Mauricio Cabrera
24 Marzo 2022

Mauricio Cabrera

Homicidios, inseguridad y educación

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La inseguridad y el aumento de la delincuencia son unos de los problemas que más preocupan a los colombianos. Frente a la solución tradicional de aumentar la fuerza pública y las penas, presentada en un debate televisado por los candidatos de la derecha (Federico Gutiérrez, Enrique Gómez e Íngrid Betancourt), Sergio Fajardo sorprendió al plantear un elemento diferente en la estrategia contra el crimen: la educación.

Es conocido el papel preponderante que ha tenido la educación dentro de las propuestas y programas de gobierno de Fajardo, pero en este caso aún algunos de sus seguidores pueden haber pensado que es un poco exagerado plantear que la educación puede ayudar a disminuir el crimen o la tasa de homicidios. Pero mirando lo que pasa en otros países se concluye que Fajardo tiene razón.

El aumento de homicidios y la cohesión social

En Estados Unidos también preocupa el aumento de la criminalidad y sobre todo de los homicidios. Según el reporte oficial del FBI en 2020 los asesinatos llegaron a 21.500 con un aumento anual del 30 por ciento, que es el mayor incremento registrado por esa agencia desde hace más de un siglo. Todavía no hay cifras oficiales, pero se estima que en 2021 los asesinatos subieron otro 16 por ciento.

Tabla de Mauricio con los datos de homicidios en Colombia. Tuvieron su pico en 2012 y empezaron a disminuir.

En relación al tamaño de la población, el número de asesinatos por cada 100.000 habitantes subió de 5 en 2019 a 6,5 en 2020 y puede haber llegado a 7,5 el año pasado. Aunque en Colombia el número de asesinatos es menor (13.709 el año pasado) pero el indicador por 100.000 habitantes es mayor (27); aún así en los medios norteamericanos se habla de una epidemia de violencia que asola ese país, y en las encuestas del Pew Center el porcentaje de personas que apoyan el aumento de la fuerza policial subió de 31 a 47 por ciento.

Sin embargo, los análisis de los especialistas apuntan en otra dirección. Un informe del NYT cita un estudio ya clásico sobre los homicidios en EE.UU. de Randolph Roth  y dice que para ese autor “los homicidios tienden a crecer cuando la gente pierde la confianza en las instituciones de la sociedad y en su equidad. Cuando se reduce la empatía por los conciudadanos, -o el sentimiento de solidaridad como lo llama Roth- y crece la anomia, el crimen también crece”. Añade el NYT que la pérdida de empatía se ha agudizado con la polarización que alimentan las redes sociales y la pérdida de legitimidad del gobierno. 

Respecto a la idea de que el aumento de la criminalidad se debe a falta de policía, otro autor citado por el NYT (Rosenfeld) plantea una hipótesis diferente: ”Hay mucha evidencia histórica de que si la gente pierde la confianza en la policía porque creen que los está acosando o actuando de manera desigual, la gente tiende a resolver sus problemas por sus propias manos. Entonces crecen los asesinatos y las venganzas”.

En este contexto, cobra total validez la propuesta de Fajardo. Estas fueron sus palabras en el mencionado debate: “Con educación se aprende a ser honestos, con educación se aprende a respetar, con educación se aprende a valorar lo público, con educación se aprende a reconocer la diversidad, con educación se aprende a desarrollar la empatía...”. En una palabra, la educación es la alternativa a las políticas de la derecha de mano fuerte y represión, pues es un instrumento esencial para recuperar la cohesión social y la solidaridad ciudadana, y así disminuir la inseguridad y el crimen.

Calidad de la educación y reducción de la criminalidad

No faltará quien descalifique estas propuestas como ilusiones mamertas que no sirven para combatir la inseguridad ni el crimen. Sin embargo, ya existen estudios que muestran con evidencia empírica el impacto positivo de mejoras en la educación sobre la reducción de la criminalidad.

El más reciente es el de tres economistas norteamericanos (Public School Funding, School Quality, and Adult Crime) en el que demuestran, con base en los datos del estado de Michigan, que las mejoras en la educación pública reducen la probabilidad de que los alumnos cometan crímenes cuando adultos y sean arrestados. Sus resultados son más significativos en escuelas ubicadas en distritos pobres y con bajo rendimiento escolar.

Son dos los tipos de mejoras en las escuelas que se consideraron en el estudio, que se dieron en Michigan a finales del siglo pasado: aumento del gasto de funcionamiento (remuneración de los maestros, libros de texto, alimentación escolar, etc.) y aumento en gastos de capital (mejoras en las instalaciones físicas). Ambas tuvieron un efecto positivo en la reducción de la tasa de criminalidad de sus estudiantes a través de tres mecanismos.

Primero, la mejora en los resultados académicos de los estudiantes les da más oportunidades en el mercado laboral y aumenta el costo de oportunidad de cometer crímenes; segundo, la optimización en las habilidades socioemocionales de los estudiantes y tercero, la disminución del ausentismo y la deserción escolar reducen la exposición a ambientes criminales.

Aunque no hay estudios de ese tipo en Colombia, no hay duda de que esos tres mecanismos también funcionarían acá; por ejemplo, existe un amplio consenso en la necesidad de eliminar la doble jornada y aumentar el tiempo que pasan los estudiantes en los colegios públicos, lo cual exige una importante inversión en la infraestructura escolar. Esto requiere una política de mejoramiento de la calidad de la educación pública como la que propone Fajardo.


Coletilla: Es claro que esta es una solución de largo plazo para reducir la criminalidad. Para el corto plazo es necesario también combatir lo que, en lenguaje de los años 80, se llamaría la “causas objetivas de la criminalidad”. Pero esto será en otra ocasión.

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