Sebastián Nohra
1 Mayo 2022

Sebastián Nohra

El Ministerio del Desempleo

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En 2011 Santos revierte la decisión de Uribe de fusionar los ministerios de Salud y Trabajo en uno solo llamado Ministerio de Protección Social. Nace, entonces, un nuevo Ministerio del Trabajo con una modificación de sus objetivos, alcances e integra a su presupuesto y organigrama el sector administrativo del trabajo. El decreto que le da vida al ministerio y 29 funciones originales es una extensión de la obsesión de la burocracia colombiana por resolver y abarcar el mundo a través de la tinta.

La fe que depositan en la ley y el divorcio con la realidad es un patrón del Estado que ya es marca de la casa. En teoría, el ministerio no solo debe vigilar, inspeccionar y regular las condiciones y relaciones laborales, sino que, según su mandato, debe ser el motor y director de la creación de empleo en la sociedad. Algo absurdo, indeseable e impracticable. Además hay un montón de objetivos y funciones adicionales que, a la luz de los resultados, han sido puro humo y una justificación para abarrotar de corbatas esa cartera. Este ministerio es un gran ejemplo de por qué el presidente de Uruguay nos definió como “pueblos con leyes rígidas de flexible cumplimiento”.

No soy ingenuo y sé que el ministerio no tiene dientes para solucionar de fondo los problemas de nuestro espantoso sistema laboral. Se necesitan reformas en todos los niveles que lleguen apadrinadas por un consenso nacional. Pero pretendo discutir que su concepción y los ministros que lo han dirigido hacen parte del problema. Son un síntoma y un símbolo de por qué el mercado laboral funciona tan mal y el Estado tiene una aproximación cultural y técnica obsoleta con la economía de hoy.

Antes de abrir la arena del debate técnico e ideológico y plantear si queremos más liberalismo o intervención, sería honesto y deseable que sindicatos, empresarios y políticos se cojan de la mano y reconozcan que el estado de cosas y las reglas de juego que han creado y defendido han sido un fracaso. Ese sería el primer paso antes de operar al paciente. De 1991 a 2019 (saco años de pandemia para no incorporar un evento ajeno al sistema) el promedio de informalidad es 50,4 por ciento y el de desempleo 9,8 por ciento. Es decir, que de cada diez colombianos de la población activa, seis en promedio en los últimos 30 años no han tenido trabajo formal. Si sumamos la nómina estatal, la realidad es que el sector privado solo ha creado trabajo formal para el 30 por ciento de la población activa. Un desastre.

Los problemas que esto genera para la productividad y los ingresos de las familias han sido ampliamente documentados en los últimos años por profesionales de primera, pero este ministerio no ha hecho ningún esfuerzo por ponerse en sintonía con estos diagnósticos y liderar los cambios que mueven la aguja. Ha estado ausente para modernizar el sistema y es un defensor de un statu quo le sirve a muy pocos y ha creado una suerte de apartheid laboral que excluye a la mitad del país.

Siguen aferrados a los principios del Código Sustantivo del Trabajo que fue escrito antes de que llegara el hombre a la luna y cuando no había nacido Bill Gates, uno de los padres de la tercera revolución industrial. Un código que implícitamente ve al empresario como un enemigo y debe reformarse.

Basta repasar la lista de ministros para entender que el liderazgo de la cartera ha tenido una vocación política y no técnica: Rafael Pardo, Clara López, Lucho Garzón, Alicia Arango y Ángel Custodio Cabrera. Ninguno con una formación notable en el tema. Puros piñones de unas ideas y un sistema que probadamente sabemos que no funcionan. Tuve la oportunidad de participar en varias entrevistas extensas a Alicia Arango y Ángel Custodio Cabrera. En horas de charla no hubo manera que de su boca saliera la palabra productividad o crecimiento. Están absolutamente desconectados de las discusiones contemporáneas en materia laboral. Son estrechos y locales. Fieles soldados de la política y el garantismo burocrático. Apenas para el Ministerio del Desempleo.

Termino con una nota de color del actual ministro: él y el gobierno querían engavetar los resultados de la Misión de Empleo. Retrasaron su divulgación, pues la misión pide muchas reformas y a ellos eso no les interesa, como lo demostraron. Después de que Santiago Levy (jefe director de la misión) explicara de manera clara y pedagógica durante una hora que casi nada funciona bien en el sistema laboral, acto seguido Ángel Custodio coge el micrófono y lo primero que dice es: “Lo primero que quiero rescatar de la presentación es que el sistema laboral colombiano es una institución respetable”. Y bueno, así estamos.

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