Yohir Akerman
15 Abril 2022

Yohir Akerman

Con el pecado y con el Gnecco

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Un senador electo del Partido de la U utilizó en su campaña a funcionarios del sindicato de la Unidad Nacional de Protección para imponer a compañeros pertenecientes de la entidad el voto a su favor.

El senador es una joya y el escolta también. Esta es la historia de cómo se desvirtuó el papel de un funcionario encargado de proveer seguridad, para convertirse en promotor de una campaña electoral. Y de cómo se hizo reelegir un senador, que nunca debió reelegirse, a punta de presiones y jugadas indebidas. No es la historia del mundo al revés, más bien de la democracia al contrario.

Vamos por partes.

Cuando se desmanteló el antiguo Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, por comprobarse que estaban realizando, en el gobierno del expresidente imputado Álvaro Uribe Vélez, chuzadas y seguimientos ilegales a líderes de la oposición, se creó la Unidad Nacional de Protección, UNP, para encargarse de la seguridad en protección y escoltas de personas.

Desde entonces la UNP ha sido un organismo de seguridad encargado de proteger a los funcionarios del gobierno, políticos de oposición, líderes sociales, juristas, periodistas y otros, y garantizar la defensa de los derechos humanos de las personas que presentan riesgos, amenazas y vulnerabilidades en el país.

Muchos de los funcionarios que trabajaban en seguridad en el extinto DAS, pasaron a la UNP, en donde realizan una valiosa labor de protección, escoltas y seguridad.

En Colombia, por su historia violenta, esa es una tarea muy importante, pues tienen que proteger a muchas personas en riesgo. Entre ellos a los líderes sociales en las regiones de más alta peligrosidad. Sus funcionarios son, casi siempre, personas valientes, que se están jugando la vida por sus protegidos y garantizando su seguridad y la de sus allegados. Un trabajo admirable.

Incluso yo he sido uno de sus protegidos. Por amenazas de muerte que he recibido y riesgos que se me han generado por diferentes denuncias en mis columnas de opinión, la UNP me ha brindado en un par de ocasiones, protección con personas especializadas para eso.

Ahora bien, como cualquier otra entidad gubernamental, ha tenido problemas y no ha sido ajena a los grandes escándalos. Esta es la historia de cómo esa misión de seguridad se desvirtuó para convertirse en una entidad haciendo campaña a favor de un senador, para lograr su reelección.

El señor Wilson Javier Devia Pérez, funcionario de planta de la UNP y presidente sindical regional, es oficial de protección grado 11, con sede Bogotá. Lleva más de 10 años en la UNP más otros 11 años en el DAS, para un total de más de 21 años en las dos entidades. Un funcionario curtido.

El pasado 6 de marzo, una semana antes de las elecciones legislativas, el señor Devia envió un mensaje por WhatsApp al chat de diferentes presidentes regionales del sindicato de la entidad, denominado UTUNP.

El chat pedía una reunión, pero se convirtió en algo más.

El señor Devia decía: “Señores presidentes el día de hoy a las 8:30 se realizará la reunión desde Valledupar con el Senador Dr José Alfredo Gnecco con el fin de refrendar el compromiso frente al acompañamiento a la organización sindical en los procesos con la UNP para la vinculación a la planta de personal, por lo anterior los invito a que concurramos muy juiciosamente a dicha reunión en compañía de los directivos y comisiones de quejas y reclamos de las Juntas Directivas de cada subdirectiva”.

A los dos minutos envió un segundo mensaje solicitando confirmación de asistencia. Bastante insistente el señor Devia. 

Chat

Vamos al senador. José Alfredo Gnecco Zuleta, del Partido de la U, es parte del clan Gnecco Cerchar, una familia política y parapolítica con base en Cesar y electorado en La Guajira y Magdalena.

A José Alfredo lo encierra el narcotráfico y la corrupción, todo en la sombrilla de la parapolítica. Empezando por su padre, Lucas Gnecco Cerchar, condenado por la Corte Suprema de Justicia por malos manejos de dineros públicos cuando fue gobernador del Cesar, hasta su tío, Jorge Gnecco Cerchar, fundador del paramilitarismo en el mismo departamento.

El Clan Gnecco nunca ha perdido la oportunidad de meterse en un escándalo. Por ejemplo, el expediente en la Corte Suprema contra Lucas Gnecco, padre del senador, habría sido parte de los manipulados por Luis Gustavo Moreno Rivera con el cartel de la toga.

