El senador Mario Castaño no solo ha perpetrado conductas cuestionables en el pasado, que justifica diciendo que cuando lo grabaron hablando de torcidos estaba nadando en mares de licor, sino que sigue incurriendo en ellas en pleno periodo electoral. En particular, en conductas rayanas con el Código Penal, por cuenta de la publicidad con la que promueve su candidatura en el departamento de San Andrés.
El fraude al elector es un delito que se configura cuando una persona induce al ciudadano a votar por uno u otro candidato valiéndose de cualquier engaño o ardid. En San Andrés hay quienes creen que Castaño estaría incurriendo en ese delito. En esta fotografía se ve al senador de la mermelada acompañado de la nueva estrella de la política isleña, Nicolás Gallardo Vásquez.
Gallardo, el sobrino de Julio Gallardo Archbold (uno de los políticos tradicionales del departamento), fue candidato a la gobernación en las elecciones pasadas, contando con el respaldo del Partido Liberal, el Partido Conservador, el Centro Democrático y ASI. Tras ser derrotado llegó a la Asamblea Departamental, por cuenta del Estatuto de la Oposición.
Como diputado ha buscado ponerse en una posición ideal para aspirar a la gobernación en 2023. Extrañamente, a pesar de que es vox populi su aspiración de ser elegido gobernador, los isleños han podido observar durante este periodo electoral pancartas, gorras y demás material de campaña, en las que Nicolás es retratado como candidato al Congreso, sin serlo. Esta imagen corresponde al tipo de publicidad que se puede ver en toda la isla.
Cualquier ciudadano desprevenido, pensaría que al votar de la manera sugerida por esa publicidad, está votando por Mario Castaño al Senado, quien ocupa el lugar número 9 en la lista del vergonzoso Partido Liberal, y por Nicolás Gallardo a la Cámara. El engaño no es menor ni fácil de detectar.
Pero la cosa es más grave, porque si bien en la imagen de arriba al menos se menciona a Castaño como candidato al Senado, en la de abajo se observa una pancarta en la que ni siquiera se indica el nombre del candidato a esa corporación. Así, el candidato parecería ser, realmente, Nicolás Gallardo. Así de impresentable se ha tornado Mario Castaño, que ya ni siquiera pone su cara en la publicidad electoral.
En conclusión, Castaño hace campaña en San Andrés utilizando la cara de un joven político, que con menos de 30 años aspira a volverse gobernador; un joven que invoca su interés en meterle goles a la corrupción, tal como decía en Twitter en 2019, cuando hacía equipo con el conservador Élver Angulo, candidato a la Asamblea, en una muestra de coherencia ideológica digna solo de Macondo.
Mario Castaño no sale en la publicidad. No muestra la cara, no se deja ver. Le da pena. Es un fantasma. Un candidato camuflado, a pesar de haber reconocido abiertamente hace poco que él “no hace política con mojigatería”. En una de las pancartas ni siquiera se menciona su nombre. Solo sale el rostro del sonriente Nicolás, el joven que quiere derrotar la corrupción. Una estrategia perfecta para engañar al elector. La sonrisa del diablo.
*Busqué a Nicolás Gallardo para pedirle su opinión sobre los hechos objeto de esta columna, pero no respondió.
** Le pido a la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia utilizar el material de esta columna para iniciar sendas investigaciones penales por el delito de fraude al elector. También le pido al Consejo Nacional Electoral verificar quién ha sufragado los costos de las pancartas y material publicitario acá compartido e identificar y sancionar cualquier infracción a las reglas de financiación de campañas políticas.
