Sebastián Nohra
5 Junio 2022

Sebastián Nohra

Huérfanos

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Gane o pierda este 19 de junio, Gustavo Petro ya puede colgarse la medalla de una victoria política fundamental para el futuro de su movimiento: su campaña fue determinante para que el centro colapsara. El Pacto Histórico fue un huracán que arrasó con un sector que no tenía las bases sólidas que aparentaba y está a punto de hacer del Partido Verde una extensión de su fuerza. De las ruinas tendrá que venir una reconstrucción que no pueden ni deben liderar los padres del fracaso (Fajardo, Robledo y compañía).

Las votaciones demostraron que hay demanda y espacio para armar una fuerza política ajena al conservadurismo mercantilista y al proyecto estadocéntrico de la izquierda. En el fondo eso fue parte del éxito de Rodolfo Hernández. En él, millones de personas que no se identifican con el Pacto Histórico ni con quienes gobernaron casi todo el siglo XXI, encontraron refugio y lo vieron como una carta ganadora. Hernández sin tanto protocolo político y desfile en medios logró movilizar y entusiasmar como no pudo hacerlo el centro, que realizó una campaña aburrida y que no tuvo la capacidad de poner a la gente y los medios a hablar de sus propuestas. 

Varias de las caras más interesantes del centro terminaron donde Petro y si son gobierno lo más probable es que se conviertan en alfiles del poder. Unos ni esperaron a la segunda vuelta y le soltaron la mano a Fajardo. Eso le permitió desmaquillarse al sector petrista del centro y poder andar por la vida sin guardar las apariencias. Ya son seres libres. Pero el golpe definitivo y para algunos el más doloroso fue el aterrizaje en plancha de Alejandro Gaviria en los brazos de Petro. Explicó que esta coyuntura no admite neutralidad y que el cuerpo le pide definirse. 

Y, sí, válido que la idea del mal menor guíe su decisión, pero otra cosa es ensalzar lo que criticó tan duramente en público y privado, y que ahora vea en Petro la defensa del liberalismo. Invitar a votar no significa exaltar. Lo de Gaviria sonó a claudicación por cálculo. A despecho de adherir a un proyecto que quiere destruir todo lo que fortaleció y defendió durante ocho años como ministro de Salud, desilusionó a muchas personas que lo han seguido por años con admiración.  

El centro ha perdido a varios de sus mejores líderes, sacó una votación vergonzosa y atraviesa una crisis de identidad. Vender decencia, serenidad y buenas maneras como principal activo fue algo demasiado light que fue castigado en las urnas. Ahora, millones de colombianos quedaron políticamente huérfanos y no tendrán remedio entre votar por Petro con resquemor o abrazar la aventura incierta que es Rodolfo. Un desastre de escenario para quienes se identifican con el centro. Merecen mejor suerte y nuevos líderes que los representen como corresponde.  

Será difícil que Bogotá, el bastión del Pacto Histórico, vuelva a elegir en 2023 a alguien del centro. Así, se disminuiría más una fuerza que en 2020 tenía cara de alternativa y hoy terminó siendo marginal. Ni el ingeniero quiso recibir a Fajardo, dejándole así al centro el triste y único papel de la intrascendencia. Ojalá que después del colapso venga un recambio de líderes que sepan apadrinar, desde socialdemócratas que no creen en Petro a conservadores hartos del uribismo. Es un abanico muy amplio de ideologías y personas que reclaman otros políticos. 

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