Catalina Ceballos
19 Abril 2022 09:04 am

Catalina Ceballos

Libros, el ADN de nuestras civilizaciones

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Los libros son el ADN de nuestras civilizaciones. Para llegar a una Feria del Libro, está la FILBo, o cualquiera, se necesitan autores, son ellos los que crean historias, es su imaginación la que permite crear industria. La industria no es otra cosa que cifras, números, ¿cuántos libros salen al mes? En impreso, en digital, en audio. Cuántos de pasta dura, cuántos de pasta blanda; kindle, audio libros, e-books. En ese camino revolucionario de lo digital aparecen Amazon, Buscalibre, mientras que, Santo y Seña, NADA, Luvina, La Valija del Fuego, Wilborada y otras librerías independientes apuestan por una conversación más profunda, la de género, la de historia; sus libreros te llevan de la mano por caminos inesperados para llegar a nuevos descubrimientos que pueden ser a su vez de editoriales independientes. Por ahí, por ese andar unas y otras editoriales se fusionan entre sí, aparecen nuevas editoriales independientes, un mundo cuya tras escena es igual de vibrante a una Feria del Libro. Las grandes editoriales muy ágiles frente a los espíritus independientes, ambos se necesitan, no se trata de cuál es más creativo, ambos aportan al mundo editorial de la lectura y de la escritura. 

La economía naranja nos ha tratado de adoctrinar, su comunicación propagandística de unos beneficios tributarios y de “impacto social”, no ha sido una invitación a conversar para entender procesos territoriales, impactos colectivos, innovaciones de comunidades de base, al menos así lo vemos los de a pie. Ese adoctrinamiento busca unos resultados en los índices de crecimiento de las industrias culturales y creativas. Preguntas como, ¿cuál es el costo de hacer un libro?, ¿cuántos empleos produce? 

Las cifras en Colombia, según la Cámara Colombiana del Libro, nos dicen esto: ”Las librerías, como principal canal de ventas de las editoriales disminuyeron 15,9 por ciento en 2020, al pasar de 280 mil millones 900 mil pesos en 2019 a 236 mil millones 200 mil pesos en 2020. Las ventas a bibliotecas disminuyeron en 3,6 por ciento con valor de 25 mil millones 100 mil pesos en 2020. Las empresas editoriales comerciales emplearon 4.332 personas en 2020, contrayéndose 25,1 por ciento con respecto a 2019. El 8,5 por ciento del personal empleado es permanente, mientras que el restante 12,5 por ciento es temporal. El personal administrativo representa 38,4 por ciento del total, mientras los de ventas 38,0 por ciento y el área editorial 23,6 por ciento”. Mientras algunos seguimos pensando en la creatividad de los autores y en el importante rol del editor, cuya vocación les permite descubrir autores, temas, audiencias.

Ellos hacen el trabajo de curar esos autores que nadie suelta. Ricardo Silva Romero, Mario Mendoza, Pilar Quintana, Piedad Bonnet. Las editoriales ponen toda su maquinaria para crear éxitos globales a través de estrategias de mercadeo global. Como editores les toca ser sofisticados a la hora de segmentar sus audiencias. Los independientes con sus nervios de acero y su plena confianza, conducen por el camino para imaginar otros futuros. Ni ellos, ni nosotros los lectores consideramos al autor como un mero proveedor de contenidos, queremos coherencia, queremos nuevos ideales, queremos historias que nos enganchen y nos conmueven. 

Ahora bien, la gran pregunta es si, ¿los autores viven de su escritura? Harry Potter o mejor la editorial de J.K Rowling logró un parque temático, eso ya es otro nivel. La verdad es que los ingresos de los autores generalmente provienen de una variedad de fuentes. Claro, las ventas en físico y digital, pero luego vienen esas que son explotaciones adicionales a su libro, las regalías y las  apariciones públicas y luego siempre estarán los premios, becas y estímulos. Y ya al final viene el éxito de las industrias culturales y creativas. Por eso mi insistencia en lograr en la cadena de valor de la exprimida naranja poner primero al autor, al artista, al creador.

Es importante que como lectores desarrollemos una relación con el lector, no importa si se compró el libro en una feria de editoriales independientes, en una librería de barrio o en un monstruo como una feria. El poder del libro y del autor serán los que sostengan a la feria del libro.

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El Festival Iberoamericano me sigue dando vueltas en la cabeza, sigo sin entender a qué horas “el acto de fe” propuesto por Fanny Mikey y Ramiro Osorio se convirtió en un negocio administrado por una fiducia, mucha economía naranja y poca alma.

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