regula el gasto de las campañas presidenciales.

Estas plataformas ofrecen hoy mayor eficacia y eficiencia en el gasto de una campaña electoral que decenas de miles de camisetas, gorros y afiches que no transmiten ningún mensaje real y útil para el elector. Y parece que son más efectivas que cientos de cuñas en radio y millones de pesos en propaganda televisiva o pauta escrita, medios que ya no ofrecen el alcance y la capacidad de generar frecuencia como la tenían en el pasado.

Es momento de actualizar la Ley 996 y urgente bajar el excesivo tope de gasto de la campaña presidencial. El alto tope actual, lejos de brindar garantía a los candidatos, se vuelve un permiso para gastar sin eficacia, contra el bolsillo de nuestros impuestos y condena, de paso, al electorado a seguirse exponiendo a la ley del que más gasta con tal de obtener el voto y no al que logra convencer por sus ideas y real capacidad de liderazgo.

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