Alejandro Villanueva
21 Julio 2022

Alejandro Villanueva

Falta de respeto

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

¡La instalación del Congreso fue histórica! No por el Pacto Histórico y su colectividad que expresan que llegó el cambio que tanto Colombia necesita, mientras realizan las mismas acciones de siempre, convirtiendo tal cambio en una especie de comodín que no significa nada más allá de trinos de bodegas pagas con nuestros impuestos a través de las UTL del Congreso de la República.

Es histórica porque por primera vez en la historia política del país un señor que habría llegado a la presidencia con dineros del narcotráfico recibe lo que cosechó en la ciudadanía: decepción y odio.

Como es costumbre, se nombró una comisión con el objetivo de ir a buscar al presidente hasta la Casa de Nariño y traerlo al Congreso de la República, todo un acto prepotente que sigue inculcando el mensaje de que la política es un lujo, un privilegio elitista para unos pocos, lleno de cámaras, camionetas, escoltas y alfombras rojas. Se vivió algo que nunca las paredes de tal salón habían presenciado, se le abucheó al diminuto hombre en su entrada al recinto, le mostraron en la cara pancartas de todo lo que había causado su gobierno en los ciudadanos que juró proteger y encomendaba diariamente a la virgen: muerte.

El señor durante su mandato se aisló en una burbuja decorada con adulaciones de Hassan Nassar, que le permitía salir a pintar el país como si se tratara de uno que nunca fue gobernado por él o el uribismo. Por eso, mediante protesta, los y las congresistas le reclamaron por su gestión, ya que era una de las pocas veces que podía escucharlos, pero no porque quisiera: a la fuerza y a los gritos le decían lo que nunca quiso oír. 

Salió con mentiras a burlarse de las víctimas, la paz, las mujeres, los jóvenes, los empresarios, los periodistas, los excombatientes, los estudiantes; de todo ciudadano colombiano. Ante esto, solo había un discurso de oposición válido para tal acto: ¡Mentiroso! y sí, a los gritos, a los gritos se le habla a alguien que nunca quiso escuchar, a los gritos se le comunica a un señor que como respuesta a sus acciones solo tiene la mentira y el cinismo. 

No demoraron las reacciones por parte de los periodistas, activistas, influencers y columnistas bienpensantes privilegiados. Calificaron tal acto simbólico como una falta de respeto, una grave falla a la democracia por parte del cuerpo legislativo. Demostrando nuevamente que “este país se escandaliza porque uno dice hijueputa en televisión, pero no se escandaliza cuando hay niños limpiando vidrios y pidiendo limosnas. Eso sí no, eso es folclor” como dijo alguna vez Jaime Garzón.

Les indigna la protesta de violencia simbólica, la tachan como una falta de respeto, pero no consideran una falta de respeto la violencia objetiva que causa mentirle al país; darle la espalda al proceso de paz; interceder en las instituciones; nombrar fiscal, procuradora, contralor y defensor de bolsillo; recibir dinero del narcotráfico; desviar dineros de la paz; interceder por contratos; avalar el abuso de la fuerza por parte de la fuerzas armadas; justificar el asesinato de líderes sociales, y perseguir judicialmente a los manifestantes, entre otras muchas cosas realizadas por el mismo señor que se paró en la mitad del salón a decir que habían cumplido.

No digo que apruebe que el Congreso se base solo en cosas simbólicas y en cantos de protesta, qué boleta convertir tal gobierno del cambio en un reality show que amenace por convivencia a todo congresista que no le haga caso a Roy Barreras, pero usar lo políticamente correcto para suavizar las mentiras de tal señor es peor aún que cantar Duque Chao.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas