Luis Alberto Arango
24 Diciembre 2022

Luis Alberto Arango

El camino a la felicidad comienza por dar las gracias

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Gestos de agradecimiento y de gratitud genuina son más poderosos para lograr la felicidad y a su vez potentes motores de reconocimiento empresarial. 


Hace unas semanas en el programa de la mañana de W Radio, Julio Sánchez Cristo -su director- recibió una llamada de un oyente, de esas que se destacan del resto. Su mensaje resonó en la mesa de trabajo de ese programa radial y estoy seguro de que también en la mente de muchos de los oyentes. Quien llamó era un empleado que trabajaba como conductor en el proyecto Hidroituango. Dijo que él llevaba personal desde los campamentos hasta las entrañas del proyecto y viceversa. (1)

Expresó, con respeto pero con vehemencia, que los aplausos y felicitaciones, que ese día daban los medios de comunicación y opinadores del país, por haber logrado poner en funcionamiento una de las turbinas de generación de energía del proyecto, no debían ser únicamente para el alcalde de Medellín o para los directivos de Hidroituango o de EPM, sino también y en especial para el resto de los empleados que lo hicieron posible, muchos de ellos jugándose día a día su vida para cumplir con el objetivo de poner en funcionamiento la hidroeléctrica. Señaló el oyente que ninguno de ellos había sido nombrado en esas nutridas felicitaciones.

Después de la respetuosa llamada de atención, unos pocos segundos pasaron, tal vez unos pocos instantes, en todo caso los suficientes para reflexionar y empatizar con su justo reclamo. Sin vacilación alguna Julio Sánchez le dijo a quien llamaba que tenía toda la razón, que el reconocimiento es para todos los empleados de esa enorme obra. Intercambiaron preguntas y respuestas sobre su trabajo en el proyecto y Sánchez recalcó varias veces el valor del reclamo y la importancia de agradecerles a todos y cada uno de los que trabajaban en Hidroituango.

Durante los días posteriores, cuando en el programa de la mañana de W Radio mencionaban la puesta en marcha de la primera turbina de generación de energía de Hidroituango, Julio Sánchez no dudó en señalar que ese éxito no solo era de los directivos, sino de todos los trabajadores del proyecto. Era evidente que, en su cabeza, y así como en la de todos los que oímos esa llamada, tal y como mencioné antes, había quedado resonando ese sencillo, pero potente mensaje. 

El trabajador reclamaba un simple reconocimiento, una voz de aliento y de merecida felicitación para él y para todos sus compañeros de trabajo. Una solicitud que detrás de su simplicidad, escondía un potente mensaje y significado que por momentos olvidamos.

Tiempo después, una conversación con otra persona me hizo recordar las palabras del trabajador de Hidroituango. La persona me contó que habiendo trabajado ella y sus compañeros con enorme dedicación durante este año 2022 que está terminando, estaba muy contenta porque su empresa obtuvo estupendos resultados económicos y que las perspectivas eran muy prominentes para 2023, que incluso les habían dado un bono por resultados, que era de muy buen recibo. Pero al margen de esa alegría, había un aspecto sustancial que no la tenía motivada.

“El trabajador reclamaba un simple reconocimiento, una voz de aliento y de merecida felicitación para él y para todos sus compañeros de trabajo”.

La motivación de un empleado, me dijo, no es solo monetaria o de satisfacción por un trabajo bien hecho, sino por la forma como su jefe les reconocía a ella y a sus compañeros sus éxitos. Que las felicitaciones iniciales y el bono económico recibido eran opacados por comentarios posteriores que, suponiendo que debían ser motivantes, eran hechos con dureza y de manera equivocada, sobre lo que esperaba de ellos para el siguiente año. El jefe en vez de animar para motivar lograba lo contrario.

Al indagar más, entendí que la forma de actuar de su jefe era idiosincrática, tal vez él había sido tratado así en el pasado y respondía a las frases duras sin amilanarse, pero eso que funcionaba en él no causaba el mismo efecto en todos sus empleados. Claramente se estaba equivocando. Quien me contaba esta historia me dijo que el del área de tecnología de la empresa estaba buscando trabajo, así recibiera un pago menor al actual, porque sentía que no era suficientemente reconocido. Que ella podía esperar sin problema, pero se ilusionaba por tratar de sentirse más motivada y que otros compañeros pensaban lo mismo que ella.

