Mauricio Cabrera
17 Febrero 2022

Mauricio Cabrera

Crecimiento sin empleo

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La aceleración del crecimiento del PIB en 2021 superó las expectativas y sorprendió a todo el mundo, incluso al presidente que debe estar bien dateado. Una tasa anual del 10,6 por ciento es la más alta registrada en la historia nacional, y pone a Colombia entre los países con mayor crecimiento del mundo para orgullo y satisfacción de las autoridades.

Sin embargo, este optimismo no es compartido por la opinión pública. Según la última encuesta de Invamer el 88 por ciento de la población considera que la situación económica está empeorando, y después de diez años el desempleo y la economía han vuelto a ser vistos como el principal problema del país, inclusive por encima de la corrupción, lo cual es muy significativo, dado que la encuesta se hizo después de que reapareciera el escándalo de la compra de votos de Aida Merlano con Char y Gerlein.

Para tratar de comprender esta contradicción es necesario analizar cómo fue el crecimiento y, sobre todo, qué pasó con el empleo.

La recuperación de la pandemia

Lo primero que se debe recordar es que este alto crecimiento se da un año después de una caída del PIB del 7 por ciento, la cual también es la mayor recesión en toda la historia. Por eso hoy en todas partes se mira el comportamiento del PIB en relación con 2019, es decir precovid.

En esta comparación los resultados no son tan favorables. El crecimiento bianual fue muy bajo, solo 2,8 por ciento. En consecuencia, según el análisis de Fedesarrollo “aún hay un brecha frente a la tendencia pre-pandemia: la economía es un 4 por ciento menos y  produjo 47 billones menos”.

Los sectores de mayor crecimiento en 2021 fueron la industria (16,4 por ciento), el comercio (21,2 por ciento) y las actividades de entretenimiento y recreación (33 por ciento). Pero estas mismas habían tenido caídas significativas el año anterior: 10 por ciento, 14 por ciento y 11 por ciento respectivamente, lo cual para los analistas de Bancolombia “implica que, pese a que hubo una recuperación genuina relevante, la cifra histórica de crecimiento también dependió en gran medida de la baja base de comparación registrada en 2020.”.

Que estos sectores hayan crecido mucho no significa que sean los “motores” del crecimiento como se oye decir con frecuencia. Si el comercio, los restaurantes y las industrias vendieron más, es porque hubo más consumidores que compraron más. Cualquiera de esos sectores produce más porque vende más, y vende más porque hay clientes nacionales o extranjeros que les compran más.

En el corto plazo, el verdadero motor de la economía son la demanda interna y las exportaciones y en el caso de 2021, el incremento del consumo de los hogares explica el 98 por ciento del crecimiento del PIB, y junto con la inversión de capital representan el 135 por ciento del mismo.

Gráfico 1

¿Por qué la demanda interna y las exportaciones aumentaron $132 billones y el PIB solo $86,5 billones? Porque una muy buena parte del gasto de los consumidores y los empresarios se destinó a comprar bienes importados, que crecieron 27,5 por ciento, siendo un drenaje que disminuyó el crecimiento del PIB. Esto en sí mismo no es malo, pero sí es preocupante que en 2021 el déficit externo haya sido casi del 10 por ciento del PIB, lo cual es otro récord histórico.

Crecimiento bien, empleo mal

Si bien la producción recuperó la senda del crecimiento y ya es superior a la de 2019, no sucede lo mismo con el empleo pues todavía el nivel de empleo es 5 por ciento inferior al  de antes de la pandemia, lo que significa que hay 1,2 millones de empleos menos; es un caso de crecimiento sin empleo, que en la jerga de los economistas se denomina jobless growth.

La brecha entre el ritmo del crecimiento del PIB y el del empleo es de 8 por ciento para el total de la economía, pero hay sectores como entretenimiento y recreación donde es del 30 por ciento, en hoteles y restaurantes del 28 por ciento o en información y comunicaciones del 20 por ciento. La pregunta que queda para el futuro es si los trabajadores que fueron despedidos serán reenganchados en algún momento, o si el aumento de productividad llegó para quedarse.

Hay otros casos extraños como el sector de la construcción, que disminuyó su PIB en 23 por ciento y, sin embargo, no disminuyó el empleo, o en el sector del transporte, que aumentó el empleo (2 por ciento) a pesar de que se contrajo. En el primer caso, la explicación puede ser que la caída de la construcción se dio en el subsector de obras civiles, que es poco intensivo en mano de obra, mientras que la vivienda tuvo un mejor desempeño.

Gráfico 2

Lo que muestran estas cifras es que las empresas aprendieron a producir con menos trabajadores, bien sea porque tuvieron que hacer un esfuerzo para reducir costos ante la disminución de las ventas, o bien porque las restricciones de movilidad las obligaron a introducir nuevas tecnologías que permiten un uso más eficiente del tiempo y otros recursos. Y cuando se recuperan las ventas, ningún gerente o accionista renuncia a estas mejoras, sino que las va a ver como una forma de aumentar las utilidades.

En otras palabras, estos aprendizajes llegaron para quedarse. De manera que las empresas no van a contratar más trabajadores para producir y vender lo mismo, e inclusive para aumentar un poco la producción. De poco o nada servirán incentivos como los de regalar un 25 por ciento de un salario mínimo de un nuevo empleado. Se requiere una revisión profunda de las políticas para generar empleo.

 

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