Luis Alberto Arango
12 Agosto 2022

Luis Alberto Arango

Impuestos: ¿Ordeñar o comerse la vaca?

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El reto del Congreso es tramitar la propuesta del gobierno sin socavar el tejido empresarial y productivo del país.


El gobierno de Iván Duque tenía como costumbre utilizar eufemismos para nombrar sus diferentes proyectos de reforma tributaria. Las tres que presentó al Congreso a lo largo de su mandato, las llamó ley de financiamiento, ley de crecimiento y ley de inversión social. Se negaba a llamarla por su verdadero nombre: reforma tributaria. En cambio, el proyecto de ley presentado al Congreso la semana pasada por parte del gobierno de Gustavo Petro sí le puso el nombre correcto: ‘reforma tributaria’.  Y agregó que es para la igualdad y la justicia social. Y eso es lo que dice buscar, igualdad y justicia social. No busca más pero seguramente logrará menos.

Para la presentación y defensa de la reforma tributaria, el senador Gustavo Bolívar, actual presidente de la comisión tercera, la que la tramitará, se ha convertido en su fiel escudero. Sin embargo, para su defensa y promoción ha apelado a expresiones que usualmente utiliza el populismo político y que le restan rigor a la discusión. Por ejemplo, ha dicho que es la primera que no se escribe en los grandes clubes de Colombia. Una expresión que sobra en la discusión además de no ser cierta. También dijo que va a impulsar el agro, una frase de cajón y sin sustento, pues las palabras agro o agricultura solo se mencionan en las gráficas de la exposición de motivos del proyecto de ley o como parte de la palabra agroindustrial en el articulado. No hay ninguna parte de la propuesta presentada por el gobierno de Petro que hable sobre el supuesto impulso al agro. Y tampoco hay una sola frase que impulse o promueva la industrialización o el desarrollo empresarial en el país.

“No apoyar el agro o el sector empresarial no es sorpresivo, pues el nombre del proyecto de ley de Reforma Tributaria habla de igualdad y justicia social”.

Gustavo Petro, de cara a la segunda vuelta presidencial y para buscar adeptos en los empresarios, comenzó a hablar sobre la importancia de industrializar el país y de bajar la tasa de impuesto de renta de las empresas. Sus voceros económicos sostuvieron que son conscientes de que la tasa de impuestos empresarial actual es alta, a la luz de los estándares mundiales, y que se debía reducir. También dijeron que, cuando fuera presidente, Petro iba a promover la industrialización. No obstante, nada de eso quedó plasmado en el proyecto de reforma tributaria presentada por su gobierno.

No apoyar el agro o el sector empresarial no es sorpresivo, pues el nombre del proyecto de ley de reforma tributaria habla de igualdad y justicia social. No dice nada sobre impulsar la economía, desarrollar la empresa, el agro, el empleo o cualquiera de los motores que mueve la economía del país. La excusa del gobierno es que, si hay igualdad, por añadidura la economía funcionará mejor.

Para ellos la fórmula que logra este propósito tiene cuatro componentes: simplificar el sistema tributario, imponer nuevos impuestos, eliminar algunas exenciones y aumentar los impuestos existentes. Para lograr lo primero y lo último proponen cambiar la definición de la ganancia ocasional y modificar la forma como se calcula la renta líquida gravable. Es una fórmula loable, pero por los términos en que se presenta podría traer graves consecuencias para la economía del país. Si la reforma tributaria de Petro se aprueba tal y como se presentó, Colombia quedaría pagando la tasa combinada sociedad-socio más alta de los países de la Ocde. Los contribuyentes colombianos pagarían, según cálculos de la Andi, el 67,1 por ciento (*). El segundo lugar es Canadá con el 53,5 por ciento, luego Irlanda con el 51 por ciento, seguida muy de cerca por Corea con el 49,5 por ciento. Así las cosas, según las teorías económicas fiscales, a más alta tasa de tributación se obtendrá mayor recaudo a corto plazo, pero en el largo este tenderá a disminuir.

El tratamiento que el proyecto de ley da a los ingresos por dividendos es de no creer. La cascada de altos tributos que enfrentará el contribuyente de todos los tamaños es desproporcionada y desincentivará la formación de empresas en Colombia. Pagarán a nivel empresarial el 35 % y luego a nivel personal estarán sujetos a una tabla de impuestos que tiene tasas del 0, 19, 28, 33, 35, 37 y 39 por ciento (artículo 241 del Estatuto Tributario). Hoy los dividendos no pagaban impuestos a nivel personal, sino solamente a nivel empresarial, es decir que no hay doble tributación, salvo por el impuesto a dividendos del 10 por ciento y que luego se puede descontar del impuesto de renta. Según mis cálculos y en el rango más alto de tributación, la nueva combinación obligará a un colombiano a pagar un impuesto de  cerca del 70 por ciento. Los cálculos de la Andi ofrecen otro resultado, el del 67,1 por ciento, seguramente afectado por la propuesta de reforma al ICA y otras variables. En todo caso con cualquier resultado, 70 o 67,1 por ciento, seremos el país con mayor tasa combinada sociedad-socio de los países de la Ocde.

