El mayor del Ejército Nacional Carlos Eduardo Mora Eraso, antes de su muerte denunció ante sus superiores negocios entre militares y narcotraficantes. Esas denuncias quedaron en olvidados informes confidenciales que vieron la luz en mi columna ‘El BMW del Ejército’, pero hay datos no mencionados que podrían dar un panorama amplio respecto a la relación amorosa entre el Ejército Nacional y el Clan del Golfo.
Los hechos ocurrieron durante la administración del presidente Juan Manuel Santos, y debido al tiempo transcurrido se podría llegar a pensar que hoy son irrelevantes, pero no hay nada más alejado de la realidad. Esto debería servir como un llamado al ministro de Defensa, Iván Velásquez: ¡Tiene un topo dentro del Ejército!
Una de las fichas del Clan del Golfo comandó la Vigésima Tercera Brigada y dentro montó una estructura que le permitió dejar sus negocios con Clan del Golfo como herencia a la institución. Permitiendo que el Cartel de la mano del Vigésima Tercera Brigada durante la comandancia del coronel Milton Orlando Vargas Mariño, el coronel Oscar Rodrigo Moreno Moreno, el coronel Duque, y su sucesor, el coronel Nelson Olinto Gutiérrez, dominará completamente Nariño. Como si fuera poco, hoy fuentes aseguran que en el sistema del Ejército el coronel Santamaría sigue estando activo al igual que sus negocios a través de sus sucesores.
Una de las zonas intocables para la brigada era y es el Rosario, Nariño. Además de ser un corredor de narcotráfico, la zona es significativa para la estructura del Clan del Golfo, es uno de los mayores centros de operaciones y reclutamiento del cartel en el departamento. Principalmente se cultiva y se coordina el transporte hacia las costas de clorhidrato de cocaína para luego ser entregada como cocaína a sus socios, el cartel de Sinaloa “Nueva Generación”.
Según lo denunciado por el mayor Carlos Eduardo Mora Eraso, el entonces comandante de la Vigésima Tercera Brigada, William Santamaria Benavides, a cambio de dinero proveniente del narcotráfico puso a disposición del grupo armado a sus subordinados para proteger el Rosario.
Les ordenó hacerse los de la vista gorda con el tráfico de armas, estupefacientes, cultivos ilícitos y evitar la restitución de tierras. El Ejército Nacional respondió a las denuncias de Mora Eraso con excusas rebuscadas, supuestos problemas de orden público y la presencia de grupos armados.
Santamaria abiertamente expresaba que el cabecilla regional del Clan del Golfo Mario Chávez controlaba el Rosario. Este señor era el vínculo directo entre el cartel y el Ejército, y se hacía pasar como amigo del Ejército al punto de ser invitado a emborracharse con los militares dentro del batallón.
Cuando se analiza el organigrama del Clan del Golfo se concluye que realmente este señor no llegaba al punto de alias Matamba, quien dominaba las acciones del Clan del Golfo en la zona, pero era un emisario poderoso y socio de Santamaría.
Su poder llegaba al punto de que cada comandante entrante tenía que ir a presentarse, a rendirle pleitesía. Él mismo llamaba a los sargentos a darles órdenes de donde podían o no erradicar cultivos ilícitos, a quién podían o no “molestar”.
¿Pruebas? Contra el señor Santamaria fueron presentados ante el Ejército audios, testimonios, documentos e irregularidades operacionales que probarían que el señor Santamaria es ficha del Clan del Golfo, pero mientras el juez penal militar se dedica a ver Masterchef, acá no pasa nada.
Nuevamente señor ministro: Usted tiene gente del Clan del Golfo en sus filas activa, y pensionada por el Estado, no han respondido ¿Lo va a continuar permitiendo? Es muy difícil enfrentar al Clan del Golfo cuando quienes lo combaten hacen parte de este mismo.
Preste atención a sus palabras, para lograr la paz total no hay que ser ingenuo, investigue al señor José Arístides Carreño Súa, que tal que termine siendo otro Santamaría ¿Acaso no es posible?