Pero no para ahí. Hugo Gnecco Arregocés, primo del senador, fue alcalde de Santa Marta dos veces y también fue condenado por corrupción. Su hermana, Flor Gnecco, fue senadora en 2002 e investigada por presuntas irregularidades en la entrega de notarías durante el gobierno del expresidente Uribe Vélez.

El más reciente escándalo de la familia fue la relación con los protagonistas de la ñeñepolítica y la banda de sicarios de Marquitos Figueroa, un traficante de droga de La Guajira.

Todo empezó por Francisco ‘Kiko’ Gómez Cerchar, familiar y socio del Clan Gnecco, quien fue gobernador de La Guajira en 2012 y condenado a 55 años de prisión, por su responsabilidad en el asesinato de una exalcaldesa del municipio de Barrancas. Kiko era el centro de una operación criminal que mezclaba contrabando, narcotráfico y corrupción, junto con quien ha sido señalado como su jefe de sicarios, Marquitos Figueroa.

Una familia ejemplar los Gnecco y con unos socios de primera.

Y no solo es la familia. El propio José Alfredo ha tenido una experiencia y hoja de éxitos, como congresista hace nueve años que brilla por sus ausencias. Eso sí, muy juicioso para votar a favor de mantener sus privilegios, como plantear su posición en contra de eliminar los gastos de representación del salario de congresistas.

Pues volvamos a la reunión citada por el funcionario de la UNP el pasado 6 de marzo.

Cuando los diferentes asistentes se conectaron a la videoconferencia, se llevaron la sorpresa de que la reunión se volvió un evento de campaña. Allí de frente y sin sonrojarse, el senador Gnecco pidió el voto y el apoyo de cada uno de los presidentes para convencer a sus equipos y funcionarios de que tenían que votar por él.

En una grabación de la llamada se puede ver cómo otro funcionario de la UNP le pregunta: Senador, ¿cómo podemos votar por usted, explíquenos cómo debemos de votar por usted?

A lo cual el senador Gnecco juiciosamente responde: “No traje un tarjetón, pero le puedo explicar (…) Este tarjetón ustedes indican en la parte izquierda, yo les voy a enviar un video instructivo para que Wilson se los haga llegar y de tal manera no solamente ustedes se familiaricen con él sino esas personas, sus familias y todos los allegados que ustedes puedan llevarles el mensaje. En la parte inferior del lado izquierdo, van a ver el loguito del Partido de la U y lo marcan con una X”. 
 

Cambio Colombia

Wilson se los hizo llegar.

Olvidando el señor Devia que los funcionarios de la UNP tienen restringidas, según su reglamento, varias cositas en participación de política como: tomar parte en las actividades de las agrupaciones políticas, utilizar su empleo para apoyar una campaña política, intervenir en política o campañas utilizando su poder para favorecer o perjudicar electoralmente a un candidato, y utilizar bienes o servicios del Estado para favorecer campañas electorales.

Las incumplió todas.

Pero tampoco sorprende, ya que el señor Wilson Devia no es que se haya caracterizado por seguir la ley. Por eso ha tenido varios encontrones con la justicia que le acreditan algunos procesos penales pendientes y vigentes. Acceso carnal violento en la unidad de delitos sexuales en la Fiscalía 49, violencia intrafamiliar agravada por tratarse de menor, mujer, anciano o discapacitado, violencia de género y hurto son algunos de sus procesos.

En esta historia donde quedan muchas preguntas por responder, como por qué un congresista está utilizando a los funcionarios de la unidad para conseguir votos y por qué un escolta pasó a hacer labores de estratega de campaña, el senador Gnecco no contestó mis llamadas. El señor Devia tampoco y el director de la UNP se negó a responder correos.

Una columna donde no hay buenos, a diferencia de las muchas películas de Hollywood donde el escolta es el héroe que arriesga su vida para salvar a una persona importante. En contraste, en esta versión criolla, la misión era lograr los votos que necesitaba un clan parapolítico, poniendo contra la pared a funcionarios de la UNP y sus familias, con el fin de seguir manteniendo el poder en el Senado a los Gnecco. Misión cumplida, quedamos con el pecado y con el Gnecco.

 

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