Rodrigo Lara
2 Noviembre 2022

Rodrigo Lara

¿Claudia “Bukele”? La justicia se respeta

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Cuando escuché los términos con los cuales la alcaldesa Claudia López se refirió a la rama judicial, no daba crédito a mis oídos: en un principio llegué a pensar que se trataba de alguna de esas diatribas demagógicas de Nayib Bukele, el mini Trump salvadoreño, especialista en explotar los miedos de la gente para luego canalizarlos hacia un enemigo construido para hacerlo responsable de las frustraciones colectivas. 

La verdad es que en el pasado yo nunca había escuchado a un alto funcionario de la rama ejecutiva referirse a los jueces de la república de la forma como lo hizo la alcaldesa: “la mal llamada justicia...”; “mientras no tengamos rama de la justicia, si no rama de la impunidad…”, “los jueces creen que robar es un deporte y no un delito…”.

La alcaldesa pretendió justificar insultos gratuitos con una estadística que se sacó de la manga y que naturalmente no está en capacidad de probar, según la cual los jueces, por deporte, liberan a ocho de cada diez capturados. Cuando una afirmación de este tenor no tiene sustento, pierde cualquier credibilidad y se convierte en una falacia, es decir en un sofisma para distraer a la opinión pública de las verdaderas causas y responsabilidades que explican la inseguridad que aqueja a los bogotanos.

En política un sofisma es un ejercicio de manipulación, que por lo general obedece a una construcción narrativa que en este caso se reduce a la siguiente leyenda: la alcaldesa no asume su responsabilidad en la prevención del delito, sino que se la transfiere a la rama judicial y de paso al Congreso, para presentarse ante la opinión pública como una luchadora solitaria contra el crimen.

Hacer política contra la rama judicial es fácil. Al fin y al cabo, como alguna vez lo mencionaron Adorno y Horkheimer “el furor se desencadena en quien aparece como indefenso”. Y la rama judicial en términos políticos es indefensa, porque no delibera políticamente y solo se pronuncia a través de sus fallos. Al no poder inmiscuirse en los debates políticos, pues se convierte en un cómodo saco de arena para cualquier político que quiera atribuirle los reveses de sus medidas de seguridad.

Lo cierto es que estas desafortunadas declaraciones de la alcaldesa parecen anticipar el inicio de la campaña a la Alcaldía de Bogotá e incluso preavisan las siguientes presidenciales, en las cuales la alcaldesa con seguridad querrá participar en cuerpo ajeno en las primeras y directamente en las segundas, propósitos que la obligan a sacudirse anticipadamente de los regulares resultados en seguridad de su administración.

Los jueces no son los responsables de prevenir los problemas de inseguridad, tarea que le corresponde a la rama ejecutiva nacional y local. Por otro lado, la rama tiene un cruel déficit de recursos humanos, físicos y financieros, que sobrepasa su capacidad y aun así sus funcionarios cumplen con su misión institucional. Es la rama ejecutiva, de la cual hace parte la alcaldesa, la encargada de asignar el presupuesto público y hasta fecha de hoy no hemos visto que la administración distrital lleve a cabo políticas de complemento y apoyo a los funcionarios judiciales que ejercen en la jurisdicción el distrito. Un fiscal promedio puede tener bajo su responsabilidad cerca de 9000 casos para los cuales cuenta con no más de un auxiliar.

Si bien hoy vemos más consistencia de la alcaldía en el combate contra el crimen, la verdad es que perdieron mucho tiempo para construir una política eficaz de lucha contra este cáncer. Hasta hace poco la alcaldesa negaba la presencia en Bogotá de estructuras de macrocriminalidad y minimizaba los embolsamientos de cadáveres desmembrados como simples vendettas entre narcos. Lo cierto es que hoy violentos combos como los que existen en otras ciudades del país realizan una extorsión generalizada al comercio en varias localidades de Bogotá.

Yo espero que la alcaldesa recoja esas palabras que irrespetan a la justicia y demonizan a tantos funcionarios judiciales que cumplen con su misión a pesar de las limitaciones de recursos. Volverlos chivos expiatorios no resuelve el miedo y el sufrimiento de los bogotanos por la inseguridad. Claudia López es una mujer aguerrida que llegó a la alcaldía por sus convicciones y su carácter para defenderlas. Espero que como demócrata recapacite y entienda con humildad que se equivocó maltratando a los funcionarios judiciales. Sin duda, la próxima administración distrital tendrá la imperiosa tarea de coordinar con la fuerza pública y la rama judicial, una acción contundente en contra del crimen organizado que se instaló en Bogotá porque la única alternativa es derrotarlo.

 

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