Gabriel Silva Luján
8 Mayo 2022

Gabriel Silva Luján

El lado oculto del TLC

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La ministra de comercio exterior, María Ximena Lombana, recientemente publicó un artículo en el que celebra con bombos y platillos los diez años de vigencia del “Tratado de Libre Comercio” (TLC) con Estados Unidos. Ella, como el mismo Duque, con patente pequeñez y mezquindad, ocultan el hecho de que fue en la administración de Juan Manuel Santos cuando se aprobó dicho tratado.

Es cierto que Álvaro Uribe desplegó un empeño descomunal durante sus gobiernos para lograr la aprobación. Los veteranos del Capitolio aún recuerdan al mandatario correteando a congresistas y staffers por los pasillos para tratar de convencerlos de que el acuerdo valía la pena. A pesar de todo ello, Uribe no logró que se concretara el trámite del tratado. La verdadera causa de que se hubiese “engavetado” fue la desconfianza y el rechazo que despertó el propio Álvaro Uribe. Serios reparos relacionados con el lado oscuro de la “seguridad democrática” eran invocados con frecuencia por los legisladores y los “duros” de Washington para rehusarse a colaborar con su aprobación.

La elección de un gobierno comprometido con la paz y la protección de los derechos humanos, en cabeza de Juan Manuel Santos, fue lo que le finalmente le dio viabilidad al tratado. El TLC fue posible gracias a que la diplomacia colombiana en Washington logró un cambio total de la percepción sobre Colombia. La credibilidad en los círculos decisores -arrancando por la cercanía entre Obama y Santos- fue lo que permitió que se aprobara el tratado en el Congreso.

Ahora, una década después, aparecen en el escenario electoral dos candidatos presidenciales que plantean renegociar el TLC. Primero, eso es un imposible político. En el Washington polarizado de hoy es impensable que se pueda construir un acuerdo bipartidista en torno a esa propuesta, aún menos después de que Duque sacrificó la neutralidad de Colombia en los temas de la política interna gringa.

Eso que proponen puede sonarle bonito a los electores, pero es una torpeza infinita. ¿Cómo pueden Fico y Petro plantear la expansión de las exportaciones como eje del crecimiento y simultáneamente arruinar el fundamento legal que nos garantiza un acceso privilegiado al mercado consumidor más grande del mundo? A los candidatos del continuismo y del populismo se les escapa también que detrás del TLC se oculta una de las más grandes victorias estratégicas de la política exterior colombiana.

Los gobiernos de Barco y Gaviria lograron que se aceptara el concepto de la corresponsabilidad en la lucha contra las drogas y eso derivó en un acceso tarifario preferencial al mercado estadounidense. La aprobación de la Andean Trade Promotion and Drug Erradication Act (ATPDEA), que como su nombre lo indica tenía todo que ver con la lucha contra el narcotráfico, fue un gran triunfo diplomático para el país en su momento. Se logró que cerca de 6.000 productos entraran sin barreras al gigante del norte. Sin embargo, nuestro acceso preferencial se amarró a criterios de desempeño de lucha contra las drogas y a caprichosas validaciones anuales.

Desde que el país se convirtió en plataforma de operación de las mafias del narcotráfico Colombia ha estado sujeto a un paradigma de sanciones, condicionalidades, certificaciones y pruebas de virginidad, en las relaciones con Estados Unidos. Ese modelo se transforma radicalmente con la aprobación del Tratado de Libre Comercio.

El unilateralismo que por décadas caracterizó la interacción bilateral quedó sepultado por un instrumento legal, simétrico y equilibrado, que obliga a las partes por igual. Todo el mundo habla de desnarcotizar las relaciones bilaterales. Pues bien, ese tratado ha sido la piedra angular que ha permitido la construcción de una relación multidimensional y estratégica con los Estados Unidos, reduciendo la predominancia y peso del narcotráfico en el diálogo con quien sigue siendo el actor internacional más relevante para Colombia.

Dictum. Isabel Zuleta, activista del Pacto Histórico, se vanagloria en un video de que “quemó” a Fajardo con sus denuncias ante las “ías”. Ya vamos viendo cuál va a ser el talante del gobierno de Petro…

 

 

 

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