“La motivación de un empleado, me dijo, no es solo monetaria o de satisfacción por un trabajo bien hecho, sino por la forma como su jefe le reconocía a ella y a sus compañeros sus éxitos”.

Dar las gracias y reconocer el trabajo de un equipo, es tal vez la acción más sencilla, rica y elemental que puede existir. Sobre todo, en el mundo empresarial. A muchos jefes, supervisores, directores, vicepresidentes y presidentes se les olvida dar las gracias y hacer el debido y justo reconocimiento al empleado que ha acertado o a quien se la está jugando a fondo para lograr que todo salga bien. También les pasa, como en este caso, que cuando dan las gracias fallan en la forma, en el estilo, en el tono con que las dicen o abusan utilizando unas palabras o frases de sobra y desafortunadas, con tan mala suerte que logran borrar con el codo la buena intención que trataron de hacer con la mano. 

Estar agradecido genuinamente es considerado por varios como el primer y tal vez único paso necesario para ser feliz y hacer feliz a los demás. David Steindl-Rast, monje benedictino de 96 años de edad, ha dedicado buena parte de su vida a transmitir este poderoso mensaje. Pueden buscar su presentación en eventos de TED o entrevistas en internet (2). Dan Ariely, un reconocido economista especializado en psicología y economía del comportamiento coincide en que, a nivel empresarial, el reconocimiento genuino y la gratitud jefe-empleado representada en palabras, escritos o gestos logra mucho más para motivar a un empleado que lo que puede lograr cualquier pago monetario. (3)

Sin perjuicio de recibir una remuneración salarial, un bono o una compensación monetaria justa y merecida, dar las gracias debe ser parte de la cultura empresarial y personal, pero no se debe convertir en una asignatura obligatoria institucionalizada, dar las gracias debe ser un acto humano de reconocimiento a la labor bien hecha o al intento de hacerlo bien de los demás. Debe ser espontánea, justificada y leal. El jefe debe ser más un entrenador deportivo profesional que sabe cuáles son los hilos que promueven el mejor desempeño de cada uno de los miembros de su equipo, en vez de ser una persona que los trate con dureza, pensando que una compensación económica es suficiente para que cada cual realice un trabajo bien hecho y para mantenerse motivado. 

Dar las gracias y actuar con sentido de gratitud no solo se circunscribe al nivel empresarial. Es tener la capacidad de detenerse en el camino, mirar nuevamente alrededor para observar las pequeñas o grandes oportunidades que da la vida, en cada momento, para experimentar el sentimiento de agradecimiento. 

“Agradecer es un gesto de una potencia inesperada, generador de felicidad mutua y motor de crecimiento personal. Nunca sobra. Es gratis. Se pueda dar y recibir todos los días de la vida”.

De paso, el vigilante del edificio, del conjunto o del barrio, el policía de la cuadra, quien vendió el pan en la tienda de la esquina, el funcionario que le ayuda en un trámite, el profesor que con abnegación transmite el conocimiento, el médico que lo examina habitual u ocasionalmente, el proveedor de un servicio, el comerciante de la tienda cercana, el mesero que lo atiende en un restaurante, el familiar cercano al que casi nunca llama, los padres, hermanos e hijos y todos aquellos con quienes actúa día a día siempre merecerán un gracias y ser tratados con gratitud sin esperar nada a cambio. 

Agradecer es un gesto de una potencia inesperada, generador de felicidad mutua y motor de crecimiento personal. Nunca sobra. Es gratis. Se pueda dar y recibir todos los días de la vida. Que este final de año y comienzo de uno nuevo sea una época para dar las gracias a quienes no se las hemos dado, costumbre que no debería ser solo decembrina, sino de largo aliento y de por vida. Feliz Navidad y Felices Fiestas.

(1)    Hoy el proyecto Hidroituango se llama Central Hidroeléctica Hidroituango.

(2)    ¿Quieres ser feliz? Sé agradecido. Por David Steindl-Rast • TedGlobal 2013
https://www.ted.com/talks/david_steindl_rast_want_to_be_happy_be_grateful?language=es

(3)    ¿Qué nos hace sentir bien sobre nuestro trabajo? Por Dan Ariely • TEDxRiodelaplata
https://www.ted.com/talks/dan_ariely_what_makes_us_feel_good_about_our_work?language=es

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