María Jimena Duzán
16 Julio 2022

María Jimena Duzán

Gabriel Gilinski, el jefe de la oposición

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Para quienes están diciendo que Gustavo Petro no va a tener una oposición de gran envergadura porque no hay nadie a la vista que pueda reemplazar a Álvaro Uribe, les tengo noticias. El nuevo jefe de la oposición no proviene de las canteras de la política sino del poder mismo y se llama Gabriel Gilinski, el millonario de 35 años, dueño de la revista Semana. 

Pagó por ella 40 millones de dólares, pero solo puso de su bolsillo dos millones porque se encontró con dos inversiones que no esperaba: el edificio de Semana que se vendió por 21 millones dólares y un paquete de CDTs en bancos por 17 millones de dólares.

Desde que compró ese medio en 2019, se volvió un hombre cercano a Duque y en el soporte de un gobierno débil y pusilánime al que le convino el apoyo de un medio como Semana. Rápidamente Gilinski se convirtió en uno de los personajes con más poder e influencia en el país. Los poderosos ya no llaman a Felipe López, su antiguo dueño, un periodista de talante liberal, a quien el poder nunca le fue extraño porque era hijo y nieto de presidente. Ahora llaman a Gabriel Gilinski, un rico empresario de derecha que no pertenece al establecimiento bogotano y que admira a Trump.

Hoy sabemos que Gilinski no compró la revista para ganar premios de periodismo sino con el propósito de favorecer sus intereses económicos y políticos. Uno de sus intereses tenía que ver con la compra del Grupo Empresarial Antioqueño, operación que se inició hace unos meses y que todavía no ha concluido. Es evidente que Gilinski no habría podido obtener el 38 por ciento de Sura ni el 31 por ciento de Nutresa sin haber sido el dueño de la revista Semana. Gilinski utilizó el poder que le daba el medio para exaltar a quienes necesitaba de su lado. Cuando estaba en proceso la primera OPA y los fondos de pensión estaban en la disyuntiva de abstenerse o de vender sus acciones a los Gilinski, Luis Carlos Sarmiento Angulo, dueño de uno de los fondos, apareció en la portada de la revista con una conveniente entrevista de 18 páginas. A pesar de que los Gilinski han conseguido el porcentaje accionario que en números les da el control de las compañías y de que han quebrado los permisivos enroques, todavía no han conseguido el poder de mando en las juntas directivas y el rumor es que lo tienen medio embolatado.

Desde que Gilinski la compró, Semana ha perdido casi toda su credibilidad periodística pero en cambio la revista se ha convertido en una máquina de propaganda digital que sirve para promocionar los intereses de poder de su nuevo dueño. Hoy ocupa el primer puesto en el tablero de Comscore que mide el tráfico en internet de Colombia, con alrededor de 12.089 millones de usuarios al mes (según Comscore), lo que representa entre el 22 y 24 por ciento del tráfico de noticias en internet de Colombia.

Ese poder digital lo utilizó durante la campaña en beneficio primero de Federico Gutiérrez y luego de Rodolfo Hernández, un candidato muy cercano a Gilinski desde que apareció en una portada de la revista en agosto del año pasado cuando no tenía ni 4 por ciento en las encuestas.

Gilinski no es el primer millonario que utiliza su medio para beneficiar sus intereses, pero sí es el primero que utiliza el poder de los medios para adquirir poder político y demostrar que es capaz de poner presidentes.

Durante los cuatro años de Duque, Gilinski convirtió a Semana en la antesala del poder y en el medio a través del cual el gobierno se defendía y contraatacaba, y en la pasada campaña hizo todo lo posible para que Petro no llegara a la presidencia. Publicó unos videos de su campaña con la tesis falsa de que eran la prueba de que se habían cometido delitos pero se dieron el lujo de pasar de largo por el hecho de que la campaña había sido infiltrada. Hizo una portada con la falsa disyuntiva de que el país tenía que elegir entre un ingeniero como Rodolfo Hernández, (omitían el hecho de que tenía una acusación por corrupción que incluía una coima autenticada) y un “guerrillero” como Gustavo Petro.

Por obvias razones Gabriel Gilinski no va a tener con Petro la misma cercanía que tuvo con Duque, así su padre Jaime Gilinski haya sido el financiador de sus campañas. Sin esa cercanía con el poder, a Gabriel Gilinski no le queda más que la oposición y en eso anda, a juzgar por las noticias que no publica sobre Duque. No dicen nada sobre el robo a la paz, ni sobre la vergonzosa decisión de extender el periodo de la junta de Ecopetrol hasta el año 2025, ni se refiere a los efectos que ha causado en las Fuerzas Armadas la decisión de dejar que las tropas se expresen en contra del nuevo presidente Gustavo Petro.

Gilinski tendrá grandes aliados como jefe de la oposición a Gustavo Petro: el fiscal Francisco Barbosa que parece haber convertido a Semana en su oficina de prensa y la Procuraduría de Margarita Cabello que mira siempre para el otro lado cuando la corrupción toca a sus amigos.

Es decir, desde hoy la oposición a Petro se trastea. Se va del Ubérrimo y pasa a Semana. Contará con la ayuda invaluable de Barbosa y de Cabello, quienes estarán en la trastienda. Será además una oposición poderosa, con megáfono, porque Gilinski pondrá al servicio de sus opositores todo su poder digital para amplificar sus sesgos y distorsiones. Del periodismo, ni hablemos.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí

Más Columnas