Luis Alberto Arango
9 Septiembre 2022

Luis Alberto Arango

De la derrota de Chile, el aprendizaje de Colombia

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Los gobiernos de Chile y de Colombia pueden aprender mutuamente luego de la derrota del primero en el plebiscito constitucional del domingo pasado.


Más de una hora de retraso tuvo la presentación del nuevo equipo ministerial del gobierno de Gabriel Boric, que se llevó a cabo el pasado martes 6 de septiembre. El cambio de seis ministros fue una consecuencia política por haber sido derrotado en el plebiscito constitucional llevado a cabo el domingo anterior. La demora tiene una historia que pocos conocen en Colombia y que demuestra que el gobierno de Gabriel Boric está dejando a un lado la terquedad y de paso se está acomodando a su nueva realidad. 

Resulta que el presidente chileno anunció que nombraría como subsecretario de Interior a Nicolás Cataldo del partido comunista chileno, para que el subsecretario al que reemplazaría, Manuel Monsalve, fuera el nuevo ministro del Interior. La designación del nuevo subsecretario del interior fue mal recibida y levantó una fuerte polémica por parte de algunos miembros del Congreso chileno. Los congresistas se quejaron porque Cataldo había hecho en Twitter varias manifestaciones en contra de los Carabineros -la policía chilena-. No era para menos, Cataldo en su nuevo cargo iba a supervisarlos. 

El recién designado borró los mensajes de Twitter, pero eso no fue suficiente para que el presidente chileno diera reversa a su nombramiento. Durante la hora de retraso se hicieron acuerdos que lograron un consenso político. A Monsalve lo mantuvo como subsecretario de Interior y como ministro designó a Carolina Tohá del Partido por la Democracia, que es un partido político de centroizquierda, quien había sido Ministra Secretaria General de Gobierno en el primer gobierno de la ex presidenta Michelle Bachelet.

Con esta señal, el mensaje era claro, el Palacio de La Moneda –la sede de gobierno del presidente chileno– no quiere entorpecer su devenir político defendiendo tercamente un nombramiento, cuando lo que necesita, hoy más que antes, es lograr unidad y consenso para resolver la encrucijada que tiene entre manos.

“El recién designado borró los mensajes de Twitter, pero eso no fue suficiente para que el presidente chileno diera reversa a su nombramiento”.

La tranquilidad que trajo el cambio ministerial duró poco tiempo. Estudiantes de escuelas secundarias en la capital chilena, se manifestaron exigiendo mejoras y mayor inversión en su educación y expresaron inconformidad porque en el plebiscito no se aprobó el nuevo texto de Constitución. Las manifestaciones se tornaron violentas. Hubo quemas de buses de Transantiago, cierres de estaciones de metro y daños en el mobiliario público.

Paralelamente las fuerzas políticas, con una derecha y centroizquierda oxigenada ante el triunfo del rechazo al nuevo texto de Constitución, se dedicaron durante esta semana a tratar de dilucidar los siguientes pasos para solucionar, junto con el gobierno, el atolladero al que se enfrentan. Boric quiere mantener vivo el concepto de proceso constituyente, aceptando su derrota y entendiendo que debe modular su posición política más allá del cambio ministerial que hizo, dándoles mayor representación a las fuerzas políticas que este año no habían sido bienvenidas en el Palacio de La Moneda.

El presidente chileno pretende convocar nuevamente una Convención Constitucional para volver a redactar una propuesta de Constitución, sabiendo que su conformación debe ser distinta y más representativa de las fuerzas políticas chilenas, que para algunos era la debilidad de la anterior Convención Constitucional. Sin embargo, otras fuerzas políticas piensan que eso es un peligro y el resultado podría ser el de resquebrajar aún más la débil unidad nacional que se ha dado en torno al intento de volver una realidad el mandato del pueblo de renovar su Constitución. Este fue dado por los ciudadanos chilenos en un plebiscito llevado a cabo en octubre de 2020. 

Considero que en este momento los chilenos pueden estudiar la experiencia colombiana cuando el No perdió en el plebiscito de octubre de 2016 y que versó sobre si se aprobaba o no el acuerdo de paz con las Farc. Si bien hay diferencias entre un plebiscito y otro, existen similitudes que pueden servir para orientar a los chilenos sobre los pasos por seguir. Una diferencia es que el rechazo al nuevo texto de la Constitución chilena fue 23 puntos porcentuales superior a la aprobación y en Colombia el No perdió por menos de medio punto porcentual (0.43 por ciento), un apretado resultado que si bien nadie cuestionó sí dividió al país en dos. Mientras unos querían llegar a un acuerdo de paz con las Farc, otros no lo querían en los términos planteados por el acuerdo que se sometió a votación.

