Mauricio Cabrera
19 Mayo 2022

Mauricio Cabrera

Crecimiento, ¿para quién?

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¿Por qué si en el primer trimestre de este año el PIB registra un crecimiento del 8,5%, y el 100% de los funcionarios públicos se aplauden y elogian mutuamente, el 89% de la gente opina en las encuestas que la situación económica está empeorando?

La respuesta técnica a esta pregunta es simple: porque el PIB no es un buen indicador de la situación económica y mucho menos de la social. Esto se sabe hace muchos años, y en 2010 el entonces presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, encargó a dos de los mejores economistas del mundo, ambos premios nobel, Joseph Stiglitz y Amartya Sen, que propusieran nuevos indicadores para medir el bien-estar económico y social de los países.

La respuesta práctica para Colombia también es simple: porque los frutos de este rápido crecimiento del PIB se han quedado en los bolsillos de unos pocos, mientras que a la mayoría de la población solo les han quedado las migajas. 

Un crecimiento mal distribuido

Varias cifras del mismo Dane corroboran esta respuesta. Todas corresponden a la comparación entre la situación del año prepandemia (2019) con la de 2021, puesto que para algunos de estos indicadores todavía no se han publicado las correspondientes al primer trimestre de 2022, y porque para este período el Dane cambió la metodología para la medición del desempleo, de manera que no es posible comparar con el primer trimestre de 2020.

Gráfico

En 2021 la economía colombiana se recuperó de los efectos del mal manejo de la pandemia, y en términos reales el PIB fue superior en un 2,8% al registrado en 2019; en términos nominales el crecimiento fue del 11%. Sin embargo fue un crecimiento mal distribuido, pues la remuneración de los asalariados solo creció el 7%, mientras que las ganancias de las empresas (excedente de explotación) crecieron casi el doble, 13,8%.

También fue mal distribuido el crecimiento de las ganancias entre los distintos sectores productivos, pues en algunos como la construcción cayeron 27% mientras que el comercio y la industria crecieron 23%, o en la agricultura 28%.

La mala distribución se empeoró con el comportamiento de los precios, toda vez que los índices de inflación fueron diferentes para las personas de ingresos altos (9,9%) y para los pobres (15,5%). En razón a que los precios que más han aumentado son los de los alimentos, y los pobres destinan una mayor parte de su ingreso a alimentarse, la inflación les pegó más duro, lo que significa que se “comió” todo el aumento del ingreso nominal que tuvieron los asalariados, y en 2021 estaban más pobres que dos años antes.

El principal motor de la economía sigue siendo el consumo de los hogares que, según el Dane, en el primer trimestre de este año se incrementó en 12,2% en términos reales. También hay una mala distribución de este consumo, que es lógica pues si los pobres reciben menos ingresos tienen que consumir menos.

El Consumer Report de la firma RADDAR presenta una cifra de crecimiento muy diferente a la del Dane, solo 3,23% anual, pero muestra que hay menos hogares aumentando el consumo, y que la distribución es muy desigual. Este año el consumo de los ingresos altos ha crecido al 6,3% ,mientras que el de los pobres está prácticamente estancado, incrementándose solo el 0,75%.

El mismo reporte muestra que el 75% de los hogares compró menos cosas en el último mes, el 22% compró lo mismo y solo el 3% aumentó sus compras. En otras palabras, la mala distribución del ingreso se convierte en un freno al crecimiento, pues si la mayoría de los hogares pudieran comprar más, habría más producción y ventas. 

De otra parte, como lo comenté en otra columna, la evolución del PIB en estos dos años ha sido la de un “crecimiento SIN empleo”, y hoy se está produciendo una mayor cantidad de bienes y servicios, pero con menos trabajadores. Por eso, a finales de 2021 había 1,16 millones menos empleados que dos años antes. Por supuesto, esto significa un número similar de hogares con menos ingresos y más hambre.

Si el mayor valor de la producción se hubiera repartido equitativamente, o el gobierno hubiera tenido una política redistributiva más eficiente, se habría podido reducir el número de personas que cayeron en la pobreza por causa del manejo de la pandemia. Esto no sucedió, y hoy hay 2,15 millones más de pobres en el país, y 1,42 millones más en situación de pobreza extrema.

Usando una frase célebre del siglo pasado: “La economía va bien pero la gente va mal”. 

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