Helena Urán Bidegain
7 Febrero 2022

Helena Urán Bidegain

De nazis y FF.AA.

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Mi primera columna para la revista Cambio no podía ser una que no estuviera relacionada con la búsqueda de verdad y justicia. Ese ha sido mi compromiso desde que me prometí no volver a callar. Cambio sale al aire en un momento de gran expectativa y en el que mucho está en juego en el país. Lo entiendo como un proyecto que quiere hacer contrapeso al poder, que de manera honesta, respetuosa y humana busca fortalecer la débil democracia colombiana desde la responsabilidad que tienen el periodismo y los medios de comunicación. Por todo esto, me honra ser parte del equipo de Cambio.

Esto que voy a contar primero, es algo que sucedió muy lejos en tiempo y distancia de Colombia. Pero lo hago porque nos sirve para darnos cuenta de que aunque los acontecimientos que describiré son distintos, la esencia humana es en todas partes la misma. Quiero también que nos convenzamos de que no tenemos que conformarnos con “lo que hay” y que confiemos en el potencial que tenemos para buscar nuevos caminos y crear nuevas realidades alejadas de la violencia: 

Hace 80 años, el 20 de enero de 1942, un grupo de 15 hombres bien educados, entre los que había líderes de la Schutzstaffel, mejor conocida como SS —grupo paramilitar creado para proteger a Hitler— y altos mandos del gobierno nazi, se reunieron en una casa a orillas del lago Wannsee a 30 kilómetros del centro de  Berlín.

La finalidad de la reunión era encontrar una articulación efectiva entre los diferentes departamentos gubernamentales y ministerios del Tercer Reich para agilizar la deportación de judíos de toda Europa al este del continente, que ya había comenzado, y que su exterminio fuera de la manera más fluida, eficiente y coordinada posible. Se trataba de concretar la sádicamente llamada “solución final a la cuestión judía”, una manera de decirlo sin mencionar explícitamente que se hablaba de ejecuciones, torturas, cámaras de gas, expropiación, esclavitud, marchas de la muerte, etc. A nivel burocrático todos entendían cuál era el objetivo y cuáles las líneas directivas.

En 1961 Adolf Eichmann (jefe del departamento de asuntos judíos y desalojos del Ministerio del Interior), sentado en el banquillo, se refería a los eufemismos y terminología usados por los burócratas durante el régimen nazi y puestos en práctica concretamente en el protocolo de la reunión de la casa de Wannsee: “Ese era el lenguaje de oficina”: (ver primera página de documento)

Documento 1

En tan solo 90 minutos que duró la reunión establecieron la responsabilidad de cada departamento bajo el mando del general de la SS Reinhard Heydrich, líder del grupo paramilitar y de la policía. Ninguno de los 15 hombres presentes en la reunión se opuso, por el contrario, efusivamente quisieron cooperar con el plan de aniquilamiento de 11 millones de judíos distribuidos por toda Europa y convertidos de manera arbitraria en supuestos enemigos.

A la llegada de los aliados, tres años después de la reunión en la casa de Wannsee, finalizando la Segunda Guerra Mundial, habían sido asesinados por lo menos 6 millones de judíos por los nazis. El resto de los ciudadanos miró hacia el lado, fue indiferente a su sufrimiento, lo que hizo posible el Holocausto.

La casa de Wannsee cayó en desuso. Hasta la década de 1980, la villa fue un albergue juvenil para viajes escolares. Solo después de la reunificación alemana, en 1992, se convirtió en un memorial que explica a sus visitantes en una exposición el uso que se le dio a esa casa, pero también cómo operó el sistema criminal estatal nazi con la privación de derechos, la deportación y la reclusión en campos de concentración y exterminio, la persecución a judíos, romanís, socialdemócratas, comunistas, homosexuales, minusválidos y todo el que pensara diferente al proyecto de aniquilamiento y supremacía nazi.

