Juan Fernando Cristo
15 Noviembre 2022

Juan Fernando Cristo

Cien días distintos

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Los análisis sobre los primeros 100 días de Gustavo Petro reviven los extremos en que se encuentra dividida la sociedad colombiana. Unos, en depresión e indignación, señalan que en apenas un poco más de tres meses el nuevo Gobierno se entregó a Venezuela, generó crisis con sus anuncios económicos y la reforma tributaria provocó la disparada del dólar y puso en riesgo a Ecopetrol. Los otros, en cambio, con júbilo y entusiasmo, advierten que en tan escaso tiempo ese mismo Gobierno comenzó a construir un verdadero paraíso en el que viviremos los colombianos en el futuro, sin violencia, con reconocimiento pleno de derechos, respetados en el exterior y sin pobreza ni exclusión. La realidad no se encuentra en ninguno de los dos bandos. Lo que sí es cierto es que son 100 días distintos a los de gobiernos anteriores en Colombia.

En este tiempo ha quedado claro que los discursos de Gustavo Petro van a una velocidad y las ejecutorias del Gobierno por otro carril. Que en el terreno político el jefe de Estado es más pragmático de lo que muchos suponían y construyó los acuerdos de siempre para asegurar sus mayorías en el Congreso. Que no aspira solo a ser el jefe de Gobierno, sino a ejercer un liderazgo internacional con su compromiso radical con la descarbonización de la economía. Que hay un gabinete equilibrado, que ya no se divide entre liberales y conservadores, sino entre aquellos con experiencia en la administración y los activistas políticos. Que habrá menos reformas de las anunciadas en campaña por el candidato, pero más de las que pretenden quienes todavía no entienden que hay un Gobierno de izquierda democrática. Que la búsqueda de la paz con los grupos que siguen en armas será más importante que la implementación integral del acuerdo con las Farc. Que tendremos ministros y altos funcionarios buenos, regulares y malos, como en gobiernos anteriores. Que se aprobó la reforma tributaria más liberal y progresiva en décadas. Que hay un enorme desorden administrativo en el interior del Gobierno. Que hay mayor equilibrio y diversificación en las relaciones bilaterales con Estados Unidos.

El ritmo de estos 100 días no tiene precedentes. El intenso debate de la reforma tributaria; el anuncio de las negociaciones de paz con el ELN, disidencias y bandas criminales; el impensable acuerdo de tierras con Fedegán; el restablecimiento de las relaciones con Venezuela y la apertura de la frontera; el nuevo enfoque en la lucha contra el narcotráfico y el propósito de impulsar la transición energética, aun sin un plan detallado, son coherentes con lo que se dijo en campaña. Sus grandes banderas electorales son hoy compromisos de Gobierno. Un modelo tributario más justo y progresivo, la paz total y la lucha contra el cambio climático son sus mayores apuestas, sin saber todavía si su ejecución será exitosa o no.

Mientras tanto, unos actores de la sociedad se han adaptado más que otros al nuevo escenario. Los partidos se acomodaron, incluso desde antes de la elección, para sorpresa de unos e indignación de otros. Los proyectos que hace apenas seis meses hundía la aplanadora duquista, como el Acuerdo de Escazú o la creación de la Jurisdicción Agraria, son hoy aprobados en medio del júbilo de la aplanadora petrista, conformada por los mismos, con excepción de las bancadas de izquierda. Los que sí no reaccionan son algunos sectores empresariales y gremiales que lucen desconcertados.

En estos 100 días bajaron los asesinatos de líderes sociales, disminuyeron las tarifas de energía y comenzó un riguroso proceso de saneamiento de la SAE. También se evidenció la improvisación y desconocimiento de muchos funcionarios, el desorden del Gobierno, la impuntualidad del presidente y las diferencias en el interior del gabinete, que no son tan extrañas ni novedosas. Sin embargo, por encima de lo bueno, lo malo y lo feo, es cierto que desde el 7 de agosto tenemos un Gobierno más parecido al país real que los que teníamos antes.

Se suele citar al expresidente López Pumarejo como el autor de la frase “a la gente le gusta ver caras nuevas en los carros oficiales”. Ahora más que nunca se hizo realidad y tenemos un Gobierno diverso, plural, incluyente y con muchas caras nuevas. Esa es la mejor noticia de estos 100 días. Hoy no tenemos elementos de juicio suficientes para predecir si el Gobierno de Petro será mejor o peor que los anteriores. Diferente sí, sin duda.

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