Laura Gil
4 Mayo 2022

Laura Gil

De Colombia a Rusia: un embajador sin credenciales

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Las relaciones entre Colombia y Rusia pasan por mal momento y el presidente Iván Duque está decidido a llevarlas al punto de quiebre. El embajador de Colombia en Moscú, Héctor Arenas, está a unos 20 días de la expulsión. 

Mucho protestó la vicepresidenta-canciller Marta Lucía Ramírez por la llegada tardía del embajador de Colombia a Moscú. Al aire, en WRadio, se le escuchó frustrada por la falta de proactividad del funcionario en la planeación de su viaje. Curioso, omitió señalar que el designado delegado no contaba con las credenciales para acreditar su misión ante el gobierno de la Federación Rusa. Es más, a la fecha, aún no las tiene. 

El presidente de Colombia Iván Duque se niega a firmarlas. ¿Qué busca el presidente? ¿La ruptura de relaciones diplomáticas? ¿El pretexto para una crisis bilateral? ¿Hasta cuándo piensa el Gobierno mantener a un embajador sin credenciales? Los pronunciamientos del presidente dan cuenta de una creciente tensión con Rusia. Si el presidente está dispuesto a patear el tablero, la Casa de Nariño debe asumir las consecuencias, disponer el regreso del funcionario y no someter a Colombia a la humillación del retorno forzado de un embajador.

Arenas, un diplomático de carrera, fue nombrado embajador en Rusia mediante el decreto 034 del 17 de enero; el 9 de febrero, se posesionó en Cancillería y el 24 de febrero llegó a Rusia. Uno podría pensar que el retraso va por cuenta del país anfitrión. Al fin y al cabo, la invasión de Ucrania se inició el mismo día de su arribo. Uno se equivocaría. Arenas no ha conseguido su acreditación porque al Gobierno colombiano no le ha venido en gana. “Confirmo que no he sido acreditado todavía por cuestiones internas; todo el resto es necesario hablarlo con Cancillería”, dijo Arenas.

Las cartas credenciales, firmadas por los jefes de Estado y sus cancilleres, dan fe de los nombramientos ante los Estados receptores. Según la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 solo se reconocerá a un agente diplomático a partir de su presentación. En Rusia, el trámite ante el vicecanciller satisface el procedimiento exigido, mientras se espera la cita formal con el canciller Lavrov y el presidente Putin. 

Según la práctica diplomática, cada embajador o embajadora parte con sus cartas credenciales bajo el brazo. “El presidente estaba viajando cuando Arenas se posesionó”, anotan en Cancillería, para excusar a la administración. No hay justificación que valga: ni que, en esta época digital, las cartas credenciales se mandaran a caballo. Las credenciales con la firma de la canciller Ramírez llevan más de dos meses sobre el escritorio de Iván Duque. El acuerdo de supresión de visas para portadores de pasaportes oficiales de 1997 entre la Federación Rusa y Colombia otorga 90 días para la acreditación, un plazo que se vencerá el 25 de mayo.

Cuesta entender si se trata de una manifestación de simple y pura negligencia que se acumula en el proceso de desinstitucionalización al cual este Gobierno ha decidido someter a Cancillería o, más bien, si estamos ante una decisión reflexionada para acabar las relaciones con Moscú. Nada tendría de sorprendente lo segundo. Esta Casa de Nariño percibe el mundo en blanco y negro, opera a punta de ideología y carece de todo sentido pragmático.

Colombia ha demandado la salida de miembros diplomáticos rusos señalados de espionaje. A raíz de la alianza con Venezuela, la canciller Ramírez exigió de Rusia garantías de no agresión. Al Gobierno le inquieta la desinformación rusa, así como su apoyo a la protesta social. Todas son preocupaciones válidas y la conducta de Colombia se enmarcaron en las reglas de juego en el escenario global. 

Con la agresión de Rusia a Ucrania, Colombia subió el tono. Rusia bien merece la condena en defensa de los derechos fundamentales de los ucranianos y de la integridad territorial de los Estados, uno de los pilares fundamentales del orden internacional. Pero ni siquiera Estados Unidos ha llegado al punto de la ruptura de relaciones diplomáticas. 

¿Ha medido el presidente los costos económicos de romper con la Federación Rusa? Son casi 140 millones de dólares de exportaciones en 2021, según el Ministerio de Comercio, con perspectivas de aumento. ¿Y los políticos? Guste o no, Rusia sigue ocupando un puesto permanente en el Consejo de Seguridad, un órgano que tiene la situación colombiana en su agenda.

Catalogar a Vladimir Putin de criminal de lesa humanidad tiene mucho de cierto. Sí, pero ¿cuál es el plan?

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