Sebastián Nohra
15 Mayo 2022

Sebastián Nohra

Desuribizar a la derecha

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La duda de qué sería del uribismo sin Uribe desde que el expresidente renunció a su curul en agosto del 2020, se ha ido despejando. La salida del gran líder de la primera línea de combate ha sido fulminante. Despachar desde el Ubérrimo, atender a medios cada tanto y tener que convivir con la prioridad de ganar sus casos en la justicia han traído una versión muy disminuida de Uribe. Sin su energía y convocatoria de antes, el uribismo quedó a merced de un gobierno que no supo seducir ni a propios ni extraños y que, sin buscarlo, colaboró en la decadencia de una de las fuerzas políticas más importantes de la historia de Colombia.

El uribismo por mucho tiempo tuvo el monopolio del voto de derecha y eran ellos los únicos voceros legítimos en los medios de una gran porción del espectro ideológico. El país normalizó que ese almizcle de caudillismo, conservadurismo, la seguridad como primer ladrillo para gobernar y el mercantilismo (uso y abuso del poder político para tener poder de mercado) debían ser la esencia de la representación de la derecha. Eso no debe ni tiene por qué ser necesariamente así.

El Centro Democrático hace agua mientras el Pacto Histórico consolida una fuerza y capacidad de organización asombrosa. La victoria de Petro pareciera inevitable y han logrado construir un stock de presidenciables a mediano plazo. Francia Márquez sería para ellos la fórmula lógica para 2026 y con la suspensión de la semana pasada Margarita Cabello logró convertir a un provocador de profesión que se ríe de nosotros a diario, en un nuevo mártir. La Procuraduría le dio una proyección a Quintero que antes no tenía, le ofreció un nuevo relato para explotar. Su corte de colaboradores ya compara a Quintero con Jorge Eliécer Gaitán, pues ya están en la tarea de fabricar otro caudillo, un producto como sabemos muy demandado en el país.

Así, como están repartidas las cartas, es fundamental que Petro se enfrente en los próximos años a fuerzas políticas renovadas. Con nuevas promesas y voces. En un país presidencialista hasta el tuétano y con un candidato que tiene la determinación de aumentar los tentáculos y la discrecionalidad de la presidencia, es vital tener a gente formada y con el magnetismo político para balancear las cargas. Ahorita ni el Centro Democrático ni el Partido Conservador tienen eso, salvo contadas excepciones. Me temo que gran parte de las élites económicas y políticas que se oponen al Pacto Histórico no han advertido la mala pinta que tiene su mediano y largo plazo. Como los comensales del Titanic, siguen departiendo en el banquete mientras el barco se hunde.

Decía Jhon Stuart Mill que las ideas suelen tener tres fases: su ridiculización, discusión y aceptación. Al margen de si son deseables o no, Petro ha logrado que muchas de sus ideas estén en la tercera fase. Los partidos y sectores que tienen otro país en mente deben entenderlo y hacer una purga de formas, líderes y mensajes. Desuribizar la derecha creo que será un proceso inevitable, pero si viene impulsado desde arriba será más rápido y efectivo.

Pero parece que el cambio será de abajo hacia arriba y tiene todas las señales de que será traumático. El uribismo sigue con la mente y el discurso en versión 2006. No han preparado la era posuribe, y si el ala Duquista logra, como pretende, apoderarse del partido, tendrá definitivamente el sello de un gobierno impopular y que fue incapaz en cuatro años de adelantar una reforma estructural.

Con este escenario de derrumbe y con la “petrificación” de gran parte del Partido Verde, confirmando por qué jocosamente algunos los llamaban las patillas (verdes por fuera pero rojos por dentro), habrá millones que quedarán huérfanos de líderes y partidos que genuinamente los representen. La pregunta es quiénes, cuándo y cómo se podrán conquistar esos espacios. Por ahora, sería importante que los ciudadanos y voces influyentes que no se sienten identificados con el Pacto Histórico y otros proyectos socialdemócratas, comprendan que, pensando en sus intereses, quitarle el monopolio de la derecha al uribismo es una empresa que deben abrazar.

 

 

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