Johana Fuentes
29 Marzo 2022

Johana Fuentes

La política es dinámica

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Hace cuatro años, César Gaviria sorprendió al anunciar, pocos días después de la estrepitosa derrota en las urnas de Humberto de la Calle, que su apoyo en segunda vuelta presidencial sería para el escogido de Uribe. Su llegada a las toldas uribistas fue una jugada política que, para algunos liberales, estaba planeada con anterioridad, pues lo señalaron de haber abandonado a mitad de carrera a De la Calle con el fin de negociar beneficios burocráticos si Duque llegaba a la Casa de Nariño, tal y como ocurrió.

Digo sorprendió —tal vez quienes lo conocen bien se lo esperaban—, porque Gaviria se había dedicado los últimos años a hacerle oposición a Uribe. Tan solo cuatro años antes, cuando asumió la jefatura de debate de la campaña de Juan Manuel Santos, gritaba: “¡Uribe mentiroso! ¡Uribe mentiroso! ¡Uribe mentiroso!”. En ese mismo discurso, que recitó en todos los medios, también decía que Álvaro Uribe y el Centro Democrático buscaban un fiscal y una Corte Suprema de bolsillo “para que los protegiera de sus fechorías”.

Esa no es la única vez que el líder del Partido Liberal se ha ido lanza en ristre contra Uribe. En agosto de 2009, cuando se revivió el fantasma de las chuzadas del DAS, denunció que este organismo (que ya no existía), era una “máquina de delincuencia al servicio de la Casa de Nariño” con la que se interceptaba a congresistas para saber cómo votarían el referendo que buscaba su reelección y a Uribe lo comparó con un dictador.

Después de tales episodios era difícil imaginarlos juntos, pero la política es dinámica, o como dijo el mismo Gaviria en una entrevista en mayo de 2018 en La W Radio: "La política es así, no es consistente”. No creo que la política tenga que ser así, una cosa es hacer alianzas que permitan gobernabilidad y otra es vender los principios a cambio de acuerdos clientelistas. No es coherente defender a capa y espada el proceso de paz y luego unirse al que dice que hará trizas los acuerdos, pero Gaviria ha demostrado que su prestigio poco o nada le importa.

Gaviria ha demostrado que su prestigio poco o nada le importa

Lamentablemente para la política colombiana, el expresidente ha tenido con qué inclinar la balanza todos estos años, este no es la excepción. Durante la campaña de las consultas interpartidistas, estuvo conversando con varios candidatos, entre esos, Gustavo Petro, Alejandro Gaviria y tuvo coqueteos con la coalición de derecha, mejor dicho, puso un huevito en cada canasta. El 13 de marzo, el Partido Liberal se convirtió en la segunda fuerza política más grande del Congreso que se posesionará en julio y, con ese capital, César Gaviria anunció que se sentaría con los candidatos que están en la contienda para definir a quién le daría su apoyo; las apuestas estaban entre el Pacto Histórico y Fico Gutiérrez, que ya tenía la bendición de Uribe.

Todo dio un giro cuando Gustavo Petro oficializó que Francia Márquez sería su fórmula vicepresidencial. La lideresa, que tuvo la tercera votación más alta de las coaliciones, se refirió a Gaviria como un neoliberal que representaba más de lo mismo. Todo era cierto, sin embargo, al expresidente no le cayeron bien estas palabras y en un dramático comunicado las calificó como groseras, falsas, malintencionadas y una ofensa inaceptable. “Es la segunda vez que en días recientes la señora Márquez se expresa en esos términos y le comuniqué al candidato que eso no se podía repetir”, dice otro aparte del comunicado, pasando por alto que Francia Márquez tiene su propio discurso y no es una figura de relleno —como han visto a las mujeres en política durante años— a la que le pueden dictar lo que debe o no decir.

Después de eso, Petro y su jefe de debate, Roy Barreras, trataron de recomponer la relación. Roy dijo que ofender a Gaviria era un error e hizo alusión a una ronda infantil, “El puente está quebrado, ¿con qué lo curaremos?”. Petro le envió un mensaje reconociendo su vocería en el liberalismo: “No quiero descalificar personas cuando sé que Colombia necesita el camino de las rectificaciones[…] Esperamos que el liberalismo se apreste al camino de las reformas que necesita Colombia”.

Usemos una píldora para la memoria: dos años atrás el Partido Liberal era para el candidato del Pacto Histórico “un saloncito de té de la casa de César Gaviria”, y se quejaba porque, supuestamente, se quería desde allí imponer a Simón Gaviria en la presidencia: “Este dueño y señor del otrora mayor partido popular de Colombia, impone a su hijo, vinculado a Odebrecht, como su candidato presidencial”. Al parecer la maquinaria liberal hizo que ahora Petro quiera tomar té en ese saloncito.

La cosa se le complicó porque, según reveló El Reporte Coronell en la W Radio, Gaviria le ha dicho a sus cercanos que está dolido, ya que Gustavo Petro no tuvo hacia él una palabra amable, de desagravio, ni de reconocimiento del legado liberal. Es ingenuo pensar que una persona con la experiencia de César Gaviria, acostumbrado a sacarse los trapitos al sol con los políticos de turno, se ofenda cuando le dicen la verdad, no lo creo, más bien esa fue la excusa perfecta para hacerle un guiño a Federico Gutiérrez. Todo apunta a que los liberales —hoy divididos— quedan en libertad para apoyar al candidato de su preferencia, lo que sí es seguro es que el expresidente no se quedará con las manos vacías. Fiel a su proceder, se venderá al mejor postor. ¡La política es dinámica!

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