Catalina Ceballos
15 Febrero 2022 01:02 pm

Catalina Ceballos

El arte de chismosear

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Aida Merlano ha contado todo, pasando por sus novios, amantes y el entorno en el que creció “A mí me criaron en una familia compradora de votos. Yo qué voy a pensar que eso es ilegal”. Aida Merlano pertenece a la cultura de la costa, a la barranquillera. Pero en realidad, Aida Merlano es una colombiana que casualmente nació en la la ciudad donde su alcalde estrella y su candidato presidencial bailan en TikTok mientras que su infidelidad es “perdonada” por su esposa. Esto no es chisme, estos son aspectos de nuestra cultura: el chisme, la intimidad y la política.

Aida Merlano, su historia, su relato y cómo los medios lo narran y todo lo que ocurre alrededor de ella son el reflejo de una cultura traqueta, tramposa, corrupta. Todos giramos la cabeza hacia el chisme, susurramos sobre lo terrible que una mujer joven hubiese tenido una relación amorosa con un hombre tan mayor. (Los invito a ver el análisis hecho por MANIFIESTA MEDIA sobre la violencia de género de la que ha sido víctima Aida desde temprana edad, por qué nadie está hablando de eso?) Abrimos los ojos cuando nos enteramos del valor de la pulsera que recibió de regalo, fruncimos el seño para referirnos a su fuga. Respingamos la nariz porque nos parece terrible que haya sido amante, pero no que sea una traficante de votos. Más aún, replicamos a través de memes, gifs, stickers, toda su intimidad. Aquí puedo invitarlos a releer Estética y Ética, con una pregunta adicional: ¿por qué disfrutamos tanto del rumor morboso? ¿Eso es lo que nos complace, lo que nos entretiene? Sí, al menos eso nos dicen los segmentos de entretenimiento de muchos noticieros. 

Todo esto ya lo sabemos, mi intención no es otra que entender con ustedes la importancia del chisme en la cohesión de las sociedades. Algunos científicos han dicho que desde las primeras rondas alrededor del fuego ya se usaba el chisme o rumor como una herramienta para protegerse de los enemigos o para aprender a cooperar con los miembros de otros grupo. El chisme es con absoluta certeza, negativo y superfluo, sin embargo, varios antropólogos han dicho que a través del chisme podemos crear y mantener relaciones de manera más eficientes. Por lo que yo veo, es que replicamos una y otra vez la misma conversación entre Virginia y Pablo, la narrativa de Sin tetas no hay paraíso se refleja en nuestra cotidianidad más aún, en esta época preelectoral.

Hasta ahí todo normal, pero no. El rumor es hoy por hoy una herramienta de estrategia política (por ahí se me viene a la cabeza un tal J.J.) es la mejor forma de atacar al oponente, es la forma como polarizamos y pedimos a otros que tomen partido. A menudo se piensa que los rumores y los chismes son triviales, pero como sugieren los ejemplos anteriores, pueden estar relacionados con el futuro de un país. De este país. 

Si a uno lo crían en una familia donde la compra de votos es normal, por supuesto que hablar de tu intimidad también lo es, permitir que otros hablen de ella también será natural. Mi punto es que nuestra cultura tiene problemas estructurales, la ética se desvanece entre lo ostentoso y el poder. 

La relación entre cultura y comunicación es inevitable, se trata de un  proceso histórico y social siempre vigente. Las formas como nos relacionamos unos con otros, como intercambiamos mensajes de acuerdo al lugar del sistema en el que nos encontremos, la forma como entendemos o no las normas, o como sucede acá, como nos la pasamos por la galleta, estas acciones hacen parte de nuestra expresión cultural y comunicativa. 

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En unos años, dentro de muchos, antropólogos, sociólogos, historiadores, estadistas y pensadores, mirarán en retrospectiva a Colombia y su desarrollo sociocultural en los años 20 del siglo XXI, ¿cuáles serán los aspectos relacionados a nuestra cultura que prevalecerán? Nuestra forma de comunicarnos, nuestras expresiones artísticas (nuestras formas de entretenernos) y nuestros sistemas políticos. Ahí les dejo ese trompo en esa uña.

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