Una similitud del triunfo del rechazo al nuevo texto constitucional en Chile es que también fue un voto contra el gobierno de Boric, quien es percibido como un gobierno débil, inexperto y arrogante que quiso sacar adelante el cambio de Constitución haciendo oídos sordos a sus críticas. También fue un voto contra la propia Convención Constitucional que fue vista más bien como un grupo mayoritario de izquierda que buscaba una revancha política en vez de representar los intereses de todo el pueblo chileno. En Colombia, el No fue un voto no solo contra los acuerdos sino contra el gobierno de Santos, quien tampoco gozaba de alta popularidad en el momento en el que se llevó a cabo el plebiscito colombiano.

“Fue un acierto el cambio ministerial, la nueva posición conciliadora y la expresión de humildad y genuina aceptación de la derrota que transmitió el gobierno Boric”.

Al ganar el No en Colombia, el baldado de agua fría para el gobierno y para las Farc fue un choque de realidad que les impuso utilizar todos los mecanismos de diálogo y concertación posibles, con los representantes del No, para modificar lo pactado inicialmente con las Farc y poder lograr así la desmovilización del que fuera el grupo guerrillero más antiguo del continente. 

Buscando un pacto nacional de las fuerzas políticas a favor del acuerdo, el gobierno colombiano no invitó a las Farc a hacer una nueva negociación desde ceros ni a someterse a otro plebiscito. Haberlo hecho habría sido contraproducente para el propósito del gobierno Santos de lograr desmovilizar a las Farc. Más bien utilizaron mecanismos constitucionales, con el visto bueno de las mayorías políticas, que permitieron respaldar la posición del Congreso colombiano para aprobar un nuevo acuerdo fruto de varias semanas de reuniones de las fuerzas políticas colombianas, del gobierno y de las Farc para modificar el acuerdo. Este sufrió decenas de cambios comparado con el que inicialmente se sometió a votación de los colombianos.

Al día de hoy las fuerzas políticas chilenas no han llegado a un acuerdo sobre los siguientes pasos después del resultado del domingo pasado. Boric propone una nueva Convención Constitucional y ha hablado de someter su resultado a un nuevo plebiscito. Otras fuerzas dicen que ni convención ni plebiscito, sino más bien un comité de expertos constitucionales que analicen el clamor ciudadano canalizado a través de sus voceros políticos y que propongan una reforma de fondo a la Constitución, para luego ser aprobada por el Congreso.

Los chilenos están viviendo el mismo desasosiego que vivimos los colombianos ante el triunfo del No. La diferencia es que en Colombia se esperaba que ganara el Sí y el resultado tomó a muchos por sorpresa. En cambio, en Chile, a nadie tomó por sorpresa el resultado del rechazo, pero no tenían claro cuál iba a ser el siguiente paso para poder modificar la Constitución chilena. 

“El trino de Petro dice más del presidente colombiano que de los casi 8 millones de chilenos que votaron en contra del nuevo texto de Constitución”.

Fue un acierto el cambio ministerial, la nueva posición conciliadora y la expresión de humildad y genuina aceptación de la derrota que transmitió el gobierno Boric. En contraste y con la ligereza que permite adoptar la lejanía y las redes sociales, el presidente Gustavo Petro trinó “Revivió Pinochet.” al conocer que el nuevo texto constitucional chileno no había sido aprobado en el plebiscito. Un comentario inapropiado para un jefe de Estado y que demuestra irrespeto por el proceso democrático en ese país. 

El trino de Petro dice más del presidente colombiano que de los casi 8 millones de chilenos que votaron en contra del nuevo texto de Constitución. Mientras que el gobierno chileno podría aprender de la experiencia colombiana para definir los pasos que deben seguir a continuación, el Gobierno y la izquierda colombiana también podrían aprender de lo que sucedió en Chile para gobernar con mayor sentido de humildad, sin búsqueda de revanchismos y abocando a la representatividad de todas las fuerzas políticas del país.
 

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