Laura Gil
13 Abril 2022 06:04 pm

Laura Gil

La paz con legalidad, una triquiñuela fracasada

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Iván Duque no hace: destruye. Siempre quiso hacer trizas la paz negociada. Con su paso por Nueva York, logró arruinar lo que se mantuvo firme durante seis años: el consenso del Consejo de Seguridad para apoyar al Acuerdo de Paz y a las partes firmantes.

Desde 2016, los 15 Estados que conforman este órgano internacional se mostraron capaces de trabajar al unísono para respaldar a Colombia, más allá de las disputas que pudieran sostener entre ellos. Los demás gobiernos saben compartimentar, algo que Iván Duque nunca aprendió.  

El Consejo de Seguridad esta vez no pudo siquiera ponerse de acuerdo para sacar un comunicado de prensa, una práctica común posterior a las sesiones formales. La delegación de la Federación Rusa le hizo saber a la Secretaría General de Naciones Unidas que se acabó el consenso del Consejo de Seguridad porque Iván Duque dejó claro que se siente en la libertad de desconocer la intervención de un Estado miembro. El consenso en torno al Acuerdo de Paz se mantiene; en torno al Estado, no.

“Es muy importante que no pretendan quienes hoy están lacerando a un pueblo inerme, darle mensajes de paz al mundo mientras están cometiendo estos hechos fratricidas que todos rechazamos porque la tristeza que se vive hoy en Ucrania es la tristeza de una humanidad que clama porque este genocidio termine”, dijo el presidente Duque.

A veces, los peores mensajeros dicen las verdades más evidentes.  “Usted no habla del Acuerdo de Paz; habla de la Paz con Legalidad. Este programa no fue aprobado por el Consejo de Seguridad”, había señalado el embajador ruso. La agresión de Rusia a Ucrania no le quita una pizca de verdad a sus apreciaciones. 

La Paz con Legalidad se formuló para modificar en la práctica las obligaciones del Estado asumidas en el Acuerdo de Paz. El gobierno del presidente Duque decidió implementar lo que le pareció aceptable e ignorar lo que no. No lo afirmó solo Nebenzia Vassily Alekseevich. Así lo escribió Iván Duque, en el libro Paz con Legalidad, que entregó a cada uno de los miembros del Consejo de Seguridad. En este texto, en coautoría con Emilio Archila, alto comisionado para la Estabilización y la Consolidación, sostiene:

“Los presidentes en Colombia somos elegidos programáticamente… El presidente Duque fue elegido para cumplir su programa y la Corte Constitucional indicó que debe cumplir con los avances que corresponden, haciéndolos de acuerdo con su propia visión… (N)o compartimos la visión de que el Acuerdo tenga un espíritu y que la misión del gobierno sea seguirlo. Buscar la ‘intención de los fundadores’ puede ser un criterio constitucional válido en otros países, pero no en Colombia… En Colombia, las normas se interpretan haciendo una armonización de todos los principios, de manera que se entienda la Constitución como una sola y el presidente tiene un gran margen de configuración”.

¿Qué representa esta aseveración sino el reconocimiento de que el gobierno de Iván Duque solo implementa del Acuerdo lo que a él y al Centro Democrático se les antoja? Parece que Duque y Archila piensan que la Constitución está al vaivén del gobierno de turno.

Sin el bozal del lenguaje diplomático, Rusia puso en evidencia lo que, en el país, es de público conocimiento: la Paz con Legalidad es una triquiñuela para no dar cumplimiento a lo pactado. Pero, usando formalidades ‘onusianas’, las demás delegaciones no se quedaron atrás. A pesar de que reconocieron avances, todas y cada una hicieron observaciones de peso a la deficiente implementación del Acuerdo de Paz. Enfatizo: del Acuerdo y no de la Paz con Legalidad. La situación de seguridad constituyó una línea común de preocupación; los países pidieron el cumplimiento de las medidas de seguridad acordadas en La Habana y no de las que Duque y Archila estimaran convenientes. 
    
La Paz con Legalidad fracasó. No lo hizo por falta de presupuesto, ni por deficiencia en la ejecución, ni siquiera por ausencia de resultados. La Paz con Legalidad se estrelló con una pared porque no pudo producir lo que pretendía: el reemplazo del Acuerdo de Paz. El Consejo de Seguridad lo dejó claro.

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