Sebastián Nohra
11 Septiembre 2022

Sebastián Nohra

Los petrogodos

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Que todos los políticos son iguales en todas partes me parece una idea perezosa, injusta y falsa. Los incentivos de los políticos sí son muy parecidos en Inglaterra, Bolivia y Bucaramanga, pero no necesariamente es igual la cultura de la toma de decisiones dentro de los partidos y el comportamiento electoral de la ciudadanía que castiga o no ciertas actitudes. No todo puede darnos lo mismo y no podemos resignarnos a reciclar los voceros y vicios de una corporación política lamentable.

La adhesión de los partidos de la U y del Conservador al Pacto Histórico fue obsceno. Nunca vimos en este siglo a partidos de izquierda formar parte de la coalición de Uribe, Santos o Duque. Con sus límites y miserias, han sido partidos que han martillado una posición y unas ideas. Les llegó su hora de gobernar. Pero ahora que ese archipiélago de movimientos, empresas y partidos que orbitaron a los gobiernos de las últimas décadas perdieron, no tuvieron el coraje de aceptar su rol natural de opositores. No. Fueron a abrazar a Petro mancillando sus fuerzas y burlándose de los millones de incautos que los siguen votando.

Esta alianza asqueó a muchas personas y ojalá sea el inicio de la sepultura del Partido Conservador. Indignó porque hemos visto a un presidente que, desde que fue guerrillero, ha culpado a esos partidos de que Colombia sea la dictadura desigual y corrupta que tantas veces denunció. Y, apenas empuña el cetro, sella una alianza clientelista para engrosar su coalición. Vendió su palabra y demostró que es solo un miembro más de la corporación política. El Petro rebelde y que supuestamente venía a esculcar y desempolvar el establecimiento ya es un ladrillo más en la pared.

Por su lado, el presidente del directorio Carlos Ándres Trujillo y quienes secuestraron al partido para firmar la alianza con el petrismo, disfrutarán cuatro años de las mieles de cabalgar en el caballo ganador, pero perdieron para siempre algún futuro promisorio. Dejaron a millones de electores huérfanos y convencidos que el espectro de derecha y centro-derecha requiere nuevas cabezas y promesas. Quedarán resignados a ser un piñón del andamiaje oficialista y nada más. Nadie los tomará en serio. Ni propios ni extraños.

Por su lado, Dilian Francisca no nos decepcionó. Solo nos confirmó que es una de las políticas más voraces del país y que su carrera jamás tuvo alguna base ética o ideológica. Para ella lo mismo es Uribe, Santos, Duque o Petro. No le preocupa ni le preocupará el proyecto que abandere un gobierno. Si mañana viene y gobierna un marciano o una ballena, ella se adapta y firma la alianza.

La U y los conservadores le aseguran a Petro un poder en el Congreso que durante la campaña nadie imaginó podía acumular. Su cercanía con la corporación política tradicional le ha costado desaires con los suyos. Apenas le dio dos ministerios al Pacto Histórico y varios líderes como Alexánder López llevan semanas pidiendo reunión con el presidente y no han podido conseguirla. Se sabe que Francia Márquez también está molesta y su desaparición de la primer plana del Gobierno es evidente.

Inicia, pues, un matrimonio entre Petro y los de toda la vida, aquellos contra los que peleó y denunció durante 20 años. Veremos cuántas concesiones más deberá hacer y cuál será el costo de los peajes a cobrar por apoyar reformas del calado de la reforma tributaria y pensional. Por lo pronto, se anotó un golazo porque aumentó su tropa y debilitó a la oposición.

He ahí una oportunidad para que gente decente y brillante cree partidos y fuerzas que reemplacen al Partido Conservador, la U y de paso al Centro Democrático.

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