Lucas Pombo
14 Junio 2022

Lucas Pombo

En manos del Congreso

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El Congreso de la República es la institución más desprestigiada del Estado. La corrupción sistémica, el servilismo excesivo con el gobierno de turno y la evidente desconexión entre los representantes y sus representados han llevado a que los colombianos apuntemos el dedo hacia el Capitolio Nacional para señalar el origen de todos nuestros males. Más allá del desprestigio, a partir del 20 de julio el villano de la saga está llamado a ponerse la capa de súper héroe y convertirse en el dique de contención contra el autoritarismo que, independientemente del resultado del próximo domingo, podría estar a la vuelta de la esquina.


La relación entre el futuro gobierno y el Congreso será distinta a la que estamos acostumbrados. Gane quien gane, el próximo presidente será un “outsider” en un Parlamento que, aunque ha cambiado, sigue dominado por los círculos políticos tradicionales. La vieja receta de los acuerdos burocráticos y el intercambio de favores no va a funcionar como antes y posiblemente estaremos frente a un escenario de bloqueo legislativo que llevará al límite la relación entre las ramas ejecutiva y legislativa. Acorralado, el próximo presidente tendrá que mostrar sus verdaderos colores, su talante democrático. Un escenario preocupante, teniendo en cuenta quiénes son los dos candidatos que compiten por llegar a la Casa de Nariño. 


Por un carril va el candidato que se “limpia el culo” con la ley. El que anunció que decretará una conmoción interior y que cree que no se gobierna con el Congreso, sino con la gente. El que advierte, cual matón de colegio, que expondrá públicamente a quien se rehúse a doblar la rodilla y a firmar un cheque en blanco para aprobar la ocurrencia del día, como bajar el IVA del 19 al 10 por ciento. El que llega con la promesa de erradicar “la politiquería”, un término a la medida de cualquier situación que incomode al gobernante.


Por el otro carril va el candidato que no cree que en Colombia hay una democracia. El de la emergencia económica para implementar por decreto su plan de gobierno, el de las “tutelatones”, las bodegas y las movilizaciones sociales en causa propia. El que hace cuatro años quería cambiar la Constitución que hoy se ufana de haber creado. El que se reserva el derecho de no reconocer el resultado de las elecciones, mientras invoca al fantasma de un fraude sin pruebas.


Los pesos y contrapesos previstos por la Constitución van a ser fundamentales en una etapa que estará marcada, como en tiempos pasados, por el Estado de Opinión y el liderazgo carismático. El Congreso de la República está llamado a dejar su papel notarial y a defender la institucionalidad y la democracia. Junto a los jueces, los “padres de la patria” serán la última línea de defensa contra el autoritarismo, que empieza a sentirse en el ambiente a raíz del discurso de los dos candidatos finalistas. 

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