Yohir Akerman
18 Septiembre 2022

Yohir Akerman

Negociaciones internas

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Un informe de inteligencia conocido por esta columna señala que algunos bloques de las disidencias de las Farc, que han estado en guerra desde hace varios años, están en un proceso de unificación y negociaciones internas. Esto con el objetivo de lograr un reconocimiento en bloque como un actor político y sumarse a los diálogos de paz total del gobierno de Gustavo Petro.

El documento confidencial, que no publicaremos para proteger las fuentes e identidades de los miembros de las autoridades infiltrados en esos grupos de disidencias, no solo da evidencia de la supervivencia de Iván Márquez, como lo señaló esta semana el alto comisionado para la paz, Danilo Rueda. El reporte también muestra que se estableció un canal de comunicación entre Márquez y el nuevo cabecilla de sus enemigos disidentes, Alexander Díaz Mendoza, alias Calarcá.

Un poco de historia para entender el presente. 

Desde antes de la firma del acuerdo final entre la extinta guerrilla de las Farc y el gobierno de Juan Manuel Santos, cabecillas como Néstor Gregorio Vera, alias Iván Mordisco, le anunciaron al entonces Secretariado la decisión de declararse en “disidencia” y no hacer parte del acuerdo.

Fue Mordisco quien, como cabecilla del Comando Coordinador de Occidente, pretendió reorganizar un componente que simulara el de las extintas Farc, tomando como hoja de ruta “reglamentos y normas” diseñados por el grupo guerrillero. 

A esta intención se fueron sumando otros miembros que tampoco estuvieron de acuerdo con el proceso que se adelantó en Cuba y que consideraron a los integrantes del equipo negociador de las Farc como “traidores del proyecto revolucionario” de alias Jacobo Arenas y Manuel Marulanda Vélez.

Entre los grupos que no quisieron hacer parte del proyecto liderado por Mordisco, está el denominado “Segunda Marquetalia”, que nació bajo el liderazgo de Iván Márquez cuando decidió volver a las armas para seguir traficando.

La guerra entre ellos ha sido sangrienta. 

El 18 de mayo de 2021 se informó que Seuxis Pausias Hernández conocido con el alias de Jesús Santrich, una de las figuras más importantes de la Segunda Marquetalia, había muerto en enfrentamientos en Venezuela. 

Posteriormente, otros dos líderes de alto rango, Hernán Darío Velásquez, alias el Paisa y Henry Castellanos Garzón, alias Romaña, fueron asesinados en Venezuela, presuntamente en enfrentamientos con otro grupo disidente de las Farc. 

De la misma manera, el 25 de mayo de este año, Miguel Botache Santillana, alias Gentil Duarte, otro de los más poderosos jefes de las disidencias de las Farc que se apartaron del proceso de paz, fue asesinado en la frontera con el mismo país. 

Con la muerte de Gentil, el Paisa, Santrich y Romaña, se abrió la puerta para que Iván Mordisco avanzara en la extinción de los grupos disidentes subordinados a la Segunda Marquetalia. Capítulo que podríamos titular, “todo con un solo mordisco”. 

Pero el pasado 15 de julio, los organismos de inteligencia confirmaron que, en un bombardeo a un campamento en el que murieron diez miembros de la antigua guerrilla, habían matado a Mordisco. El plan quedó mueco.

Por este violento enfrentamiento para controlar el negocio de las drogas, Iván Márquez se ocultó en diciembre de 2021, y no se supo de él hasta julio de este año, cuando comenzó a extenderse el rumor de que había sido asesinado durante un operativo en Venezuela.

Como dice la canción, no estaba muerto, andaba de parranda.

Como ya se dijo, tras el cruento enfrentamiento entre los desertores de la paz y la muerte de importantes jefes alzados en armas, Iván Márquez estableció un canal de comunicación con el nuevo cabecilla de sus contrarios disidentes, Alexander Díaz Mendoza, alias Calarcá. Esto con el fin de intentar un diálogo que genere la reunificación de las disidencias, encaminado a llegar como una organización “legítima” con el objetivo de proponer reglas para un segundo proceso de paz.

Del señor Márquez podemos decir que pasó de mueco a descarado.

En especial porque infiltrados en las estructuras de las disidencias han confirmado que Márquez estaría pensando hacer propuestas que vinculen la revisión de lo firmado en 2016. Fuera de eso, exigir garantías de amnistía, perdón y olvido que lleven al Estado a reconocer “fallas estructurales” en el diseño e implementación del acuerdo final del gobierno de Santos. Grave. 

De la misma manera, gracias a ese informe, se conoce que Márquez también quiere hacer exigencias para que se asegure la obtención de beneficios para él y su grupo, dentro de los cuales se encuentre no ir a las cárceles, ni ser extraditados por los delitos de narcotráfico. Muy grave.

Sumado a esas propuestas, según el reporte de inteligencia, podrían surgir otras demandas que vinculen el desarrollo de procesos de diálogos en las regiones, para que se impongan condiciones y se garantice su permanencia en áreas urbanas y rurales, con el fin de seguir controlando el flujo de activos provenientes del narcotráfico. 

Es decir, no quiere pagar penas por el narcotráfico y más bien seguir controlándolo. 

Lo cual es alarmante ya que en el desarrollo de esta sangrienta guerra se ha evidenciado que estas disidencias nunca han tenido identidad política. Son organizaciones de pura naturaleza narcotraficante, cuya capacidad operacional se concentra exclusivamente en modelos de protección de territorios de cultivo, corredores de movilidad, canales de distribución e influencia en el negocio de las drogas.

El anuncio de “unidad” de estos grupos disidentes, aunque quiere responder a la necesidad de mostrarse como un grupo con fortaleza estructural, con mando y control es, en realidad, una clara muestra de la imposibilidad de mantener contingentes “militares” pese a los abultados ingresos de las drogas. 

Iván Márquez y la llamada Segunda Marquetalia ya tuvieron su oportunidad y la desperdiciaron. Todo lo que se podría acordar en este momento, con ese grupo, ya fue negociado en La Habana y, peor aún, ese capítulo dejó una lastimosa lección, que es la incapacidad profunda de este delincuente para mantener su palabra. 

Preocupante que el gobierno de Petro esté considerando validar a Márquez de nuevo como un actor político, puesto que este le hizo perder tiempo al país con sus trampas y legitimidad a los procesos de paz con sus engaños. Más bien que Márquez siga en su parranda de negociaciones internas con sus enemigos del mismo negocio, hasta que no le funcionen, como no le van a funcionar, y le llegue el momento de su sometimiento final. No es una cuestión de si podría suceder, es una cuestión de cuándo se va a dar. 

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