Johana Fuentes
21 Junio 2022

Johana Fuentes

De esto te hablaban, viejo

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El mapa electoral que se configuró el domingo muestra que las regiones más azotadas por la violencia y con mayores índices de pobreza, desigualdad, desempleo y falta de acceso a servicios básicos –exceptuando Bogotá–, fueron las que le dieron el triunfo a Gustavo Petro. Un claro mensaje de los nadie, como los llamó Francia Márquez, esos nadie ignorados durante el gobierno de Iván Duque.

Es innegable que esta elección presidencial no solo representó el cambio que Colombia pedía a gritos y el castigo a la clase política tradicional, sino también el rechazo a cuatro años de indolencia y desconexión representadas en un presidente que nunca escuchó y que hasta los últimos días de su gobierno ha seguido dando muestras de su torpeza.

Uno de sus desatinos más grandes fue durante el Paro Nacional, provocado por la soberbia de tramitar una reforma tributaria en medio de la pandemia, pero que luego dejó salir la rabia y el descontento por años de inequidad. Los jóvenes, que fueron los grandes protagonistas de ese estallido social, recibieron represión, estigmatización y balas –la mayoría por parte de la fuerza pública– por el simple hecho de ejercer su derecho a la protesta. Cuarenta y cuatro jóvenes perdieron la vida durante esas jornadas. Aún no se han esclarecido los asesinatos.

El gobierno Duque no solo brilló por su incapacidad para tramitar las peticiones del paro. Varios líderes de la derecha responsabilizaron a Petro por ello, otra lectura equivocada de lo que pasaba en las calles. La respuesta de los jóvenes fue clara: nos vemos en las urnas. Seguramente los subestimaron, pero fue algo que sí capitalizó Gustavo Petro y que el domingo agradeció en su discurso: “No es extraño que en esos 11 millones de votos que nos han dado el triunfo, la mayoría sean de jóvenes y mujeres, una marea juvenil y femenina decidió tomarse las urnas”.

La marea femenina de la que habló Petro estuvo jalonada por Francia Márquez, la primera vicepresidenta afro que tiene Colombia, pero no solo eso, también es feminista, víctima de la violencia, madre soltera y lideresa social. Márquez es la representación de sectores históricamente olvidados y también la esperanza de que en el país haya políticas públicas reales para erradicar las violencias basadas en género y de que los derechos hasta ahora adquiridos en materia sexual y reproductiva –como la despenalización del aborto rechazada por el presidente Duque– no tengan un revés, porque aunque en este Gobierno tuvimos a la primera mujer ocupando la Vicepresidencia, Marta Lucía Ramírez no lideró un cambio real para las mujeres en Colombia.

No podemos dejar por fuera la frase que inspiró esta columna y que fue la respuesta a un periodista que le preguntó a Duque por un bombardeo del Ejército en Caquetá en el que murieron siete niños: ¿De qué me hablas, viejo?, respondió, como si fuera el presidente de otro país. Guillermo Botero, ministro de Defensa en ese entonces renunció a su cargo, pero su sucesor, Diego Molano, no se quedó atrás al decir una de las frases más infames que escuché durante este Gobierno: que los menores que murieron en el bombardeo al campamento de alias Gentil Duarte eran máquinas de guerra y por ello se les podía atacar, desconociendo su condición de víctimas por el reclutamiento forzado. A esto se suma el aumento de las masacres –a las que Iván Duque y sus ministros han llamado homicidios colectivos– durante su mandato: Según Indepaz, en 2020 ocurrieron 91 masacres, en 2021 fueron 96 y hasta mayo de este año se han contabilizado 44 masacres, por eso no sorprende que en las zonas afectadas por el conflicto la votación para Petro y Francia haya sido muy alta. Municipios del Cauca como Toribío (94,4 por ciento), Timbiquí (98,5 por ciento) y Argelia (93,4 por ciento), son prueba de ello.

Otro aspecto en el que falló Duque fue en el ambiental. En la cumbre de Glasgow prometió la ratificación del Acuerdo de Escazú –que ya se había hundido en el Congreso–, sin embargo, fue presentado sin mensaje de urgencia y no se discutió en esta legislatura, pese a que Colombia es el país en el que más asesinan líderes ambientales.

El ego, la vanidad y la ceguera para leer la realidad del país llevaron a Iván Duque no solo a salir a votar desfilando por una alfombra roja, cual miembro de la realeza, sino a afirmar que si hubiese estado en la contienda electoral habría sido reelegido. Presidente, cuando se pregunte por qué su gestión ha tenido una de las desaprobaciones más altas, por qué el candidato del uribismo ni siquiera llegó a segunda vuelta y en cambio el país eligió al primer presidente de izquierda, recuerde que de todo esto le hablaron durante su gobierno y usted prefirió mirar para otro lado y hacerse el de oídos sordos.

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