Sebastián Nohra
6 Febrero 2022

Sebastián Nohra

El intocable

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En el fútbol las malas dirigencias cuentan con herramientas de protección que otros gremios no tienen: el calor de la competición, el buen rendimiento del equipo, el micrófono liviano de una prensa amiga o sacar a un técnico como fusible para pinchar la presión de la afición y las redes. La magia del fútbol tiene esos intangibles que logran maquillar los estragos de dirigentes oscuros. Esa fue la tragedia del Barcelona cuando ganó el triplete en 2015 de la mano de un Messi versión marciana: la borrachera del éxito hizo que Bartomeu arrasara en las urnas un mes después de levantar la Champions.

En Colombia algunas distracciones han tenido demasiada atención, mientras la cúpula de la federación ha salido casi ilesa de su cuota de responsabilidad deportiva, administrativa y judicial. El derrumbe de James, el no tener laterales de primerísimo nivel o la goleada en Quito, no explican todo el trauma que ha sido la era post-Pékerman. A Ramón Jesurún le tomó cinco meses encontrar un reemplazo, que luego terminó en un vestuario dinamitado y que no quiso o no supo hablar su mismo idioma en la cancha. Jesurún le terminó dando un portazo a Queiroz con 2,4 millones de dólares de finiquito.

Lo que vino tampoco fue feliz y lo padecimos con angustia en estos meses. La selección es un equipo sin ninguna identidad, liviano en todas las líneas, que no le hace un gol a nadie y que quedó a un paso de ver el Mundial por televisión. Después del partido contra Argentina, la temperatura de la opinión apuntó a muchos nombres menos al del presidente de la federación, cabeza del proceso y heredero de una generación extraordinaria. Pero nos quedamos cortos si solo hablamos del juego, que sería lo deseable. También viene a cuento recordar el destrato que recibió y denunció la selección femenina en 2020, que documentamos en Blu Radio, por parte de la federación.

A Jesurún no le entran las balas por ningún lado. Veamos: recordemos que en 2015 relevó en el cargo al confeso traficante de sobornos Luis Bedoya (implicado en el FIFA Gate), pues trabajaron juntos en el comité de la federación durante ocho años y terminó ganando la presidencia en una cerrada votación. Si bien por ahora los expedientes no vinculan a otro dirigente colombiano con este escándalo de corrupción internacional, no fue muy estético que la presidencia quedara en alguien de esa dirigencia y siguiera intacta aquella junta valedora de Bedoya.

Vino después el escándalo de la reventa de boletas para las Eliminatorias al Mundial 2018. Un entramado de coimas y desvío de boletas que la Fiscalía demostró y ya tiene dos condenados, Iván Darío Arce y César Ronaldo Carreño, representantes de Ticket Shop. El superintendente de la SIC, Andrés Barreto, sancionó en 2020 con multas a Luis Bedoya, Ramón Jesurún y otras 15 personas naturales por “facilitar conductas anticompetitivas”. Pero la sanción grande fue para la federación, que debe pagar multas por 16.000 millones de pesos. Un dinero que no pudo ser usado para pagar grandes técnicos, hacer alianzas o invertir en categorías juveniles, sino para cubrir los oscuros pasos de unos dirigentes que se saben intocables y que sin pudor usaron presupuesto de la federación para los honorarios de los abogados que los defendieron ante la SIC.

El gran misterio en esta historia es que la Fiscalía vaya más lenta que la selección cuando debe presionar para recuperar la pelota. Aún no se ha abierto investigación formal contra Jesurún, cuando hoy ya hay condenados confesos, un testimonio inculpador de Jorge Perdomo, expresidente de la Dimayor, y el trabajo de apertura, investigación y sanción de dos superintendentes de la SIC (Robledo y Barreto). El expediente durmió en 2020 en manos de la exfiscal Yajaira Cáceres, que será imputada por la misma Fiscalía por el manejo poco transparente del caso. Al parecer, habría recibido dádivas. Hasta el momento, la Justicia entiende que los sobornos y el desvío de boletas tienen un único responsable, cuando es evidente que para este tipo de delitos se necesitan dos partes. Sin la federación no pudo haber habido negocio y la Fiscalía solo castigó a su socio. ¿Recuerdan el “coecho de uno” del 2008? Pues algo parecido.

Ahora que el Mundial es un sueño de otros, y que con la posible salida de Rueda habrá una distracción menos, espero que dediquemos menos líneas a discutir sobre las desventuras de James y las visitas del jet set al Metropolitano, y un poco más a hablar de la responsabilidad y las investigaciones que pesan sobre él, el intocable.

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