Gabriel Silva Luján
3 Abril 2022

Gabriel Silva Luján

¿Contienda política o lucha de clases?

Las élites, los grupos de interés y el poder a la sombra de las mafias han actuado con torpeza en la mayoría de las ocasiones en que irrumpe la lucha de clases en el escenario electoral.

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Es curioso que más bien pocos escritos hayan enmarcado la contienda electoral en curso desde una perspectiva sociológica. Sin duda hay muchos trabajos y esfuerzos interpretativos sobre lo que está pasando en la campaña. Es así como es fácil encontrar reiterados análisis que intentan dilucidar la conformación del espectro ideológico o la intención de voto; establecer cuántos están a la derecha o a la izquierda; o medir el tamaño del centro político. En fin, abundan los trabajos destinados a anticipar las actitudes y las escogencias de los potenciales electores. Eso está bien, pero creería que es insuficiente dada la excepcional coyuntura que vive el país.

Las elecciones en una democracia son la herramienta para tramitar las diferencias, resolver las pugnas entre sectores políticos y escoger quiénes detentarán el poder. Sin embargo, los conflictos o los dilemas que resuelven las democracias mediante las elecciones no son todos de igual naturaleza ni tienen el mismo alcance en sus implicaciones. Por ejemplo, una cosa son las disputas por el control burocrático del Estado; o por imponer una visión ideológica sobre temas como la política de orden público. Otra muy distinta es cuando se trata de elecciones en las que está latente un desafío al contrato social y un conflicto de alcance existencial. Para decirlo más claramente, es otra cosa cuando detrás de la confrontación electoral lo que verdaderamente se esconde es la lucha de clases.

Es otra cosa cuando detrás de la confrontación electoral lo que verdaderamente se esconde es la lucha de clases.

La actual elección presidencial tiene ese alcance independientemente de cómo se enmarque retóricamente. De hecho, se hacen esfuerzos de todos los lados por no llamar las cosas por su nombre. No es la primera vez que pasa en Colombia. En los momentos de crisis económica, social y de orden público ha hecho erupción precisamente esa confrontación entre élites y pueblo, proyectándose sobre el proceso electoral. Los ejemplos más reconocidos son Gaitán, Rojas Pinilla, Luis Carlos Galán, aunque no son los únicos. En todas esas ocasiones las cosas salieron muy mal para el país y para la democracia.

Las élites, los grupos de interés y el poder a la sombra de las mafias han actuado con torpeza en la mayoría de las ocasiones en que irrumpe la lucha de clases en el escenario electoral. En la actual coyuntura desafortunadamente está ocurriendo lo mismo. El primer error es desconocer el contenido social que está detrás de la confrontación electoral en curso. El segundo error es apostarle al caballo equivocado.

El establecimiento ha enfilado todas su baterías -periodísticas, financieras, políticas- a enfrentar a Petro apostándole todo a Federico Gutiérrez confirmando una dicotomía que agudiza la polarización social y el carácter de lucha de clases que contiene la actual elección. De una manera que no deja de sorprender por su ausencia de sofisticación, las élites se la están jugando por el candidato que representa todo lo que el país mayoritariamente está rechazando. En ese proceso, así ganara su niño mimado, eso no corrige para nada la realidad de que el país vive una ruptura profunda en un consenso social pegado con babas. De hecho, gane Petro o Fico, se ahondará la lucha de clases y pasaremos de una polarización política basada en la pugna entre la paz y la guerra, a una en la que primará el conflicto entre el establecimiento versus las fuerzas sociales hastiadas de la desigualdad y la concentración de la riqueza y el poder. 

Las élites se la están jugando por el candidato que representa todo lo que el país mayoritariamente está rechazando.

Al ignorar a Fajardo -como lo revelan los esfuerzos de los medios de comunicación propiedad del establecimiento- están acabando con la única posible solución para construir un pacto social inclusivo y una política de transformación social dentro de la democracia. El reformismo liberal ha demostrado su capacidad en el pasado de transformar al Estado y a la sociedad. Por más que se autoproclamen herederos de Alfonso López Pumarejo, Fico y Petro tienen demasiado rabo de paja para creerles. La victoria de cualquiera de los dos ahondará la lucha de clases.

Dictum. La independencia periodística está amenazada en el mundo. En algunos casos por los autócratas en otros por los plutócratas. En el caso de Colombia hay un poco de ambos.
 

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