El gobierno Petro también propone revivir el impuesto al patrimonio, que se había eliminado por ser antitécnico y distorsionante, toda vez que no se basa en la generación de utilidades sino en el valor del patrimonio, sin importar que genere o no utilidades o incluso pérdidas. En todo caso y sin entrar en tecnicismos, el proyecto presenta un cambio en su cálculo con la supuesta intención de reflejar de mejor manera el patrimonio de quienes deben pagarlo. Sin embargo, la propuesta puede hacer que se imponga sobre el contribuyente una carga excesiva y desproporcionada, pues un patrimonio que parecerá abultado no necesariamente refleja la capacidad de liquidez y pago de quien lo posee, sobre todo si es un patrimonio en formación, como el de un emprendimiento que está en proceso de generar utilidades y que aún le faltan años para lograrlas. 

“También dijeron que, cuando fuera presidente, Petro iba a promover la industrialización”.

A las ganancias ocasionales le dedicaron un aparte muy llamativo. Apoyados en un sofisma que se puede leer en la exposición de motivos -página 17 del proyecto- las equipararon con los ingresos ordinarios. Es decir que, si usted recibe una herencia, se gana la lotería o vende un activo que haya poseído durante más de dos años debe pagar impuestos como si ese ingreso fuera parte del giro ordinario de sus negocios y la tarifa de la ganancia ocasional pasaría del 10 por ciento actual a la aplicación de las tarifas del Artículo 241 del Estatuto Tributario ya mencionado, llegando a pagar como persona natural una tarifa del 39 por ciento. Y si es persona jurídica pagará el 30 en vez del 10 por ciento.

Mientras el nuevo gobierno busca cómo aumentar el recaudo, olvidando que a la vaca hay que alimentarla y cuidarla para que crezca y pueda generar más leche, de ser aprobada esta reforma tributaria tal y como se radicó en el Congreso, los contribuyentes quitarán el acelerador a sus iniciativas empresariales y buscarán que nuevos negocios no se hagan a través de una empresa sino a título personal. Hacer negocios mediante empresas tendrá una carga impositiva mayor que si se hace como persona natural. 

El gobierno inició el ejercicio de sus funciones afectando la confianza. Sus anuncios electorales sobre promocionar la industrialización y a la empresa en general, no se compadecen con el texto de reforma tributaria que presentaron. No se trata de no pagar impuestos, sino de pagarlos sin ahorcar a los empresarios y alentando a la vaca a crecer. Tampoco se trata de simplificar de tajo el sistema tributario y tratar a todos por igual, pues por el camino de la búsqueda de justicia brotan toda suerte de inequidades. Y no se trata de defender la reforma tributaria con verdades a medias o con frases sin sustento por parte de los escuderos del gobierno.

“Mientras el nuevo gobierno busca cómo aumentar el recaudo, olvidando que a la vaca hay que alimentarla y cuidarla para que crezca y pueda generar más leche.”

Se trata de que todos empujemos el país para el mismo norte, no para la izquierda ni para la derecha. La reforma tributaria dejó mucho que desear, tal vez porque el gobierno se impuso radicarla 24 horas después de posesionado. El proyecto de ley, a mi juicio, no logrará justicia ni igualdad que era lo que buscaban, sino mayor desindustrialización e informalidad, dejando al país con una de las mayores tasas de tributación combinada sociedad-socio del mundo y en la esquina de los países en donde pocos querrán hacer negocios y generar desarrollo productivo, con las consecuencias que eso conlleva en la búsqueda de la igualdad y la justicia social.

Pareciera que el gobierno Petro en vez de ordeñar la vaca, se la quiere comer. Y si no hay vaca para ordeñar, no habrá recursos para financiar la igualdad, la justicia ni la equidad. Es así de simple.

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(*) El 67,1 por ciento es una cifra presentada por el presidente de la Andi -Bruce Mac Master- en su exposición en el séptimo Congreso Empresarial Colombiano que se llevó a cabo en Cartagena entre el 10 y el 12 de agosto de 2022.
Si tiene opiniones o análisis adicionales que quisiera compartir sobre aspectos que piense que se deben evaluar sobre la propuesta de reforma tributaria radicada por el gobierno de Gustavo Petro el pasado 8 de agosto, me puede escribir a columnaluisarango@gmail.com.

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