Paola Herrera
20 Febrero 2022

Paola Herrera

Gente con ideas

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Afortunadamente en Colombia todavía contamos con el derecho a la libertad de expresión. Sin embargo, eso no debería convertirse en un cheque en blanco con el que podemos decir y hacer lo que nos dé la gana, maltratando a otros y usando sus nombres o apellidos para nuestro beneficio. No, así no es y menos cuando de política se trata. 

El pasado 18 de febrero el Consejo Nacional Electoral (CNE) ordenó como medida cautelar desmontar todas las vallas de la congresista y candidata del partido Alianza Verde, Katherine Miranda, en las que menciona las palabras “abudinear” “abudinen” o cualquiera que se le parezca. 

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El tribunal consideró que en la publicidad de la candidata Miranda se estarían configurando “actos de odio y de violencia política contra una mujer”, al utilizar el apellido la exministra de las TIC, Karen Abudinen, quien estuvo al frente de esa cartera cuando se destapó el escándalo por el millonario contrato a Centros Poblados.

La decisión tomada por la presidenta del CNE, la magistrada Doris Ruth Méndez Cubillos, analizó también una presunta publicidad política agresiva, daño al buen nombre e incumplimiento de la reglamentación electoral, que alegó la exministra frente a los mensajes de las vallas que dicen “que no nos abudineen el país”, aunque no es claro a qué hace referencia ese “verbo” que usa la campaña. 

Inmediatamente, la noticia generó una ola de indignación entre aquellos que creen que pueden ir por el mundo virtual destruyendo a su contradictor. Pero, además, abrió el debate sobre la forma como se está adelantando la campaña política para las elecciones legislativas de este año, que, como siempre, convoca a la tan ultrajada libertad de expresión en Colombia para atacar, enlodar, acusar y juzgar, en lugar de proponer.

Justamente muchos salieron a decir que el CNE estaba censurando o, peor, callando a una congresista que “solo dice la verdad” y que el órgano electoral lo hace para proteger a una persona que cometió un ilícito. 

¿Eso quiere decir entonces que la expresión “no nos abudineen” significa que no nos roben o que no se va a permitir más corrupción?, acaso ¿ya se comprobó que la exministra robó o que es una corrupta? Y si lo fuera, ¿es la única corrupta en Colombia como para usar su apellido como definición de esa conducta?

Ahora bien, la representante Katherine Miranda ha dicho en varias oportunidades que a la exministra se le advirtió lo que podía pasar y no hizo nada. Sí, yo más que nadie sé de las advertencias que se hicieron, pero, entonces, ¿“Abudinear” significa no tomar decisiones o ser negligente?, ¿por eso pone un apellido en sus vallas para hacer política?

La respuesta a todas esas preguntas es un no rotundo. Ninguna autoridad ha condenado a la exministra por alguna de las razones expuestas. Nos guste o no, hay que defender y proteger la institucionalidad y hay que esperar a que la justicia actúe. 

Mientras tanto no se puede caer en una forma de injuria y calumnia que, como lo dijo el periodista Mauricio Jaramillo, no cabe en la libertad de expresión. Hasta la Corte Constitucional ha dicho que existen límites y que no todo vale a la hora de manifestar las ideas o pensamientos que tenemos. 

El caso de las vallas de Miranda y el fallo del CNE es un claro ejemplo del respeto que se debe promover por las reglas de juego en la publicidad política. No es lo mismo que un ciudadano indignado cree una tendencia en redes atacando a otro, a que lo haga una persona en campaña, que aspira a una curul y que tiene una responsabilidad con la gente en las calles. No se trata de volverse viral en la vida digital, se trata de no caer en un juego de agresiones que no representan el verdadero sentir de los que van a salir a votar. 

También es una lección para todos los que pretenden conseguir votos por esta vía, porque así tengan las mejores intenciones y consigan miles de seguidores, no pueden hacer política mancillando el nombre de alguien. Es la ley y hay que respetarla, pero sobre todo hay que dar ejemplo.

Y aunque es completamente entendible que estemos muy molestos porque se haya perdido la plata que era para el internet de los niños en Colombia y que por eso no queramos más corrupción, yo le pregunto a la congresista Miranda, ¿cuáles son las propuestas reales de su campaña para evitar eso?, usted dice que su bandera es luchar contra esa forma de desangrar al país, pero ¿cómo lo hará en la próxima legislatura?

Este no es el único ejemplo, en medio de la contienda electoral hemos visto que a diario aparecen vallas agresivas como la de dos polos totalmente opuestos. Miguel Uribe del Centro Democrático y la lista cerrada del Pacto Histórico decidieron competir por el ataque más creativo en Meta y resultaron con un “derrotemos el petrismo” y “derrotemos el uribismo”, respectivamente.  

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O la de la candidata al Senado por el Centro Democrático, Paola Holguín y su fórmula a la Cámara, Juan Espinal, quienes piden “destruir aquí”, con el objetivo de que las personas utilicen un espacio blanco de su valla para descargar la furia contra un supuesto comunismo en Colombia. 

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Por favor, hablemos de propuestas concretas. Este es un mensaje para todos los que se dedicaron a promover sus candidaturas con un derroche de creatividad en el que priman las peleas y las mentiras. De verdad que no nos importa si usted es el aspirante 100 por ciento antiuribista o el que dice que la izquierda es siniestra. 

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Señor candidato, una valla cuesta 25 millones de pesos aproximadamente, no gaste su plata así. Mejor dígale a su gente con ideas que hay que sacar el odio, las acusaciones y los dardos de estas elecciones y que en cambio nos convenzan con planes de gobierno que sirvan para algo y que demuestren que merecen nuestro voto. 

No vamos a votar por el que tenga más dientes, lo haremos por el que no polarice más y proponga.

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