El presidente Petro está poniendo en marcha un método de gobierno a base de trinos. Pero el sistema está resultando pésimo y desorientador. Todos los días debe rectificar lo que trinó la víspera, o matizarlo. La credibilidad de la palabra presidencial se está devaluando tan rápidamente como el peso colombiano.
Es un método facilista, que dispensa del estudio previo que debe presidir todos los asuntos de políticas públicas. Y que se reemplaza por la improvisación o al relámpago momentáneo que rápidamente hay que echar para atrás.
Este método epiléptico de gobernar se está desgastando apresuradamente. Y la seriedad de la palabra presidencial queda así averiada en materia grave.
Un día es la bienestarina a la que un trino presidencial descalifica fulminantemente como nociva para la nutrición infantil. Alguien le explica al presidente que las cosas no son así, y, entonces, intenta arreglar el trino inicial diciendo que lo malo es que entre sus componentes hay productos importados; y que por lo tanto, lo que quiso decir es que en el mediano plazo la bienestarina con su composición actual deberá desaparecer.
Otro día es el turno de los aviones de combate con los que se iba a reemplazar la obsoleta flotilla de Kfir. Inicialmente dijo que rectificaba su oposición a esta compra formulada en campaña; y que sí se adquirirían los nuevos aviones pues consideraciones de seguridad nacional indicaban ahora su conveniencia. Vinieron las críticas y entonces, en una nueva tanda de trinos, adujeron él y su ministro de defensa, que el problema era que el documento Conpes en que se respaldaban las vigencias futuras había caducado, y que por lo tanto la adquisición anunciada había quedaba en entredicho.
Falsa argumentación: el documento Conpes es un mero trámite para abrir vigencias futuras. Si el gobierno considera que los aviones son indispensables para respaldar la seguridad aérea nacional le hubiera bastado convocar al Conpes y expedir un nuevo documento. Pero dejó flotando en el ambiente la sensación que el causante del embrollo en el que él mismo se metió era el gobierno anterior. No era así.
El último episodio de esta caravana de trinos desafortunados y desorientadores lo protagonizó con el de diciembre 31 en donde anunció que había un “acuerdo” con el ELN para proceder a un cese al fuego bilateral. Dos días después este grupo reaccionó desmintiendo el trino presidencial de fin de año, y diciendo perentoriamente que tal acuerdo de cese al fuego no existía.
Y así, como estos casos, existen otros muchos.
Mala cosa. La credibilidad de la palabra presidencial está quedando en añicos cada vez que lanza un trino. Es definitivamente un mal sistema de gobierno que el presidente Petro debería rectificar, en vez de estar teniendo que rectificar sus propios trinos día de por medio.