Mariana Garcés
1 Abril 2022

Mariana Garcés

¡Coherencia por favor!

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“La más absoluta coherencia entre comportamientos, conductas y creencias es un sueño imposible, pero no por ello debemos cejar en el empeño aceptando como inevitables las actitudes mezquinas, hipócritas o fanáticas”.

León Festinger

(1919-1989)

 

Colombia en esta contienda electoral ha demostrado que sufre, como país, de disonancia cognitiva. No solamente la padecen algunos de los aspirantes a presidentes o vicepresidentes, sino también los ciudadanos que defienden una u otra causa; se ven a sí mismos como adalides de la coherencia cuando en ocasiones los hechos y las cifras demuestran exactamente lo contrario.

A veces me pregunto cuál es el propósito de discutir si es tan difícil ver el punto de vista del otro o aceptar que se está equivocado. L Festinger, manifiesta que parece que no estamos dispuestos a cambiar las creencias sobre ciertos asuntos tales como la política.

Cuando nos llega una información que resulta incontrovertible, y que es contraria a lo que hemos defendido, la primera reacción es negarla con contundencia o justificarla, porque aceptarla supone una disonancia cognitiva que siempre es difícil de asumir. Es ahí donde caemos en un peligroso autoengaño que se convierte en hábito social, lo que impide una mínima concordancia ideológica tan necesaria para una sana y agradable convivencia.

Esto explica que busquemos nuestras fuentes de información en emisores afines con lo que creemos; nos llenamos de argumentos en nuestra misma frecuencia, aunque en nuestro fuero interno tengamos sospechas de que así no es. De esta manera fácilmente podemos llegar a la  descalificación permanente del otro y a la caverna del fanatismo, uno de los grandes males que nos llevan al fracaso como sociedad.

Somos seres humanos con nuestro pasado, nuestros valores y nuestras perspectivas. Ya es hora de hacer esfuerzos por propender por una mínima imparcialidad y coherencia lo que implica cierta flexibilidad dogmática, y aceptar que estamos mediados por los desafectos o la afinidad. No existe la perfección absoluta y es necesario entender que es posible contrastar y oír con respeto otras posiciones a ver si logramos una mínima objetividad y no tanta descalificación que resulta agotadora. Esta conducta se repite en casi todos los frentes.

He aquí algunas de estas perlas. Incoherencias asombrosas recientes.

Íngrid Betancourt tan crítica de las maquinarias y la corrupción, ahora quiere aliarse con el Centro Democrático en un frente común. Hipocresía y oportunismo. Decepcionante el papel que Íngrid ha jugado en esta campaña electoral.

Marbelle y sus palabras descalificadoras hacia Francia Márquez; ni el discurso de la candidata a la Vicepresidencia del Pacto Histórico es barato, ni mucho menos es deseo de Francia engañar a la gente. ¿Qué pretende la cantante con este comentario infame? Generar odio, hacerse notar, crear polémica; porque la verdad, no agrega nada.

Todos los que llaman “tibio” a Sergio Fajardo. ¿Será que ser educado e intentar no agredir al contrincante es ser tibio? No lo creo. Nos estamos acostumbrando a los golpes y a las palabrotas en la política. Eso es lo que vale.

Rodrigo Noguera rector de la Universidad Sergio Arboleda, supuestamente un educador, considera normal el lobby ante la justicia para interferir en los fallos judiciales y tranquilamente sostiene que esa es la realidad de este país. ¿Qué tipo de personas están formando en esa universidad?

Federico Gutiérrez es un uribista vergonzante. ¿Cuál es la razón para ocultarle a Colombia que él es el candidato de Uribe y del Centro Democrático? ¿Cree acaso que eso le resta votos? Él representa el continuismo del gobierno de Iván Duque y se desgasta tratando de explicar que no lo es.

Gustavo Petro buscando alianzas con César Gaviria para intentar sumar y ganar en primera vuelta, pues sabe que en segunda no la tiene fácil. ¿No es Gaviria acaso representante del establecimiento que el Pacto Histórico tanto critica?

Rodrigo Lara Sánchez, fórmula vicepresidencial del candidato Gutiérrez, que abandona sin razón las banderas que siempre había defendido para unirse al candidato de derecha y cambia radicalmente de bando.

Los cuestionamientos a la Registraduría que le desapareció 500.000 votos al Pacto Histórico. ¿Por qué sigue el registrador sin explicarle al país lo ocurrido y tranquilo en su cargo?

Este escenario es complejo. Estamos viviendo en el todo vale y además en la intolerancia. Nadie quiere reconocer las contradicciones. O piensas como quiero que pienses o te descalifico, aunque sea necesario utilizar argumentos falaces. Ya es hora de comprender que no existen los redentores ni los mesías.

Invito a que se valoren los programas, la experiencia, y que se nos permita votar por quien realmente creamos que sea capaz de conducir a Colombia a buen puerto y sin sobresaltos en los próximos cuatro años. La realidad es que tenemos mucho en juego y necesitamos un poco de coherencia.

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