Velia Vidal
5 Agosto 2022

Velia Vidal

Censurar la pedagogía antirracista

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Me invitaron a la decimosexta edición del Festival de libros para niños y jóvenes, un evento que realizan en Bogotá, durante octubre, la Cámara Colombiana del Libro y el Instituto Distrital de Artes (Idartes), pero hace un par de días me notificaron que el comité de programación censuró los contenidos de mi taller. 

El taller censurado se llama Para vernos mejor y nació de una conversación con el equipo de bibliotecas de Comfenalco Antioquia, interesado en hacer sus servicios más incluyentes. Enfocándome en el tema afro y pensando en su incidencia en Urabá y el Bajo Cauca, construí una propuesta que inicia con la pregunta sobre qué es lo afro y qué es lo que define al pueblo negro; propone la revisión de conceptos asociados a lo étnico, el taller desarrolla la idea de las acciones afirmativas, el enfoque de derechos y el uso de términos como afro, raizal y palenquero. Además, se habla de la historia de los esclavizados, de la visibilidad, de la representación, del concepto de racismo, sus múltiples manifestaciones en nuestra sociedad y cómo se refleja en las aulas, bibliotecas, espacios de animación a la lectura y la literatura. 

En la última parte se analizan libros con los mediadores, para identificar cómo se representa lo afro en ellos, si reproducen o no estereotipos, si exotizan o pauperizan a las poblaciones y los sujetos racializados o si, al contrario, los dignifican. 

Parece ser que esta es la parte que les incomoda a los organizadores del Festival. Argumentaron que se trata de recursos públicos –como si no fueran estos los que debieran destinarse para construir equidad– y que por eso debía acogerme a las siguientes alternativas: cambiar el taller por un debate en el que discutiera con una persona de posturas diferentes a las mías; hacer el taller sin libros; usar solo libros extranjeros para no referirme a autores y editoriales nacionales o solo libros considerados referentes positivos, lo que en todo caso exigiría, para que me dieran el visto bueno, que les enviara mi presentación y la lista de títulos.

Lo primero que hice fue explicar por qué el taller no cumplía la misma función que el debate propuesto, aunque ambos sean importantes; frente a las otras opciones, creo que ni siquiera vale la pena detenerse a explicar por qué son absurdas, finalmente les dije que no haría el taller porque claramente se trataba de censura a una apuesta pedagógica antirracista. Una censura que pone en evidencia que este equipo no está dispuesto a que haya crítica, distanciándose así del momento histórico que vive nuestro país y en el que estamos aprendiendo la importancia de decirnos la verdad, aunque duela. 

Los más de 70 docentes y mediadores que han estado en este taller conmigo, gracias a Comfenalco Antioquia y al Banco de la República en Santa Marta, Quibdó, Buenaventura, Apartadó, Caucasia o Medellín, podrán dar fe de las muchas veces que repito que no creo en la cancelación, que no creo que esos libros deban ser descontinuados o eliminados de las aulas. Lo que defiendo es la necesidad de que los mediadores identifiquen las formas de racismo en el contexto escolar y editorial, se planteen las preguntas adecuadas y elijan caminos constructivos para abordar estos contenidos.

También podrán contar los participantes que en ningún caso me refiero a la condición étnica de los autores porque mi trabajo no se enfoca en la absurda afirmación que algunos han querido achacarme: que solo los afros podemos escribir sobre lo afro. No creo en eso y no lo he afirmado ni en público ni en privado.

Es muy doloroso ser censurada y que sea por nombrar el racismo e intentar hacer pedagogía en un sector estratégico para la cultura. Todo esto es la confirmación de que el antirracismo es una constante batalla por defender lo que debería ser obvio: que necesitamos hablar de racismo para construir una sociedad más justa.  

Pero quienes luchamos por esta causa debemos seguir adelante, así que quiero hacer el taller en Bogotá en la misma fecha y con los mismos contenidos que he abordado siempre, pues mi trabajo de estos años me ha permitido corroborar que hay personas, colectivos y organizaciones interesadas en estos temas, que reconocen la importancia de revisar nuestro sistema editorial y bibliotecario con incidencia directa en niños y niñas. 

Debo hacer el taller por mi compromiso como promotora de lectura, porque trabajo mayoritariamente con población afro, porque vivo en un país que me ha hecho sentir su racismo y decidí sobreponerme a la postura legítima de muchos afros que se rehúsan a enseñar a los blanco-mestizos a no ser racistas, convencida del poder de la pedagogía para vencer un flagelo que, como ampliamente se ha demostrado, cuesta vidas. Que sirva esta columna como caja de resonancia para que estos temas no queden silenciados.

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