Lucas Pombo
15 Marzo 2022

Lucas Pombo

Los ganadores invisibles

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No nos engañemos. Gustavo Petro fue el gran ganador de las elecciones del domingo. Su coalición es hoy la primera fuerza política en el Senado, su consulta arrasó en las urnas y cada vez es más difícil que sus contrincantes –incluso unidos– lo puedan atajar. El candidato de Colombia Humana desapareció al Centro y se quedó con la bandera del cambio. Paradójicamente, igual de ganadores se pueden proclamar dos veteranos que, bolígrafo en mano, demostraron que los vientos de transformación soplan fuertes, pero no lo suficiente como para tumbar los cimientos de la vieja política: Omar Yepes y César Gaviria.

Yepes Alzate no improvisó. El director del Partido Conservador no perdió tiempo en intentar mover la balanza de la opinión a su favor y se dedicó a jugar el “chico” en el que nadie les gana a los azules: sumar a los caciques electorales más poderosos del país. Durante más de un año, Yepes se dedicó a sumar al “dream team” de la maquinaria: Andrade, Pineda, Tamayo, Barreto, Mehreg, sin importar los pecados pasados y futuros.

La estrategia era tan clara que el Partido Conservador renunció a la posibilidad de lavarse la cara con una cabeza de lista de opinión y decidió jugársela nada más y nada menos que con Nadia Blel, la heredera de la casa política más poderosa y cuestionada de Bolívar. La jugada funcionó: 16 senadores y 25 representantes a la Cámara. De paso, Yepes logró la unidad de la federación de caciques de su partido en torno a la figura de su candidato presidencial, David Barguil, y de la coalición de la derecha.

La apuesta de César Gaviria fue aún más osada. El expresidente no llevó candidato propio a las consultas interpartidistas y decidió poner todas sus fichas en la elección parlamentaria. El resultado: la bancada más grande en el Congreso de la República. En el proceso, Gaviria tuvo que tragarse sapos como el de incluir en su lista a Mario Castaño, investigado por corrupción por la Corte Suprema de Justicia, y a Claudia María Pérez, cuñada del condenado exsenador Eduardo Pulgar. Aun así, el liberalismo llegará a la mesa con 2 millones de votos, listos para ser endosados al candidato que el expresidente decida. Jaque mate.

Al final, quienes llamaban sepulturero del Partido Liberal a Gaviria terminaron cavando las tumbas de sus propios partidos mientras, desde la sala de su casa, el expresidente preparaba el golpe que deja al liberalismo como la fuerza que, con 2 millones de votos debajo del brazo, puede definir la elección e inclinar la balanza de la gobernabilidad del próximo presidente.

Los dos viejos conocidos de la política ganaron. Lograron tapar los huecos de los barcos liberales y conservadores que se hundían rápidamente. ¿El costo? Botar a la basura el manual de la ética y terminar de desmantelar la identidad ideológica de los dos partidos más importantes de la historia patria. 

El yin y el yan, la opinión y la manzanilla, el Pacto, liberales y conservadores encontraron el equilibrio perfecto en medio del caos de unas elecciones que marcan el inicio de la verdadera campaña presidencial. Un escenario nuevo en el que Petro, Yepes y Gaviria pueden ser ganadores en una misma noche. 
 

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