Soy muy consciente de que no se pueden equiparar las consecuencias de lo acordado en la casa de Wannsee en enero de 1942 con el uso que se le dio a la casa del Museo del Florero en Bogotá, como centro de operaciones durante la retoma del Palacio de Justicia en noviembre de 1985. Sin embargo, sí veo un paralelo muy claro: las dos casas fueron usadas para planear en una y ejecutar en la otra, crímenes de lesa humanidad.

En el caso de la Casa del Florero, se coordinó la selección, división, interrogación y desaparición de quienes salieron del Palacio de Justicia y no volvieron a aparecer. Los pocos que sobrevivieron lo hicieron después de ser brutalmente torturados y amenazados a muerte para que nunca hablaran de lo sucedido.

Desde que visité en 2018 la casa del Museo del Florero, me sorprendió que solo en una esquina de la casa y de manera muy superficial se habla de los hechos ocurridos el 6 y 7 de noviembre de 1985 en Bogotá, como diciendo, pero no diciendo, como mostrando pero escondiendo en el rincón, como exponiendo pero sin enseñar nada que genere alguna reflexión.

Lo he dicho anteriormente, considero que la Casa del Florero debería ser un lugar de memoria; que sus visitantes puedan entender que allí, al igual que los representantes del régimen nazi en la casa de Wannsee, los criminales representantes del Estado colombiano privaron a muchos inocentes de sus derechos, persiguieron a quienes decidieron que eran sus enemigos; torturaron y también planearon ejecuciones y desapariciones, algo que no podemos permitir que se repita nunca.

Lo sucedido en esa casa representa la connivencia de diferentes instituciones como el ejército, la policía, la inteligencia, representantes del Gobierno, incluso la Cruz Roja, los servicios de limpieza, personal de ese mismo museo, etc, que se prestaron para esa barbarie sucedida ese 6 y 7 de noviembre en la capital de Colombia. Muchos participaron, directa o indirectamente, otros vieron y todos callaron. Después se articularían varias instituciones del Estado más, para que todo se mantuviera oculto e impune.

Una exposición permanente en la casa del Museo del Florero podría ser la que hoy se expone en el Museo de Arte Miguel Urrutia (MUMA ) llamada Huellas de desaparición, un trabajo en asocio entre Forensic Architecture y la Comisión de la Verdad y que muestra con claridad el (mal) uso que hicieron las FF.AA. de esa casa. También podría contener testimonios, audios de las conversaciones entre los militares dando órdenes de torturar y desaparecer durante la retoma y que hoy son públicas, cables oficiales ya desclasificados por los Estados Unidos, que reflejan la brutalidad de los hechos y constatan que los militares sabían que iría a suceder la toma:

Documento 2
 Cable desclasificado del 7 de noviembre del Departamento de Defensa de los Estados Unidos :. …“ Las fuerzas de seguridad fueron alertadas por los servicios de inteligencia hace más de una semana de que el Palacio de Justicia era uno de los posibles objetivos del M-19”... Traducción mía.

Y el informe del mismo coronel Luis Alfonso Plazas Vega quien comandó los tanques de guerra que ingresaron al Palacio de Justicia, sobre lo ocurrido esos 6 y 7 de noviembre. (ver copia de la página 1)

Documento 3

El visitante se daría cuenta de que el simple hecho de salir con tanques de guerra, a una toma anunciada, para disparar dentro de un recinto repleto de civiles inocentes, no tiene explicación válida, ni mucho menos justificación. Este tipo de insensateces, basadas en la fuerza y poder, deberían llevarnos a todos al menos a reflexionar sobre el país que realmente queremos y cuánto tiempo más seguiremos apostándole a la guerra. No se trata de decirle al visitante lo que debe o no debe pensar o hacer, sino que el museo tenga una función pedagógica que nos lleve a hacernos preguntas sobre nuestras decisiones éticas y ojalá a luchar contra el peor desafío, como lo es la indiferencia.

Espero que algún día, tal como ha sucedido con la casa de Wannsee, en Berlín, los colombianos estemos listos para confrontar nuestro pasado, reconozcamos hasta dónde hemos permitido que llegue el horror y podamos encontrar la casa de Museo del Florero en Bogotá convertida en un centro de investigación y de conmemoración de los trágicos hechos del Palacio de Justicia.  

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