Paola Herrera
27 Octubre 2022

Paola Herrera

Ganó el privilegio

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No fue un clamor nacional. La caída del impuesto a las pensiones altas fue un favor a la clase política tradicional y a los más ricos de Colombia, que van a seguir gozando del beneficio de recibir millonarios recursos mes a mes, subsidiados por el Estado, y sin tener que tributar por ellos.

Llama la atención que el gobierno haya cedido en ese punto que, insisto, no fue una petición de la ciudadanía, y se haya eliminado del proyecto de reforma tributaria uno de los impuestos que reflejaba la progresividad de la que tanto hablaron a la hora de presentar  la iniciativa que cursa en el Congreso de la República. 

Ese impuesto también materializaba la gran promesa que hizo el presidente Gustavo Petro durante la campaña y que repitieron una y mil veces su ministro de Hacienda y el director de la Dian ya siendo gobierno. 

La propuesta era lograr una reforma tributaria que solo tocara el bolsillo de los más ricos y que quien tenga más ingresos, sea el que más pague, porque el país necesita recursos y no se le puede poner toda la carga a los mismos de siempre. Menos en una situación económica tan difícil como la que atraviesa el país. 

Eso sonaba muy bonito, pero lastimosamente otra vez los partidos políticos de siempre hicieron de las suyas. La presión fue tan grande que lograron tumbar una medida que hacía más justo y equitativo el sistema, como lo han intentado tantos gobiernos. 

Después, en un hecho poco común, oposición y coalición salieron a celebrar al mismo tiempo, Catherine Juvinao, Miguel Uribe y hasta Gustavo Bolívar se atrevieron a decir que era una gran noticia. ¿Cómo puede ser una gran noticia que las pensiones de más de 13 millones de pesos, que solo las recibe el 1 por ciento de los colombianos, ya no vayan a estar gravadas?, ¿cómo es posible que una persona que recibe 15, 20 o incluso 30 millones de pesos al mes no pueda contribuir con su país?

Pues, como bien lo señaló la firma Integral Soluciones Pensionales, con esa decisión se defendió el privilegio. Basta con ver las cifras: solo cerca de 16.000 pensionados en el régimen de prima media, reciben mesadas por encima de los 13 millones de pesos. En el caso de las AFP, son solo 750 personas con esas pensiones altas. 

Eso quiere decir que se protegió solamente al 0,032 por ciento de la población colombiana. Sí, a un mínimo de personas que hicieron tanto lobby y que ejercieron tanta presión que lograron que la balanza se inclinara hacía ellos y no hacia la mayoría de los ciudadanos a quienes sí les tocará sufrir los efectos de esta reforma que sigue perdiendo todo el sentido, que se desdibujó. 

Entre esas personas están, por supuesto, los congresistas quienes nuevamente aseguraron su futuro, al garantizar que no tendrán que pagar impuestos cuando se jubilen. Ellos siguen legislando en causa propia y no les importa. 

Pero también en esta discusión participó la señora procuradora general de la nación, Margarita Cabello, quien en medio del debate del proyecto se pronunció en contra de la idea de gravar las mesadas, con argumentos mentirosos que generaron confusión y hasta alarma en la opinión pública.

Sin embargo, la procuradora olvidó contarle al país que ella será una de las favorecidas porque, aunque tiene una megapensión –suspendida mientras ejerce una función pública–, ya no pagará impuestos por ese ingreso cuando empiece a disfrutarla. Como ella también la reciben y recibirán altos funcionarios del Estado, incluso los que se beneficiaron del carrusel de las pensiones de hace unos años. Hágame el favor. 

Cabello alegaba que las pensiones son un derecho adquirido y que tocarlas era algo inconstitucional. Otra vez le falló la memoria a la funcionaria, puesto que hoy en día los ingresos por concepto de pensión de más de 38 millones de pesos sí son sujetos al pago del impuesto de renta y a ella eso nunca le ha parecido que esté por fuera de la ley. 

Tampoco les parece grave, a la procuradora y a los congresistas que celebraron, que sean justamente esas pensiones altas y las megapensiones, las que más reciben los millonarios subsidios que entrega la nación. A usted, a mí y a todos nos toca pagar de nuestro bolsillo el complemento del ingreso mensual de esa pequeña parte de la población, que tras del hecho ya no tendrá que aportar para el bienestar y desarrollo del país. Eso definitivamente no es justicia ni tributaria, ni social. 
 
Lo más curioso es que se supone que el gobierno accedió a la presión de los partidos, especialmente la del Liberal, en cabeza de César Gaviria, para recibir algo a cambio, para que le votaran y le aprobaran el resto de la reforma sin “chistar”. Pues eso tampoco pasó y hemos visto cómo esta semana lo que eran 11 líneas rojas de la bancada, para darle el visto bueno al proyecto, se convirtieron en 14. 

Es decir, cada vez hacen más y más solicitudes y el gobierno, sin razón alguna, se sigue entregando en bandeja de plata. Están convirtiendo la tributaria en una colcha de retazos, como se advirtió desde el principio y lo que verdaderamente preocupa, los puntos más graves de la reforma siguen ahí intactos, esos sí nadie los quiere modificar. 

No ha habido ningún argumento, ni del gobierno, ni de los congresistas, ni de los líderes de opinión, que pueda justificar de manera sensata la decisión de no gravar las pensiones altas. Todos los analistas y expertos coinciden en que es frustrante porque definitivamente las personas que más ingresos tienen son las que deben aportar más al sistema tributario.

Con la noticia de esta semana la reforma queda coja, en materia de equidad y progresividad es un golpe rotundo a la bandera que utilizó el gobierno para presentar este proyecto de ley. Colombia seguirá siendo uno de los dos países de la Ocde que no cobran impuestos a las pensiones y la pregunta que nos queda es, ¿si esta tributaria no la van a pagar los más ricos, entonces quién? 

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